Mundo Judío

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¿Por qué la Prisa por Salir de Egipto? - Por los Niños - Estamos en Esto Juntos - La Separación en la Sinagoga

 

 

No. 189

BO
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Horario de velas en Montevideo, Viernes  27/1 19.41 hs.

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¿POR QUÉ LA PRISA POR SALIR DE EGIPTO?

¿Sabe por qué comemos matzá en Pesaj? Todo empezó en Egipto. 

“Ese mismo día todas las huestes de D-os abandonaron Egipto” (Shemot 12:41). Rashi, citando el Midrash, explica: “Cuando llegó el momento de la redención, D-os no demoró el Éxodo ni por un instante.” De hecho, dejaron Egipto de prisa. 

“Hornearon la masa que habían traído de Egipto en tortas matzá, porque no habían leudado, dado que fueron expulsados de Egipto y no pudieron esperar.” (Shemot 12:39)

¿Por qué no podían esperar a que leude la masa? ¿Sabe cuánto le lleva a una masa leudar? A lo largo de los años mi esposa le ha enseñado a muchos cientos, o quizás miles de mujeres a hornear jalá. Su jalá horneada en casa es legendaria en nuestra comunidad. Así que un día le pregunté cuánto tiempo demora la masa en leudar. Unas tres o cuatro horas dijo.

No entiendo. Nuestros ancestros estuvieron 210 años en Egipto. ¿No podían esperar unas horas más? ¿Por qué el apuro? Uno podría pensar que necesitaban apurarse antes de que los egipcios cambiaran de opinión y renegaran su oferta de libertad. ¿Realmente? Después de sufrir 10 plagas devastadoras, habiendo sido golpeados física, financiera y emocionalmente, ¿querían los egipcios más problemas? ¿Era realmente una preocupación?

Seguramente estaban tan golpeados que no podían esperar liberarse de esos que les habían hecho la vida tan miserable. El Faraón mismo era un hombre quebrado sin más ganas de resistirse. Había perdido a su propio hijo en la plaga final. 

Entonces permanece la pregunta ¿por qué el apuro?

El Rebe ofrece un nuevo enfoque a esta dificultad, explicando que no eran los egipcios el problema, ¡éramos nosotros!

D-os no estaba preocupado de que los egipcios se retractaran de su oferta de liberación, sino que los Israelitas mismos cambiaran de opinión. 

“Mejor malo conocido...” dice el dicho. Debe haber sido un salto de fe grande para esclavos de toda la vida dejar la infraestructura de Egipto y dirigirse a un desierto desconocido.

Me puedo imaginar el razonamiento: Aquí tenemos techo sobre nuestras cabezas. Es verdad, no hay lujos, pero tenemos comida todos los días. ¿Qué vamos a tener en el desierto? No hay comida, no hay refugio, no hay agua. Es una locura dejar un país establecido y salir a vagar en un territorio desconocido. Incluso con todos nuestros problemas, ¿no es mejor quedarnos aquí en Egipto?

De hecho, cuando llegaron al Mar Rojo y se dieron cuenta que estaban atrapados, muchos clamaron volver a Egipto. Mejor ser un esclavo vivo que un hombre libre muerto, razonaron. 

Así que cuando llegó el momento del Éxodo, era una ventana de oportunidad dramática. Si no la hubieran tomado con las dos manos en ese mismo momento, es posible que esas y otras dudas hubieran aparecido y hubieran retrasado toda la experiencia. Gracias a D-os que aprovecharon la oportunidad.

Francamente, nos puede pasar a todos nosotros. Todos nos acostumbramos a nuestras pequeñas esclavitudes y trabajos monótonos. Pueden no ser lo ideal, pero son menos intimidantes que los desafíos que vienen con nuevas oportunidades. Con el tiempo nos cansamos y lo que antes nos parecía intolerable se vuelve aceptable.

Todos hemos tenido oportunidades perdidas en varios puntos de nuestras vidas. La casa que podríamos haber comprado, las acciones que podríamos haber vendido, incluso el hombre o la mujer con la que nos podríamos haber casado. Pero dudamos, y como dice otro viejo proverbio, “el que duda está perdido.”

En nuestra vida judía también deberíamos aprovechar las muchas oportunidades disponibles que no teníamos cuando éramos más jóvenes. Estudio regular de Torá, más tiempo en la sinagoga, una nueva mitzvá. Hay tantas ofertas hoy que fácilmente podemos recuperar cualquier oportunidad perdida.

Se requiere de coraje para aprovechar el momento y abrazar nuevas visiones y horizontes. Cuando la oportunidad nos llama, aprovechemos el momento.

POR LOS NIÑOS

"Le deberás contar a tu hijo en ese día." (Shemot 13:8)

Interesantemente, el mandamiento de volver a contar la historia del Éxodo - que es la fuente por el Séder de Pésaj anual - está dado en el contexto de la descripción de “el hijo que no sabe preguntar”, el más inmaduro de los cuatro tipos de hijos a los que debemos adaptar nuestra descripción del Éxodo. Esto nos enseña que nuestro deber de contar el Éxodo se aplica principalmente a este niño no iniciado. Debemos encontrar las palabras para inspirar incluso en este tipo de niño la gratitud a D-os por librarnos de Egipto, y de todos los Egiptos pasados, presentes, futuros, personales y colectivos.

Esto es así porque el Éxodo de Egipto fue absoluto: ningún judío quedó en Egipto. Dado que el Éxodo fue tan totalmente abarcativo, la transmisión de su mensaje debe también abarcar a cada individuo que pueda entenderlo, incluso si implica un esfuerzo extraordinario.

Al asegurarnos que incluso “el hijo que no sabe preguntar” entiende el significado del Éxodo, nos aseguramos que los otros niños lo entiendan también, de la misma forma que elevar la base de cualquier estructura automáticamente eleva también el resto de la estructura.

Séfer HaMaamarim 5734-5735, págs. 347-353.

La tercera sección del libro de Éxodo comienza cuando D-os le dice a Moisés que venga (Bo en Hebreo) al Faraón para anunciar la octava plaga. Siguen dos plagas más, luego de los cuales los judíos son finalmente liberados de la esclavitud y sacados de Egipto. D-os le dice al pueblo que observe el aniversario del Éxodo como la festividad de Pésaj.

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ESTAMOS EN ESTO JUNTOS

El rebe de Sadigora, quien era hijo de Reb Israel de Ruzhin, contó una vez la siguiente historia.

Siempre que el Baal Shem Tov visitaba cierta ciudad, se alojaba en la casa del mismo ciudadano, quien era uno de los más prósperos habitantes del pueblo. Un Viernes él llegó a la ciudad durante la temporada en que era menos esperado y se alojó en la sinagoga para pasar el Shabat. Su anfitrión de costumbre le pidió que fuera su huésped como siempre, pero el tzadik declinó cortésmente la invitación. Toda la gente del pueblo pronto se reunió en el shil, y tras las plegarias vespertinas el Baal Shem Tov les indicó que todos recitaran Salmos. Justo al acercarse la medianoche pidió que le dieran la comida que había traído para Shabat e indicó a los fieles que fueran a sus casas con sus familias para cumplir con la mitzvá de comer la cena de Shabat, y que luego volvieran. Y así toda la congregación continuó recitando Tehilim al unísono a lo largo de toda la noche. Tras haber completado las plegarias matutinas el Baal Shem Tov manifestó a su antiguo anfitrión que le gustaría aceptar la invitación para el almuerzo.

Tras kidush, cuando todos ellos estaban reunidos alrededor de la larga mesa, sintiéndose renovados por el espíritu festivo del Shabat, un gentil repentinamente entró en la habitación y pidió un trago de vodka.

El Baal Shem Tov pidió a su anfitrión que se lo diera y pidió al hombre que contara lo que sabía.

“Ayer,” comenzó el gentil, “justo antes del anochecer, el duque a quien pertenece este ducado, convocó a todos los gentiles de los alrededores y les dio armas y municiones diciéndoles que irían y destruirían a todos los judíos de esta ciudad. A lo largo de toda la noche la turba esperó impacientemente la orden de atacar. Pero justo antes del alba, llegó un carruaje trayendo a un importante oficial inspector del gobierno, quien se sentó y habló con el duque y cuando ellos terminaron el diálogo, el duque ordenó a todos los aldeanos que volvieran a sus casas.”

El Baal Shem Tov ahora se dirigió a quienes lo acompañaban a la mesa: ” Este paritz (señor feudal) es tan rico que nunca se dio prisa en vender su cereal, dado que ningún precio que le ofrecían resultaba suficiente para él. Así fue como las cosechas de muchos años se apilaron en sus graneros hasta que empezaron a pudrirse. Algunos de sus amigos, que eran acerbos antisemitas, lograron convencerlo que sus vendedores y representantes judíos eran culpables de eso, pues disuadían a los clientes de comprar su producto.

La idea de semejante conspiración se hizo carne en él y decidió tomar venganza de ellos destruyendo a todos los judíos de esta ciudad. Yo no tuve otra opción más que traer de vuelta a un antiguo compañero de escuela del duque, quien había fallecido hace cuarenta años, aunque esto el paritz no lo sabía, dado que ambos habían vivido muy alejados. La primera pregunta del recién llegado fue acerca del peligroso aspecto de los campesinos a quienes había visto por todos lados en su camino: ¿Porqué estaban armados? Y el duque le dijo que estaba a punto de vengarse de los judíos porque maliciosamente habían provocado que su cereal se acumulara pudriéndose.”

‘¡Tú no puedes decir eso!’, exclamó el inspector. ‘Puesto que yo continuamente negocio con judíos y siempre han sido honestos. Tu trata de convocarlos mañana, después de su Shabat y veras que ellos te compraran incluso el cereal podrido.’ Y ahí fue cuando el paritz salió y dijo a los expectantes campesinos que devolvieran las armas y se dispersaran.”

El rebe de Sadigora terminó de relatar la historia y se volvió hacia su hermano, Reb Mordejai Shraga de Husiatin, diciendo:

“Nos queda un problema aquí: ¿Porqué el Baal Shem Tov tuvo que tomarse el trabajo de viajar a ese pueblo? Después de todo él podría haber hecho lo que hizo sin moverse de casa. Pero el Baal Shem Tov pensó lo siguiente: ‘Si mi plan funciona, bien; pero si falla, entonces iré junto a todos los judíos de ese pueblo y compartiré su destino’.”

LA ALIÁ

Cuando se lee la Torá en público en la sinagoga (en Shabat, los lunes y jueves a la mañana, durante las fiestas religiosas y en los días de ayuno), se llama a los congregantes a una aliá. Originalmente, la persona llamada (el olé) tendría que leer personalmente una sección de la lectura. Pero dado que la mayoría no tiene el entrenamiento necesario para entonar la lectura, hay un “lector” designado que lee la sección en voz alta, mientras que el olé lee junto al lector en voz baja (o lo escucha leer).

Aliá significa “ascender”, lo que se refiere no solo subir a la mesa de lectura, sino también a una elevación espiritual. Nuestros sabios explican que D-os se expresa constantemente en las palabras de la Torá; cuando el olé va hacia la Torá, D-os habla a través de él.

Cuándo

Intente tener una aliá en estas ocasiones: a) el Shabat antes de su boda, b) durante o después de su bar mitzvá, c) durante o antes de su cumpleaños judío, el iortzai (aniversario del fallecimiento) de un padre y la circuncisión de un hijo.

Cómo

El gabai anuncia (en hebreo): “¡Levántate, fulano, hijo de fulano!”

Si hubiera un kohen presente, él será honrado con la primera aliá, y un levita recibirá la segunda aliá. En muchas sinagogas, el olé viste un talit.

Párese a la derecha del lector, quien indicará el comienzo y el final de la lectura. Toque dichos lugares con la punta de su talit (o con el cinto de la Torá) y béselo. Cierre la Torá, tome ambos mangos y recite la primera bendición.

Sostenga el mango de la Torá mientras que el lector lee su sección. Si fuera posible, siga las palabras en hebreo dentro del rollo de la Torá y lea en voz baja. Cuando concluya la lectura, bese el principio y el final de la lectura con su talit, cierre la Torá y recite la segunda bendición. Luego de su aliá, párese a la derecha de la mesa de lectura hasta la siguiente aliá.

Nota: ¿No tiene experiencia? No se preocupe. ¡El gabai lo guiará a lo largo del proceso!

 

iSinaí es una publicación de Jabad Uruguay. Pereira de la luz 1130, Montevideo.
Artículos extraídos de www.Jabad.org.uy y www.Chabad.org, publicados con permiso.
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