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Hamas y Hezbolá no son idénticos pero tienen un común denominador que las define

Imágenes: Portavoz de las FDI

Las organizaciones terroristas Hamas y Hezbolá, declaradas enemigas de Israel, representan a dos ramas rivales dentro del Islam- sunitas y chiitas- cuya división ha sido la principal causa de muerte en conflictos protagonizados por musulmanes. Lo único que ha juntado a Hezbolá y Hamas, convirtiéndolos en aliados cercanos, es el odio a Israel y los judíos en general. 

Aparte de ese odio islamista enfermizo contra Israel, Hamas y Hezbolá son idénticos en cuanto a una característica clave de su forma de actuar en el marco de la guerra contra Israel: no sólo que no defienden a quienes dicen representar, sus respectivas sociedades, los pueblos en cuyo seno viven y a quienes supuestamente deben aportar, sino que los exponen a continuos peligros al abusar totalmente de los espacios civiles que deberían quedar sagradamente fuera de los escenarios de guerra. 

No nos referimos al riesgo de muerte de civiles no involucrados por el hecho que al disparar Israel hacia los terroristas pueden que por error las balas les lleguen también a ellos. No. Aquí se trata de una intencionalidad explícita de parte de los terroristas, con una doble intención. Por un lado, como conocen los códigos morales de Israel, esperan que estando ubicados entre los civiles, Israel se abstenga de atacarlos. Por otro, espera que si Israel ataca y hay víctimas civiles, ello les sirva en su guerra de propaganda anti israelí ante la arena internacional.

 

Tanto Hamas en la Franja de Gaza como Hezbolá en Líbano han instalado siempre sus infraestructuras armadas en medio de la población civil. Esto arriesga a la gente no sólo en caso de choque con Israel sino también por el hecho que el almacenamiento de explosivos, misiles y armas en las casas de la gente o en sus sótanos, los pone en peligro. No hay que ser experto en seguridad para entenderlo.

 

 

 

 

Israel siempre supo que esta era la situación. Ya lo había combatido. Pero cuando el ejército entró por tierra a Gaza el 27 de octubre del año pasado, a raíz de la masacre cometida en el sur del país el 7 de ese mes y el secuestro de más de 250 personas a Gaza, captó cuán inconmensurable y monstruosa era esa infraestructura terrorista en medio de la gente. Lo mismo al comenzar hace varias semanas el operativo por tierra en el sur libanés, para limpiar las aldeas de todo lo allí instalado para ser usado contra las localidades de la Galilea israelí.

Claro que mucho  se sabía ya antes de entrar, por el impresionante trabajo de Inteligencia realizado, que permitió recabar información clasificada precisa y crear así un “banco de blancos” a ser atacados cuando estalle una guerra.

Numerosos testimonios de soldados y oficiales en los dos frentes, tanto en Gaza como en el sur libanés, contaron sobre la enorme cantidad de armas halladas en lugares en los que supuestamente debía morar con tranquilidad la población. En el caso de Hezbolá es mucho más notorio, por las grandes cantidades inclusive de cajones y cajas repletos de las armas y cohetes de los más avanzados llegados de Irán, en muchos casos aún no abiertos siquiera, prontos para ser “estrenados” contra la Galilea.

 

 

 

Y uno de los sitios más simbólicos en este sentido es la Dáhia, o Dáhie, el bastión de Hezolá en Beirut.

 

El comando central de Hezbolá en el que fue eliminado su jefe Hassan Nasrallah estaba allí, en una zona civil totalmente usada como marco de acción de Hezbolá.

 

 

 

 

 

 

En el caso de Gaza contaron repetidamente que “casi no se puede hallar una casa sin una boca de túnel, sin armas escondidas y otros elementos de guerra”. Habitaciones de niños de las que salía un túnel, como el caso del túnel de Gaza en el que fueron asesinados hace pocos meses seis secuestrados israelíes. Las fotos eran impactantes. Abajo, el portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel Daniel Hagari, mostraba el charco de sangre de las víctimas. Arriba, en la boca del túnel expuesta, a su alrededor, paredes pintadas con el ratón Mickey y otras figuras amadas por los niños del mundo todo.

 

Esta situación evidentemente pone en peligro directo a la población, inclusive si estuvo de acuerdo con ese uso de sus espacios, con el lanzamiento de cohetes desde escuelas y jardines de infantes, y el uso de hospitales para el funcionamiento de comandos de guerra y de ambulancias para el traslado de terroristas.

Esto, además del uso de las zonas humanitarias para disparar hacia Israel, aunque eso ponga en peligro a la población, y de refugios como sitios de comando de operaciones.

En el sur libanés, lo más impactante es la enorme cantidad de armas halladas, propias de un ejército bien equipado. “Vimos instalaciones militares convertidas en aldeas, no aldeas usadas para fines militares”, fue una de las explicaciones de un oficial que lo vio con sus propios ojos. Aquí lo pecaminoso no es solamente el abuso de un espacio civil con fines terroristas sino ver cuántos recursos se dedican al terrorismo en lugar de destinarlos a la población civil libanesa. Exactamente lo mismo que hace Hamas.

En el caso de Gaza, este abuso de la población civil tiene también otra dimensión: el robo de la ayuda humanitaria destinada a la gente, para tener ellos sus depósitos , para revender la mercadería y así ganar sumas millonarias, que usa para sus propios fines. 

Y hace pocos días, otra forma de abusar de la ayuda humanitaria. Fueron halladas municiones escondidas entre los paquetes de ayuda. Claro está que eso es terreno fértil para complicaciones futuras cuando Israel revisa los cargamentos.

La “lógica” de fondo- que nada tendría de lógica por cierto en una situación normal- es usar todas las oportunidades posibles para continuar la guerra, aún cuando ello se hace de una forma que pone en peligro algo que la población necesita.

Años atrás, hubo varios casos de materiales prohibidos ocultos por ejemplo en frascos de remedios. Explosivos que intentaron contrabandear entre las pertenencias de palestinos que salían de Gaza con permiso oficial para recibir tratamiento en hospitales israelíes.

Al terminar de escribir estas líneas, nos llega un nuevo comunicado del ejército israelí en el que muestra, con una ilustración especial, cuántas estructuras en la aldea Kafar Kela, en el sur del Líbano, eran instalaciones de Hezbolá y su fuerza Radwan.

 

 

 

 

El mensaje de los terroristas siempre fue claro: desprecio por la vida de los israelíes, a los que quiere asesinar, pero también falta de respeto total por la de sus propios pueblos, de los que abusan para sus fines militares. 

Ana Jerozolimski
(14 Noviembre 2024 , 19:43)

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