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Más difícil que desintegrar un átomo: el sesgo en la UdelaR

Por JIMMY BAIKOVICIUS

“Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio.” – Albert Einstein

 

Albert Einstein, con su agudeza característica, señaló una verdad incómoda: los prejuicios son extraordinariamente resistentes. Esa frase no ha perdido vigencia. Hoy resuena con fuerza al observar la postura del Consejo Directivo Central (CDC) de la Universidad de la República (Udelar) frente al conflicto entre Hamás e Israel. Incluso en el seno de la academia, donde se supone reinan la razón y la evidencia, los prejuicios parecen más indestructibles que el mismísimo átomo.

 

Prejuicio o ignorancia en el Consejo de Udelar

 

El CDC de la Udelar ha adoptado recientemente una posición unánime que deja atónito a cualquiera que espere equilibrio y objetividad de la principal institución educativa del país. ¿Qué ocurrió? Con la excusa de pronunciarse sobre la guerra en Medio Oriente, este órgano votó una resolución cargada de sesgo ideológico. Por un lado, condenó (como era inevitable) el atentado terrorista del 7 de octubre de 2023 perpetrado por Hamás contra civiles israelíes. Pero acto seguido centró su atención casi exclusivamente en denunciar las acciones de Israel y tomar medidas simbólicas solo contra el estado judío. Por ejemplo, solicitó formalmente al gobierno uruguayo el cierre de la oficina de cooperación científica en Jerusalén, apoyándose en la supuesta “destrucción sistemática del sistema educativo… en Gaza, por parte del gobierno israelí” . Es decir, la Udelar optó por romper vínculos académicos con Israel, arguyendo que Israel ataca la educación en Gaza, mientras ignora convenientemente otros aspectos cruciales de la realidad.

 

La unanimidad de esta postura es especialmente preocupante. Ni una sola voz disidente en el CDC; ni un atisbo de matización o equilibrio. Esta falta de pluralismo sugiere que el órgano máximo de la Udelar actúa más como trinchera política que como foro académico diverso. ¿Es que absolutamente todos sus integrantes comparten la misma visión sesgada? Resulta difícil creer que no exista discrepancia intelectual alguna. Más bien, todo apunta a pensamiento grupal alimentado por un prejuicio profundamente arraigado o, peor aún, a una cómoda indiferencia ante los hechos que desafían su narrativa preestablecida.

 

La narrativa selectiva del conflicto

El sesgo del CDC de la Udelar encandila al contrastar qué enfatiza y qué minimiza en el conflicto entre Hamás e Israel. 

 

• Terrorismo de Hamás: El 7 de octubre de 2023, Hamás –un grupo islamista armado catalogado como terrorista por gran parte de la comunidad internacional– lanzó un ataque brutal. Un pogromo con 1.195 asesinatos: hombres, mujeres, niños y ancianos fueron masacrados, en su mayoría en kibutzim de izquierda y críticos del gobierno de Netanyahu, así como en un festival de música que celebraba la paz. Se tomaron 250 rehenes, incluyendo familias enteras. En su carta fundacional, Hamás explícitamente llama a la “obliteración” del Estado de Israel , es decir, aboga por borrar del mapa al único estado judío del mundo. Este objetivo, es un llamado al genocidio del pueblo judío en la región. Ésta es la naturaleza de Hamás: un movimiento teocrático que glorifica la yihad y la muerte en pos de sus fines extremos.

 

• Respuesta de Israel: Ante ese ataque sin precedentes, Israel respondió militarmente contra la Franja de Gaza. La respuesta israelí ha sido devastadora, causando miles de víctimas palestinas y una destrucción enorme en Gaza. Hay una crisis humanitaria seria; escuelas, hospitales e infraestructura han sido dañados en los combates. Estas dolorosas consecuencias son reales y merecen preocupación genuina. Nadie con conciencia puede permanecer impasible ante la muerte de civiles palestinos inocentes atrapados en el fuego cruzado.

 

• El sesgo de la Udelar: Sin embargo, la indignación del CDC de la Udelar es llamativamente selectiva. En su declaración, dedica mucho más énfasis a acusar a Israel de atrocidades (hablan de “asesinato de profesores y estudiantes” y de la mencionada “destrucción sistemática” en Gaza ) que a condenar a Hamás. Tras una mención protocolar al “atentado terrorista” inicial, la universidad rápidamente ajusta su mira exclusivamente sobre Israel. Incluso adopta sin reparos la retórica más extrema al respecto: desde calificar la ofensiva israelí de “genocidio”  hasta exigir medidas punitivas como el cierre de la oficina científica en Jerusalén. En cambio, no observamos en su resolución ninguna acción concreta contra Hamás ni contra sus aliados; no piden, por ejemplo, cortar vínculos con régimen alguno que financie a Hamás, ni proponen boicot académico a quienes justifican los atentados terroristas. Al CDC de la Udelar parece importarle la situación de Gaza únicamente en la medida en que puede culpar a Israel de todo lo ocurrido, mientras minimiza u olvida el papel desencadenante y la ideología violenta de Hamás.

 

Esta narrativa monocorde revela un doble rasero moral alarmante. La hipocresía se hace patente: los mismos académicos que se presentan como paladines de los derechos humanos miran para otro lado cuando la víctima es Israel o el agresor es una organización islamista. Llaman “genocida” al Estado israelí, pero no parecen tener calificativos igualmente contundentes para un grupo que secuestra y asesina niños judíos ni para su doctrina de odio. 

 

¿Dónde quedó la tan cacareada objetividad y el espíritu crítico universitario? Parece extraviarse cuando los hechos incomodan cierto guion ideológico. En suma, el CDC de la Udelar demuestra una preocupante ceguera voluntaria: ve con lupa los crímenes de Israel (reales o imaginados) pero tiene una miopía extrema para percibir o dar importancia a los crímenes de Hamás.

 

Antisemitismo encubierto e ignorancia peligrosa

Frente a esta realidad, cabe preguntarse: ¿qué explica una postura tan sesgada? Solo surgen dos posibles explicaciones, igual de inquietantes: prejuicio o ignorancia. O bien los integrantes del CDC actúan movidos por un antisemitismo apenas velado, un viejo prejuicio anti-judío que se disfraza hoy de “solidaridad con Palestina” mientras niega sistemáticamente legitimidad a cualquier acción del estado judío. O bien estamos ante una asombrosa ingenuidad e ignorancia geopolítica, impropias de universitarios, que les lleva a tragar sin crítica la propaganda de Hamás y abrazar la narrativa simplista de “opresor vs. oprimido” sin matices.

 

Ninguna de las dos opciones deja bien parada a la Udelar. Si es lo primero (prejuicio), estaríamos ante un caso vergonzoso de antisemitismo institucional. No sería la primera señal: recordemos el reciente “caso Spektorowski”, en el cual la Udelar canceló la conferencia de un profesor israelí invitado tras presiones de grupos estudiantiles que lo acusaron –ridículamente– de “avalar el genocidio en Gaza”. Aquella censura encubierta provocó la indignación de la comunidad judía uruguaya, que denunció que se estaba silenciando al académico “por el solo hecho de ser judío”, calificando lo ocurrido de antisemitismo . Cuando la universidad expulsa ideas o personas por prejuicios políticos o étnicos, traiciona su esencia. Lamentablemente, la actitud del CDC en este conflicto sugiere que ese sesgo antiisraelí (y anti-judío) existe y está muy arraigado en ciertos estamentos universitarios.

Si la explicación fuera la segunda (ignorancia), la situación no sería mucho mejor. Implicaría que la máxima autoridad académica del Uruguay carece de la altura intelectual para analizar un conflicto complejo sin caer en maniqueísmos. Significaría que sus miembros, todos con formación superior, no han hecho el esfuerzo de informarse plenamente, de contrastar fuentes, de comprender la historia y los hechos en su totalidad. Han preferido el atajo de la consigna ideológica antes que el camino más difícil del pensamiento crítico e imparcial. Esto, en una universidad, resulta imperdonable. Una ingenuidad peligrosa de este tipo los lleva a convertirse en caja de resonancia de la propaganda de una organización terrorista. En lugar de esclarecer a la opinión pública, terminan desinformando y atizando pasiones sectarias. En lugar de fomentar la paz y la comprensión, echan leña al fuego del conflicto con posturas parcializadas.

 

Así las cosas, Einstein tenía razón: destruir un prejuicio es más difícil que hacer explotar un átomo. Hoy toda la cúpula de la Udelar actúe alineada en contra de Israel casi por reflejo automático. Poco importan los hechos que contradicen su visión; los descartan o relativizan. La racionalidad cede ante el dogma, y la universidad, que debería ser baluarte de la razón, queda en entredicho.

 

Invitación al debate

Fiel a los principios del diálogo académico, hago una invitación abierta al debate. Si algún miembro del Consejo Directivo Central de la Udelar desea refutar estos argumentos o explicar mejor su postura, aquí me tiene. Estoy dispuesto a debatir cuando quieran; un diálogo franco y directo, podría arrojar luz sobre la verdad y quizás, solo quizás, empezar a romper ese átomo de prejuicio que tan firmemente parece resistirse a la razón.   

 

── Quien suscribe, dispuesto al diálogo crítico.

 

(Se puede acceder al blog del autor en: baikovicius.com)

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