por Ilan Yitzhak
Fuente: aishlatino
A veces, todo lo que necesitas hacer es soltarte y bailar.
El baile trasciende todas las barreras de cultura, religión, idioma y tiempo. No importa dónde uno coloque un alfiler en el mapa y en la línea de tiempo, seguramente encontrará alguna forma de baile.
Dondequiera que los judíos hayan ido, han llevado consigo sus movimientos de baile. Desde la antigua Israel, hasta Europa y América, los judíos siempre han celebrado y se han regocijado girando y saltando. Aparte de las bodas, el evento de danza nacional judío por excelencia es Simjat Torá. Después de completar la lectura de la Torá a lo largo de un ciclo de un año, todo tipo de judíos, jóvenes y mayores, se reúnen para bailar con los rollos de la Torá, a menudo durante horas. Todo el ciclo del año culmina en el baile y la celebración jubilosa.
Como muchas cosas en la vida judía, el aparentemente casual acto de bailar esconde un gran significado y un poder potencial. De hecho, el baile puede ser un vehículo para el autodescubrimiento, la terapia y la conexión con una espiritualidad oculta, una herramienta fácilmente disponible para una generación atrapada en la autoduda, la ansiedad y la depresión.
En la Torá, el acto de bailar se menciona a menudo como un método de expresar gratitud y alegría. Después de la división del Mar Rojo y la salvación milagrosa de los egipcios en la historia del Éxodo, Miriam y todas las mujeres judías llevaron consigo "panderos y danzas" y cantaron a Dios (1).
El Rey David en su marcha victoriosa hacia Jerusalem bailó "con todas sus fuerzas delante de Dios" (2). El Talmud, una de las colecciones más importantes de textos judíos, relata muchas historias de sabios distinguidos que abandonaron momentáneamente su serio papel de liderazgo para bailar frente a los novios (cumpliendo así la mitzvá de alegrar a los novios) en formas a menudo ridículas y cómicas.
Desde finales del siglo XVIII, la danza se ha convertido aún más en una característica destacada de la vida judía gracias al Baal Shem Tov. El Baal Shem Tov (Rav Israel Ben Eliezer) fue el fundador del jasidismo, un movimiento revolucionario en el mundo judío. El Baal Shem Tov buscó enfatizar la alegría y la devoción extática como una característica central del servicio a Dios. En el jasidismo, la música y la danza se consideran importantes vías de adoración y práctica religiosa.
El Baal Shem Tov dijo famosamente que bailar puede ser una forma de oración y, por ende, su lugar está en el centro mismo de la vida religiosa. El rabino Shlomo de Karlin, uno de los descendientes de la herencia jasídica, afirmó que el baile tiene la capacidad de "elevar a una persona de la tierra". Obviamente él no se refería solo en un sentido físico, ya que saltar y girar te levanta del suelo, sino en un sentido emocional y espiritual más profundo. Esto exige una explicación.
En Génesis, la creación del hombre se describe cuando Dios toma un montón de tierra, le da forma y sopla vida en él, creando al primer hombre. La mística judía explica que esto no es simplemente una descripción física de lo que sucedió: es una visión de la estructura psicológica y emocional del ser humano. La naturaleza innata de una persona es sentirse atraída por la tierra. Cada persona tiene una parte "más pesada" que naturalmente gravita hacia las emociones y los hábitos más bajos y vulgares. En general, el ser humano se siente atraído por la pereza, la depresión, la tristeza, la desesperación y/o verse dominado por los placeres físicos. Por supuesto, cada persona es diferente, pero así es como el judaísmo entiende que es universalmente el "ser humano" prototípico. Se necesita fuerza para ir en contra de la propia naturaleza, para levantarse y elevar las emociones a una frecuencia más alta. Aquí es donde, como explica el rabino Shlomo, el acto de bailar puede ser un desencadenante y un catalizador.
El baile puede ser una forma elevada, purificadora y terapéutica de desbloquear tu poder latente.
Al obligarse a uno mismo a bailar, uno puede elevarse de su propia "naturaleza terrenal" despegándose literalmente del suelo. El acto de bailar tiene la capacidad de llevarte a la verdadera alegría y al descubrimiento de una parte más elevada de ti mismo.
Cuando bailamos y nos llenamos de vida y alegría, es como si estuviéramos llenando todo el universo de vida renovada, elevándolo a una frecuencia más alta. Como mínimo, al aumentar nuestra alegría y felicidad a través del baile, nos convertimos en conductos de positividad que afectan a las personas en nuestras vidas.
El baile y la música nunca abandonarán el panorama de la vida humana. Utilizado de la manera correcta, el baile puede ser una forma elevada, purificadora y terapéutica de desbloquear tu poder latente. Incluso puede ser una experiencia espiritual que te conecta con algo más grande y elevado que tú mismo. Si eres tímido o estás de mal humor, puedes obligarte a bailar, lo que te sacará de ti mismo y te permitirá romper las barreras internas que te están frenando. No necesitas un compañero de baile para acceder a este poder. Simplemente elige una canción o una lista de reproducción que te guste y déjate llevar cuando nadie te esté mirando. Es una experiencia terapéutica muy asequible.
Si quieres liberarte de la ansiedad y el estrés, a veces lo mejor que puedes hacer es levantarte y elegir vivir con alegría. La capacidad de descubrir esta parte de ti mismo podría no estar tan lejos. De hecho, el secreto puede estar oculto en tu propio cuerpo. Simjat Torá misma nos enseña esto. Toda la elevación del estudio de la Torá a lo largo del año culmina en la sencillez de la más pura alegría encerrada en tu interior, esperando salir a través del baile.
Así que recuerda, cuando la mente está confundida y habla demasiado, quizás una parte diferente de tu cuerpo deba hablar: tus pies.