En comunidad

Una vivencia singular, desde la Kehilá en Montevideo hasta Israel

Acabamos de regresar de un emocionante viaje de 8 días a Israel, en el que simultáneamente participaban otras 150 madres de todo Hispanoamérica.

 

En este viaje, pudimos vivenciar fechas muy especiales en Israel como fue Iom Hazikaron (el día recordatorio de los caídos y víctimas del terrorismo) y festejar los 75 de años de Israel. De hecho vivir la transición de un día tan triste donde se para el país con la sirena y pasar a otro tan alegre, fue muy emotivo. Recorrimos hermosas ciudades como Tel Aviv, Jerusalem y Tzfat (Safed)  y también tuvimos charlas muy interesantes sobre la historia y contenido de cada lugar. Nos conectamos con mujeres locales que nos inspiraron con su fuerza y ejemplo de vida y eso nos enriqueció y unió mucho como grupo.

La organización del viaje

El programa se llama Momentum, existe desde el 2008, se inició en Estados Unidos, para empoderar a las madres con los valores judíos promoviendo la unidad sin uniformidad, y ya han participado en él más de 22.000 madres judías. El programa es subsidiado por donantes, por el gobierno de Israel y por una organización asociada que en este caso es la Kehilá, que ya antes de la pandemia decidió ser parte y este es el segundo grupo de 14 madres que viajamos desde Uruguay.

Son 8 días muy intensos donde cada día se aborda un valor diferente como ser Gratitud, Coraje, Fé, y otros valores que nos empoderan como mujeres y como parte central de una familia y comunidad.

El aporte de la experiencia

Pudimos conectarnos con Israel, con la gente, vivir el judaísmo de una manera espiritual y emotiva, sentir que todas somos parte de algo más grande, que tenemos todas algo en común además de ser madres, aprender de las otras, aprender de las charlas y talleres enriquecedores que tuvimos, además de divertirnos mucho. Conocimos historias personales e increíbles de muchas mujeres que compartieron con nosotras. ¨Pasamos un Shabat inolvidable en la ciudad vieja de Jerusalem y mucho más.  Es  difícil de expresar con palabras toda la emoción que se vive. Además, el vaje en general fue organizado con un excelente nivel.

Puntos a destacar

Muchas cosas, difícil limitar solo a una, pero de los recuerdos que quedan en el corazón fue ir al Kotel (Muro de los Lamentos)  juntas, sentir la energía en la conexión, plantar un árbol en Israel, ir al Mar Muerto, Masada, pasar muchas horas intercambiando ideas y emociones, comidas deliciosas y conocer lugares increíbles, todo fue como una terapia y mimo al alma.

Un lugar singular

Nos impactó un centro en Jerusalem que se llama “Yad La Kashish”, donde trabajan olim jadashim (nuevos inmigrantes) de entre 65 y 95 años que no tienen una jubilación por haber llegado mayores a Israel. Es un espacio donde pueden trabajar haciendo tareas manuales de arte y artículos judaicos hermosos que luego venden al público. Para ellos es también un espacio social . Inspira mucho orgullo ver cómo Israel tiene estos lugares que aportan a la inserción en la sociedad y son también una forma de acompañar, para que las personas que allí van, no se sientan solas.

 

 

También tuvimos la oportunidad de escuchar a soldados hispanoparlantes que hicieron aliá para poder ser parte del ejército y nos contaron sobre su experiencia. Llevamos dulces típicos y dibujos que hicieron nuestros hijos y pudimos repartir a ellos como demostración de nuestro agradecimiento por su importante labor.

Mi propia visión

Para mi es un mérito muy grande haber estado al frente de nuestro grupo. Desde que llegué a Uruguay ya quise ser parte de este programa, pero mis hijos eran muy chiquitos . No olvidemos  que esas casi 2 semanas queda mi marido a cargo de todo. Sinceramente siento que supera las expectativas en todos los sentidos y volví muy motivada.

En lo personal, descubrí un espacio donde puedo dar lo que más me gusta dar de mi, que es guiar a otras mujeres a una conexión más espiritual y significativa con el judaísmo, ayudarlas a que adquieran herramientas milenarias que son nuestras para su vida práctica del día a día. A veces, en las comunidades es difícil tener una conexión auténtica y real con la vida y la ideología judía, que va más allá de la religión. La mujer es el corazón de su hogar. El corazón tiene que funcionar bien y nosotras tenemos que estar empoderadas y sentirnos plenas.

Tengo un mensaje para madres judías que aún no han participado: ¡Que se anoten! Que es una experiencia única e inolvidable para toda la vida. Un espacio enriquecedor y empoderador en lo personal pero también una oportunidad de conocer nuevas amigas que luego del viaje son hermanas.

Quiero agradecer a Semanario Hebreo Jai por ayudarnos a difundir este hermoso nuevo proyecto de la Kehilá!

 

 

Para terminar, comparto el testimonio de dos de las participantes, que me parece importante e ilustrativo leer.

 

El testimonio de Cindy Kleist

Cindy Kleist, joven conocida joyera e hija de un gran artista uruguayo, comparte su impresión del viaje  

 

“Fueron días muy especiales, durante los cuales pude detenerme a reflexionar sobre mi misma y profundizar en temas sumamente importantes, tomar un poco de distancia de lo cotidiano para poder volver más fuerte y con todo más claro. Es un viaje muy conmovedor e intenso en todo sentido.

Muchos temas, muchas mujeres, muchas visitas a hermosos lugares.

Todas mamás. Todas diferentes pero todas con mucho en común. Todas con ganas de dar lo mejor de cada una, ser mejores personas, aprender, avanzar y ayudar.

Se trabaja sobre el coraje, La Paz y plenitud en el hogar, la fidelidad y confianza, la dignidad humana, la unidad y responsabilidad mutua, la generosidad y gratitud.

Cada tema puede ser para un seminario pero la idea es al menos poder profundizar en cada uno para que cada una pueda continuar trabajando en su país.

Estoy muy agradecida por la oportunidad.

Tenemos que empezar por uno mismo para estar bien con nosotros y con los demás.

Por otra parte, quisiera destacar un momento inolvidable: la visita a Yad Vashem, el instituto  recordatorio del Holocausto, donde pude revivir la historia de mis abuelos paternos que se casaron en Alemania durante la guerra. Pero el de ellos no fue un casamiento normal. Se  casaron dentro del gueto y tuvieron que comprar el anillo a otra persona para poder casarse. Por eso el anillo tiene grabada una fecha anterior. Es lo único que tengo de ellos. Una pieza que es historia, que es familia, que son recuerdos. Un anillo con tremenda carga en todo sentido y por eso ese día, en ese paseo, decidí llevarlo conmigo.

Otro momento inolvidable fue La entrega del Sidur (libro de rezos) con nuestro nombre en hebreo. Fue un momento inesperado, una sorpresa. Estábamos con la emoción y adrenalina de ir al Kotel y unos minutos antes Efrat nos va entregando de a una el Sidur. Fue como una ceremonia, un momento sagrado. Cada una lo vivió a su forma pero todas nos emocionamos. Personalmente ver mi nombre en hebreo en el Sidur me movió mucho. Fue ver mi historia,  mi familia, mi identidad judía, en un libro sagrado y en un lugar sagrado. No lo esperaba y no me imaginé reaccionar cómo reaccioné. Me emocioné mucho. Partes de mi vida pasaron por mi cabeza y corazón en ese momento. Lloré de tristeza y emoción de poder estar allí, de poder continuar, de poder ser un eslabón de una larga cadena de mi judaísmo e identidad. Orgullo, historia, familia, seguir adelante. Reafirmar quienes somos. Todo tiene sentido y poder hacer algo por nuestra identidad es super importante. Dedicarnos tiempo, aprender, sumar contenido, para nosotros, nuestra familia y quienes nos rodean. Todo tiene sentido y me enorgullece poder ser parte de algo tan valioso.

 

Todo pasó en Jerusalem, en esta ciudad se respira magia.

 

 

El sentir de Jimena Goldberg

Jimena es argentina y llegó hace poco a la Comunidad Uruguaya

 

“Para mi un momento inolvidable fue el último día, cuando se nos pidió que escribamos una carta a nosotras mismas. Fueron días muy emocionantes y ahí realmente me di cuenta de todo lo que vivimos durante esa semana en Israel, del grupo hermoso de mujeres madres que formamos, de risas, charlas, paseos, llantos y bailes compartidos. En mi caso personal, siendo argentina y viviendo hace un año en Uruguay estoy muy feliz y muy agradecida de haber hecho esta viaje y haber conocido a este grupo maravilloso de mujeres que tanto quiero. Sin dudas,  ¡ya están en mi corazón y son mis amigas y hermanas para siempre!

 

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