Mundo Judío

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Las Manos Pesadas de Moshé - Los Huesos de Iosef - Un Niño Irlandes con Nombre Judío - El 10 de Shevat

 

                                      

 

 

 

 

 

 

 

 

No. 293

Beshalaj

Horario de velas  en Montevideo 

7 de febrero  19.28

                                                                                        

LAS MANOS PESADAS DE MOSHÉ

Por Zalman Posner


El cruce del Mar de Juncos, el maná, el agua de la roca, y la guerra con Amalek son algunos de los eventos descritos en la lectura de la Torá de esta semana. Cada uno de ellos pide ser analizado, pero en este momento hablaremos sobre la forma en que se dio la victoria sobre Amalek. Las últimas palabras de la parashá hacen de Amalek el enemigo eterno de Israel, proclamando la “guerra con Amalek de generación en generación”.

“Mientras Moshé tenía su mano levantada dominaba Israel, pero cuando bajaba su mano dominaba Amalek. Y las manos de Moshé se pusieron pesadas...” (Shemot 17:11-12).

Con estas palabras se decidió la batalla; no sólo la lucha de Moshé, sino la guerra de generaciones y la nuestra también.

La perpetuación de Israel, su victoria sobre las corrientes irresistibles de la historia, se asegura no por la elocuencia y nobleza de sus ideales, sino por sus acciones. Las manos de Moshé deciden la batalla. Hay pocos ideales abstractos que a pesar de ser originalmente judíos, no sean hoy parte de la herencia universal del mundo civilizado. En abstracto, el amor a D-os y la humanidad, la superioridad del espíritu sobre el materialismo, la fe en el Creador, esos no son por sí mismos marcas de Judaísmo o judeidad. Otras religiones (y en mayor o menor grado personas no religiosas también) profesan esos ideales.

La característica distintiva de Israel es la concretización de esas abstracciones, su método único de santificar la vida humana y las actividades, el camino exigente e individual hacia la santidad, y su propia concepción de la vida sagrada, eso es lo que hace al judaísmo. No la elocuencia de la oratoria, ni las profundidades de la teología, ni la inspiración del corazón, sino las manos físicas y tangibles, los actos, el fortalecimiento diario haciendo lo que D-os pide de nosotros, eso es lo que produce la victoria de Israel sobre Amalek. Cuando los judíos “dejan caer las manos”, cuando la observancia de la Torá se abandona, entonces prevalece Amalek, y el futuro de Israel está en duda. El judío sin mitzvot tiene poco para hacer o mantenerse judío.

Por supuesto que las manos de Moshé son pesadas, implican el cumplimiento de mitzvot, practicar el autocontrol, llevar el judaísmo a cada esfera de la vida; no hay atajos al Cielo. Pero no puede haber un judaísmo viable, inspirador y valioso sin mitzvot. Un judaísmo sólo de palabras tiene el peso del aire que es. Un judaísmo de acciones, de mitzvot, tiene la solidez de sobrevivir los golpes de las persecuciones y los halagos de la asimilación, para prevalecer sobre cualquier arma que los enemigos de Israel puedan idear.

LOS HUESOS DE IOSEF


"Moisés tomó los huesos de Iosef con él." (Shemot 13:19)


La palabra hebrea para “hueso” (étzem) también significa “esencia”. El pueblo judío estaba a punto de embarcarse en un viaje a través de un desierto cuya aridez y peligros eran un reflejo de su desolación espiritual. Para poder sobrevivir este viaje, Moisés se aseguró que el pueblo judío sea acompañado por la esencia y espíritu de Iosef .


La esencia de Iosef  está expresada en su nombre, que significa “Que El agregue”, porque cuando José nació, su madre Raquel rezó “Que D-os agregue otro hijo para mi.” Este anhelo incluye el deseo de recibir al judío alejado de nuevo en el pueblo. En un sentido más general, incluye el deseo de transformar toda la realidad mundana en un vehículo para la santidad para la que fue originalmente creada.

La odisea del exilio se compara con un viaje a lo largo de un desierto árido y peligroso. Para que podamos proseguir a través de períodos de desolación espiritual, debemos ver el ejemplo de la esencia de Iosef. Debemos esforzarnos por traer incluso a los individuos más distantes y rebeldes de vuelta al pueblo, mostrándoles que son en realidad los hijos amados de D-os. Cuando nos mantenemos fieles a este objetivo, se nos asegura que al fin, ningún judío será dejado atrás.


Likutei Sijot, vol. 26, págs. 85-89.

Éxodo (Shemot) 13:17 – 17:16


La cuarta sección del libro de Éxodo comienza con el momento después de que el Faraón “expulsa” (Beshalaj en Hebreo) a los judíos de Egipto. Los judíos viajan hacia el Monte Sinaí para recibir la Torá, pero son perseguidos por el Faraón y el ejército egipcio. D-os parte el Mar de Juncos, permitiendo a los judíos pasar a salvo y luego ahoga a los egipcios en él. Los judíos continúan hacia el Monte Sinaí, con D-os proveyéndoles milagrosamente de comida (maná) que caía del cielo y agua que manaba de una roca. Cuando están por llegar a su destino, los judíos son atacados por la nación de Amalek.

UN NIÑO IRLANDES CON NOMBRE JUDÍO

Por Tuvia Bolton


Una mujer de la comunidad de Jabad de Brooklyn, fue interceptada por un policía de tránsito debido a una infracción. Cuando la mujer se detuvo a un costado, y abrió su billetera para sacar su licencia de conducir, el agente vio que en ella estaba la foto del Rebe.

- "Discúlpeme, señora", dijo el oficial, "¿es usted una de las discípulas de este Rebe?"

- "Si", respondió la mujer.

- "Bueno, en este caso no le haré la boleta. ¿Sabe por qué? Pues a este Rebe le debo un gran favor. Él realizó un gran milagro para mí".

- "Ya que no me multará, tengo tiempo de escuchar su historia", dijo la dama.


El policía sonrió y le confesó que ella era la primera persona judía a quién relataba su historia:

"Yo solía ser parte de la escolta policial que acompañaba al Rebe al Cementerio Montefiore (donde descansa el Rebe Anterior, y actualmente también el Rebe). Así conocí a algunos de los jóvenes que lo acompañaban y aprendí muchas cosas. Ellos eran muy cordiales, y hablábamos mucho mientras el Rebe rezaba allí.


Un día noté que los muchachos hablaban con mucha excitación. Les pregunté qué pasaba y me respondieron que el Rebe ayudaba a las personas y se producían grandes milagros por sus rezos. Les pregunté si también ayudaba a los no judíos. Ellos me contaron que el Rebe asistía a todas las personas. Les relaté que mi esposa y yo estábamos casados ya nueve años y aún no teníamos hijos. Y la semana anterior los médicos nos dijeron que jamás podríamos engendrar hijos propios. Ya habíamos gastado mucho dinero en tratamientos, recorrimos decenas de consultorios durante los últimos siete años. Estábamos desesperados. Mi esposa lloraba todo el día. 


Los muchachos me recomendaron que la próxima vez, me parara delante del Rebe y le solicitara una bendición. ¡Y así lo hice! Me acerqué y le conté mi problema. El Rebe me pidió que escribiera el nombre de mi esposa y el de sus padres y el mío y el de los míos y rezaría por nosotros. Apenas si pude lograrlo porque mis manos temblaban terriblemente.

Mi esposa quedó embarazada y a los 9 meses dio luz a un varón. Los médicos no podían creerlo, y cuando les contaba acerca de la bendición del Rebe, se rascaban la cabeza. 

Pero esto no termina aquí. ¿Sabe usted qué nombre le hemos dado? Su nombre es Mendel, como el Rebe. Al principio mi esposa deseaba ponerle un nombre americano, pero yo me opuse. Lo llamaríamos Mendel, y así en todo momento recordaríamos al Rabino que nos dio la bendición. Sin embargo, nuestros padres se opusieron terminantemente. Ellos objetaban que si nuestro hijo tuviese un nombre judío, sería perseguido por ello. ¿Para qué hacer sufrir al niño? Yo les respondí que cuando mi hijo viniese a casa llorando pues lo golpearon por su nombre judío, le enseñaría que debe aprender a no comportarse de esta forma. Tus amigos odian a los judíos sin razón, pero tú debes amar a los judíos, ayudarlos. Debes contarles que sin la ayuda de un Rabino judío llamado Mendel, tú no estarías aquí, y quizás así ellos comenzarán a pensar distinto también."

EL 10 DE SHEVAT


Un Shabat de mañana del 10 de Shevat de 5710 (28 de Enero de 1950), el sexto Rebe de Lubavitch, Rabi Iosef Itzjak Schneerson, de bendita memoria, pasó a su descanso eterno. El Rebe, Rabi Menajem Mendel Schneerson, de bendita memoria, estaba abrumado por el dolor. Durante meses, la mera mención de su suegro lo llevaba a derramar un mar de lágrimas. A pesar de ser la opción natural para sucederlo, él se negó vehementemente a tomar el rol de "Rebe".


Solo después de transcurrido un año, finalmente, sucumbió ante los pedidos que llegaban de todos los rincones del mundo y aceptó oficialmente el manto del liderazgo. Pero desde el principio, estuvo claro que tenía la intención de llevar a cabo el trabajo de su suegro de extender la mano y recibir a cada judío sin importar cuán distante estuviera este geográfica o espiritualmente de su pueblo.


El 10 de Shevat de 5711 (17 de Enero de 1951), el Rebe aceptó formalmente el liderazgo de Jabad-Lubavitch a través de un discurso tradicional de enseñanza jasídica. En esta ocasión, el Rebe dijo (traducción libre):


"Aquí en Estados Unidos, a la gente le gusta escuchar las cosas expresadas en modo de ‘declaración’, preferiblemente una declaración provocativa e impactante. No sé si este es el mejor enfoque, pero como nuestros sabios han dicho: cuando llegas a una ciudad, haz como se acostumbra allí. 


Los tres amores, el amor a D-os, el amor a la Torá y el amor al prójimo, son uno solo. No se puede diferenciar entre ellos, pues son de una sola esencia. Y siendo así, cada uno representa a los tres. Esta es nuestra "declaración": Si ves una persona que tiene amor a D-os, pero carece de amor a la Torá y a su semejante, debes decirle que su amor a D-os es incompleto. Y si ves a una persona que ama a su prójimo, debes esforzarte para traerlo también hacia un amor a la Torá y a D-os, que su amor hacia su semejante no solo se exprese a través de proveerle pan al hambriento y agua para el que tiene sed, sino también al acercarlos a la Torá y a D-os.


Cuando tengamos los tres amores juntos, vamos a lograr la redención. Ya que así como este exilio fue causado por la falta de amor al prójimo, también la redención final inmediata será lograda a través del amor al prójimo."


En aquel encuentro, el Rebe también estableció lo que se convertiría en el hilo conductor de sus enseñanzas y actividades: que nuestra generación es la encargada de llevar a cabo el propósito mismo de la creación, lo que la filosofía jasídica define como "Hacer una morada para D-os en el mundo físico". Es nuestra generación, dijo el Rebe, la que anunciará la era del Mashiaj, la era de la bondad y la perfección, que es el objetivo final de milenios de esfuerzo del hombre por sacar a la luz la imagen divina en la que fue creado.

 

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