Hace ya varios meses, cuando pensamos en entrevistar al Cr. Isaac Perkal para esta serie, la idea giraba en torno a su trayectoria comunitaria . Ahora se ha agregado la publicación días atrás del libro “El corredor polaco”, del que es co-autor junto a Martín Kupfer. Por lo tanto, es un gusto abrir esta entrevista felicitándolo.
El libro y el conventillo
P: Isaac, permitime que comience esta entrevista felicitándote por la publicación del libro “El corredor polaco”. Si bien aún no he tenido el gusto de leerlo-sé que llegará a mí pronto y podré hacerlo- ya tengo claro de qué se trata, y entiendo entonces por qué me han contado que hubo gente llorando en la presentación días atrás. ¿Por qué te abocaste, junto con Martín, el hijo de tu amigo de infancia Hans, a escribir este libro sobre el conventillo del Barrio Sur en el que creciste?
R: Jana, ante todo, muchas gracias por esta entrevista. Es cierto lo que mencionas acerca de la presentación del libro “El corredor Polaco”. Vino no mucha gente y fue muy emocionante, hasta las lágrimas.
En relación a tu pregunta de por qué Martín y yo escribimos este libro . Te diré que en nuestras encuentros, en charlas sobre recuerdos de mi infancia y de la de su padre Hans, sentimos que debíamos dejar un legado por escrito y darle una voz a los inmigrantes, relatando nuestra historia familiar, la historia de la llegada al Uruguay, escapando de la devastación de Polonia y toda la Europa Central, y buscando una nueva vida para nuestras familias.
En cuanto al nombre del libro, la mayor parte de los que vivíamos allí éramos de origen polaco, y un visitante al conventillo nos dijo “..pero esto es como el Corrador polaco..” y así quedó este nombre
P: ¿Qué es lo que te dejaron esos años allí? ¿Qué hay de aquel conventillo en el Isaac de hoy?
R: Me dejaron muchas cosas, fundamentalmente las bases de mi personalidad y lo que me permitió forjar mi futuro familiar, profesional y fundamentalmente un pilar de mi actual resiliencia. Allí, en ese conventillo compartíamos día a día muchas vivencias con todos los que me rodeaban. Aprendía de ellos a medida que iba creciendo. Mis recuerdos son muy buenos, en todo sentido. No nos importaba si llovía, si hacía frío o si teníamos que esperar el turno para ir a la cocina o al baño.
P: ¿Dirías que recordar aquellos años es también un homenaje a Uruguay, al país que recibió a tus padres y a ti?
R: Sí, lo es. Uruguay nos dio todo lo que necesitamos sin pedirnos nada, y sin duda, gracias a esto pudimos salir adelante.
Una vida de gran actividad
P: Como recordarás, hace tiempo habíamos hablado de hacer una entrevista para la serie Historias de vida comunitaria judeo uruguayas. Ahora, de hecho, estamos ampliando lo que pensé en aquel momento. Aunque sé que sos una persona de enorme trayectoria y también de perfil bajo. ¿Qué te parece ser parte de una serie así?
R: Es cierto, soy de bajo perfil, no sé si tengo “tanta” trayectoria, pero si un camino recorrido que aun continúo, y es un honor para mí ser parte de la dicha serie de Historias de vida, como hijo de una familia que vino de los horrores del Holocausto.
P: Has ocupado durante décadas distintos cargos de responsabilidad en el ámbito comunitario uruguayo, de actividad judía y sionista. ¿Cómo te parece que debería entonces presentarte en lo relacionado a eso?
R: Como Tesorero para América Latina, de la Agencia Judía para Israel, cargo que tuve durante muchos años, y que me permitió visitar casi todos los países de América Latina. Al finalizar mi actividad, en todos los países he recibido diferentes agradecimientos entre ellos, de la Colectividad de Venezuela, una muy hermosa plaqueta cuya dedicatoria expresa el vínculo que mantuve a lo largo del tiempo con todas las Colectividades.
Hoy en día sigo siendo aún asesor de la Organización Sionista Mundial.
P: ¿Hay una actividad, una iniciativa, un cargo, que te pinta de cuerpo y alma, o son todos eslabones en una larga cadena en la que de hecho no se puede quitar nada?
R: Es cierto lo que decís, mi trayectoria es una larga y continua cadena que se entrelaza con mi profesión de Contador. De este entretejido rescato mi actividad académica, aquí como profesor de Marketing Internacional, en la Ucudal y en la Universidad Católica, y también en el exterior pues fui contratado por varios organismos Internacionales para dar cursos sobre esta materia, (Centro de comercio Internacional de Ginebra, Aladi, Alacci, y otros) recorriendo muchos países de América Latina.
Estuve 9 años viajando, conocí todo tipo de lugares, alguno de ellos insólitos, como Iquitos, Perú, donde di cursos en un hotel a 100 metros del Amazonas, o Sinaloa en México, donde estaban los carteles de narcos.
P: De esas cosas que seguramente te dieron varias anécdotas para recordar….
R: Muy cierto.
Los orígenes
P: Isaac, vayamos al comienzo, antes de entrar en detalles sobre tu actividad comunitaria. ¿Dónde y cuándo naciste?
R: Nací en Wroclaw, Polonia, el 10.06.1947.
Es una larga historia como las que tenemos los hijos de padres con sus vivencias del Holocausto. Te cuento: mis padres nacieron y vivieron en Varsovia, pero en el fatídico día del primero de setiembre de 1939 estalló la guerra, los alemanes atacaron Polonia y entraron en Varsovia. Mi madre hizo lo posible para escapar, como todos los judíos que vivían allí, y ella lo logró. Perdió a toda su familia, pero mi madre y mi abuela, estuvieron ocultas con los partisanos en Ucrania. Es casi increíble que hayan logrado salvar su vida. Mi padre perdió toda su familia (esposa e hijo) , pudo escapar a Rusia donde lo enviaron a trabajar en Cheliabinsk (en la frontera entre Rusia y los Urales) durante la guerra.
En 1945, al terminar la guerra, tanto mi madre como mi padre se fueron a Wroclaw, donde se conocieron, se casaron y tuvieron a su hijo al nacer yo
En 1949, cuando yo tenía dos años, decidieron ir a Argentina, pues mi padre tenía familiares en Buenos Aires, pero no pudieron entrar pues su documentación no se los permitía, así que se quedaron a vivir en Uruguay, lo cual mirado en la actual perspectiva, fue milagroso.
P: Eso te iba a decir, tuviste suerte que ellos se quedaron en Uruguay. ¿Cómo era el hogar en el que creciste? ¿Dirías un típico hogar de inmigrantes? Claro que estoy aquí volviendo también al libro.
R: Sí, era un hogar de inmigrantes, pero diferente de muchos otros en cierto sentido. Lllegamos a Montevideo y nos fuimos a vivir a un conventillo, (creo que era el último conventillo que existió en Uruguay, luego del Medio Mundo), y no teníamos ninguna familia.
P: ¿Qué te parece que te forjó? ¿Qué había en tu hogar que puede explicar aquello a lo que has dedicado tu vida?
R: Sin ninguna clase de dudas, la vida en el conventillo. Me formó para siempre. Éramos 7 familias de inmigrantes, la mayoría judíos, que vivíamos alrededor de un patio. Todos procedentes de Europa, ayudándose mutuamente, sin perjuicio de lo difícil que podía ser la convivencia.
De todas formas la vida cotidiana era buena y de ayuda mutua; especialmente con la familia Kupfer que tenía un hijo de 7 años, Hans, quien jugaba conmigo, me traía libros para leer, me llevaba al teatro, a vacaciones, entre otras cosas. Ahora pienso que era como mi hermano mayor, el que siempre quise tener.
P: Muy emotivo…y justamente con Martín, el hijo de Hans, es que escribiste el libro sore el conventillo. Me permito decir que es también un homenaje a Hans, una forma de expresarle un agradecimiento póstumo.
R: Es cierto. Fue tan rico este vínculo de dos niños (hijos únicos ambos) que pienso que cambió mi vida por completo.
Trabajo, comunidad, sionismo y familia
P: Tú sos contador de profesión, si no estoy equivocada ¿Siempre se entrelazaron tu profesión con tu activismo comunitario?
R: Las dos cosas se juntaron siempre, contador por un lado, y activista comunitario por el otro, sin ningún problema
P: ¿Y el sentimiento sionista? ¿Por qué?
R: Porque siempre viví con esto, es parte irrenunciable de mi ser.
Desde mi infancia en mi casa se hablaba Idisch, pero acerca de lo vivido en Polonia generalmente era un silencio rotundo. Las esperanzas e ilusiones estaban fijadas en el nuevo Estado de Israel, se vivían todas las fiestas judías, transmitiéndome lo importante del ser judío.
P: A nivel comunitario ¿Qué institución ha sido tu principal hogar?
R: De chico iba al Vadoir (conocido mejor como la sinagoga del Rabino Milevsky), luego a la Kehila y posteriormente a la NCI.
P: ¿Cómo ves hoy a la colectividad judía uruguaya? Logro y debes…
R: Yo tengo una visión positiva de la colectividad, porque tengo un núcleo de amigos muy fuerte vinculados a esto. Además las escuelas tienen su aporte importante. Mis hijos fueron a escuelas judías, a tnuot (movimientos juveniles), viajaron al terminar el liceo al programa Shnat de un año en Israel, y la frutilla de la torta, mi sobrina, Carina Ancis, es la actual Directora de Educación Judía de la Escuela Integral.
En cuanto a los debes, hay muchos judíos que no se reconocen como tales, y por otro lado, y este es un fenómeno global, cada vez somos menos.
P: A nivel personal ¿me podés contar sobre la familia que formaste?
R: Estoy casado con Alicia (Lic en Psicología), tenemos dos hijos, Fabián que trabaja en mi estudio contable y que está casado con Leticia Smaisik, y Paola quien se recibió como Master en Barcelona en Documental Creativo.
Quebrantos de salud
P: Isaac, yo sé que has lidiado con una dura enfermedad. ¿Qué empuja a combatirla, a seguir adelante a pesar de la adversidad?
R: Ana, es correcto lo que indicas. Fueron 8 años, comprometido con varias enfermedades, no una sola, sino con tumores, y 6 operaciones de marca mayor. Fue así que durante esos años, el Hospital Británico ha sido como casi mi segunda casa, tanto que aun cuando entro como internado en al Hospital o a la sala de operaciones, los enfermeros me saludan porque ya me conocen.
Cuando tuve mi primer tumor, pensaba que quizás de esta no salgo, pero internamente me decía que por lo menos quería vivir 2 años más. Con esto me conformaba. Entonces, cada vez que salía de una operación, lo aceptaba mejor.
Tengo que decirte algo que creo muy importante destacar, la calidad de los médicos y el vínculo que tenía con ellos, unido al sostén de toda mi familia, me ayudó a enfrentarme a todas estas situaciones. Estos médicos y enfermeros hasta el día de hoy al encontrarme aun me reconocen y charlan conmigo.
Me parece que lo importante para un paciente es la empatía con los vínculos que juega un rol sumamente importante, tengas lo que tengas.
P: No te imaginás cuánto te entiendo. Y me alegra que puedas contar ahora todo como parte del pasado. ¿Sentiste alguna vez dudas sobre el desenlace? ¿Temor?
R: No, solo una vez tuve que ir al psicólogo, porque antes del tratamiento de un tumor de pulmón, me asusté y pensé que quizás de esta no salía.
Mi duda era la quimioterapia que tenía que soportar, algo que es cruel sin duda.
P: Cuando uno se enferma y tiene que luchar ¿sentís que cambia las perspectivas de las cosas?
R: Sin duda alguna, es otro mundo, pero existen muchas formas de ayuda. Por por ejemplo las nurses especializadas en quimioterapia, organizaban cada fin de año un encuentro con sus pacientes. Era un momento muy especial en el que nos juntábamos y venían diferentes actores, conjuntos de bailes, cantantes y otras actuaciones.
P: Y nunca se debe subestimar la importancia de estas iniciativas.
R: Así es. Uno de estos encuentros fue muy emotivo, porque cantamos todos juntos la canción “Resistiré” del Dúo Dinámico, muy conmovedora donde manifestábamos lo que sentíamos. La letra de la canción dice:
“Resistiré, erguido frente a todo, me volveré de hierro para endurecer la piel y aunque los vientos de la vida soplen fuerte, soy como el junco que se dobla, pero siempre sigue de pie”…
P: Muy fuerte Isaac...
R: Pero un par de años después, hice una crisis intestinal muy severa, con un fuerte nivel de dolor. Me internaron, comencé a gritar y gritar sin parar, por lo cual armaron rápidamente un equipo médico, me durmieron de inmediato, sin mayor protocolo y desperté en el CTI donde estuve más de 15 días.
Cuando me llevaron a operar, solo pensaba en el sufrimiento, mi mente había bloqueado cualquier otra cosa que no fuese esto. Recuerdo que miré para atrás y vi que había como 15 personas esperando que me llevaran. En un par de horas llegaron junto con la familia, muchos amigos, que se quedaron esperando también. Inclusive subió el Dr. Henry Cohen para hablar con Alicia y le dijo que confiara en mis fuerzas.
Me desperté en el CTI, más que maltrecho, pero había una nurse esperándome. Me pregunto cómo me sentía, y le dije maravillosamente bien, pues no tenía dolor. Después me dijeron que había tenido un infarto de mesenterio, lo más doloroso que existía, y me hice una frase: “infarto de mesenterio, camino al cementerio”.
P: No perdiste el buen humor…humor negro en este caso.
R: El humor, a pesar de todo es invalorable. Pero nada es gratis, perdí un intestino y estuve un año y medio con una ileostomía, “ano contra natura”, , hasta que lo reconstruyeron y pude volver a la normalidad
Pero el ser humano es complejo, en el CTI solo soñaba en tomar agua, y me juré a mí mismo que cuando saliera iba a ser una persona diferente con distintas prioridades. Pero en la práctica paso un mes y volví a ser el de antes…
A modo de conclusión
P: ¿Qué es para ti hoy lo más importante?
R: Mi familia, su salud y desarrollo, y también el sentirme útil.
P: Sin duda, las prioridades de la vida bien claras. ¿Algo que quieras agregar?
R: Agradecerte por dejarme expresar mis sentimientos y poner en palabras parte de mi historia.
P: Soy yo la agradecida querido Isaac. Te deseo que disfrutes a tu familia hasta los 120, siempre con salud, y haciendo cosas que te hagan bien.
R: Muchísimas gracias.