a. El imperativo moral: la igualdad de todos los seres humanos y su dignidad inalienable.
Percepciones de género han tenido injerencia en la conformación de la halajá, y han sufrido transformaciones drásticas en el último tiempo y puertas que antaño estaban selladas para las mujeres hoy comienzan a abrirse. Como consecuencia, también la posibilidad de comprometerse con el cumplimiento de la ley y de la práctica judía tradicional en su totalidad, en lugar de quedar reducidas al cumplimiento de leyes vinculadas con el mero campo doméstico, se presenta hoy como un llamado moral al que todos debemos atender.
En el Movimiento Masortí nos mueve la firme convicción de que la ley judía posee sin dudas los elementos y recursos para fomentar el proceso de igualdad. Como judíos comprometidos –tanto con la tradición como con los más elevados valores morales que vemos reflejados en la misma— y como conocedores de la ley es nuestra obligación moral completar este proceso ya insinuado por los Sabios y por los legistas medievales.
Así como afirmamos el derecho de la mujer a llevar una vida judía plena y a participar del ritual judío en un pie de igualdad con el hombre, entendemos que nuestro Movimiento alberga un amplio espectro de comunidades, algunas de las cuales aún no ven como necesidad imperiosa la apertura hacia una práctica igualitaria.
b. La ruptura con preconceptos erróneos acerca de la halajá y del lugar de la mujer en ella.
Muchas veces la presentación parcial y sesgada de la halajá se instala en el imaginario social judío y se convierte en un preconcepto acerca del tratamiento de la halajá de determinados asuntos, como, por ejemplo, el lugar de la mujer en cuanto al cumplimiento de ciertas prácticas rituales.
Rabinos, intelectuales y eruditos abocados a clarificar el tratamiento de la halajá en cuanto a cuestiones que resultan troncales para Movimiento Masortí han logrado demostrar que, muchas veces, las posiciones halájicas acérrimas en cuanto a la exclusión de la mujer de determinadas prácticas, no representan el consenso o la visión halájica original –tal como ésta es presentada en las distintas capas de la literatura rabínica y su posterior tratamiento a manos de los legistas medievales.
A modo de ilustración, basta aquí con mencionar los estudios eruditos del catedrático y rabino D. Golinkin, quien ha demostrado que la prohibición de colocarse tefilín para mujeres jamás ha sido unánimemente aceptada, sino que siempre ha habido voces de disentimiento e incluso posiciones en distintos estratos de la literatura rabínica, que ven en estas prácticas una obligación que recae tanto en hombres como e mujeres por igual. Asimismo, Golinkin ha constatado la existencia de testimonios históricos acerca de mujeres que realizaban estas prácticas en distintas épocas.[1]
Del mismo modo, la rabina y profesora universitaria P. Barmash ha demostrado a través de un análisis minucioso de la literatura rabínica y de la halajá medieval que cierto principio legal por medio del cual se suele justificar la exclusión, o exención, de las mujeres en el cumplimiento de ciertas prácticas,[2] está lejos de ser una ley aceptada por el consenso talmúdico y que incluso grandes legistas medievales, como por ejemplo Maimónides no consideran este principio válido o vinculante.[3]
Así como estos, podrían ser citados muchos otros estudios y responsas desarrollados por referentes del Movimiento Masortí, cuyo objetivo es vindicar el lugar de la mujer en su compromiso con las mitzvot, y destituir ciertas visiones equívocas y anquilosadas acerca del mismo. Sin embargo, consideramos esto suficiente a los fines de esta publicación e invitamos a quienes quieran profundizar en el abordaje de este tema en el seno de nuestro Movimiento a considerar el material bibliográfico que se señala a continuación.
Referencias bibliográficas para la profundización de los temas aquí tratados:
vM. Susskind Goldberg, “La mujer y la lectura de la Torá en público”, trad. Diana Vila, en Aprender y Enseñar. Cuadernillos de estudio sobre la mujer en la ley judía, Nro. 2, Centro de Investigación sobre la Mujer en la Ley Judía, Instituto Schechter de Estudios Judaicos, Jerusalem, 2004. Ver: https://www.responsafortoday.com/.
vM. Susskind Goldberg, “Las mujeres en el minián y como shelijot tzibur”, trad. Diana Vila, en Aprender y Enseñar. Cuadernillos de estudio sobre la mujer en la ley judía, Nro. 3, Centro de Investigación sobre la Mujer en la Ley Judía, Instituto Schechter de Estudios Judaicos, Jerusalem, 2004. Ver: https://www.responsafortoday.com/.
vD. Golinkin, El estatus de la mujer en la halajá: responsa, El Centro para el Estudio de la Mujer en la Halajá, Instituto Schechter de Estudios Judaicos, Jerusalem, 2001. (El original ד. גולינקין, מעמד האישה בהלכה: שאלות ותשובות, המרכז לחקרen hebreo disponible está א"תשס, ירושלים, שכטר מכון, האישה.Existe una traducción al inglés disponible: D. Golinkin, The Status of Women in Jewish Law: Responsa, The Center for Women in Jewish Law, The Schechter Institute of Jewish Studies, Jerusalem, 2002.)
vR. Gordis, Entendiendo el judaísmo conservador, Asamblea Rabínica de los Estados Unidos de América, Nueva York, 1978, pp. 85-92. Texto original solo disponible en inglés: R. Gordis, Understanding Conservative Judaism, The Rabbinical Assembly, New York, 1978.)
[1]Véase, por ejemplo: D. Golinkin, El estatus de la mujer en la halajá: una colección de responsa, El Centro para el Estudio de la Mujer en la Halajá, Instituto Schechter de Estudios Judaicos, Jerusalem, 2001, pp. 40-43 (en hebreo)
[2]En hebreo se conoce este concepto como גרמן שהזמן עשה מצוות, es decir, leyes positivas limitadas en –o determinadas por— el tiempo. En este caso, el cumplimiento de una determinada práctica está supeditado a su realización en un momento determinada del tiempo. Por ejemplo, el precepto de leer el libro de Esther en Purim es un precepto positivo y a su vez limitado en el tiempo. Es decir, existe una obligación según la ley ritual de leer la Meguilá, pero su cumplimiento depende de su ejecución en un momento determinado: la noche y el día de Purim. Quien lea la Meguilá en cualquier otro momento, se deleitará en la narración de la historia que conmemora aquel día, pero no cumplirá con su obligación de haber leído la Meguilá en tiempo y forma.
[3]Véase: P. Barmash, “Women and Mitzvot,” a responsum handed to the CJLS, 2014.