Primera parte
Ella Waweya (32)- se pronuncia Ela- oficial en la Unidad del Portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel (Dover Tzahal) en la que se desempeña como sub-jefe del departamento en árabe, es una orgullosa ciudadana árabe israelí. Realizó su primer título en Comunicaciones y el Master en Gobierno, este último en el Instituto Interdisciplinario de Herzlia. Se especializó en redes sociales.
Ella es de la localidad árabe israelí Kalansua, cuyos habitantes son todos musulmanes. Tiene 3 hermanos varones y una hermana, todos mayores que ella, todos con estudios y trabajos profesionales. Perdió hace un año a su papá, que falleció de Coronavirus. Tiene 13 sobrinos. Sus padres eran originalmente agricultores. Su mamá sigue cultivando frutillas.
P: Ela, me gusta empezar por las raíces, para conocer el trasfondo de tu situación actual. ¿Había algo en tu familia, en tu educación y la forma en que te criaste, que mirando hacia atrás puede explicar lo que eres hoy, la decisión tan fuerte que tomaste de enrolarte a las Fuerzas de Defensa de Israel?
R: Ante todo te cuento que ninguno de mis hermanos hizo ni servicio militar ni servicio civil, de carácter social. Yo soy la primera de la familia. Siempre me interesó mucho el tema del servicio militar. Recuerdo que cuando de chica jugaba con mis hermanos, mi hermana siempre quería ser novia , uno de mis hermanos hacía de abuelo y yo siempre quería ser soldado. No puedo explicar por qué. Me atraía. Cuando hablo de eso con mi hermana me dice que yo siempre quería ser la defensora y protectora de la casa, a pesar de ser la menor. La verdad es que hasta ahora, también mi hermano de 42 años, cuando precisa algo me llama a consultarme a mí, a asesorarse. Me dicen que sienten una especie de protección cuando hablan conmigo.
P: Y hoy eres oficial en las Fuerzas de Defensa de Israel.
R: Exacto. Y en mi unidad, Dover Tzahal, el portavoz del ejército, siento que en mis contactos con los medios árabes, cuento la verdad sobre Israel, y que con ello aporto a mi país.
P: Es muy interesante todo este desafío de explicar a Israel a medios árabes que informan desde Israel, una situación que hace muchos años no existía.
R: Así es. Es un gran desafío, y siento que es muy productivo.
Los comienzos y el dilema de identidad
P: Ella, tratemos de analizar de dónde vino esto, tu deseo de enrolarte.
R: Creo que en realidad ya de chica entendí que ejército es para la defensa. Por otro lado, está claro que en aquellos años yo no sabía realmente lo que es el ejército, no sabía nada de los judíos. Vengo de una sociedad muy conservadora y cerrada.
P: ¿No tenías contacto con la sociedad israelí fuera de Kalansua?
R: No salía a ningún lado fuera de Netanya, adonde iba con mi abuela los viernes, a la feria. No conocía realmente a los judíos. Solamente a Kalansua, a la gente a mi alredeor, los amigos de la escuela y mis maestros. Y creo que justamente eso hizo que sienta tanta curiosidad. Pero hay que decir que tampoco los judíos conocen bien. Hay muchos que dicen que si soy árabe y musulmana, soy palestina y considero que es un error. Lo sé de mis propios abuelos, que en realidad no son de origen palestino. Los padres de mi mamá llegaron de Egipto y los de mi papá, de Siria. Aclaro que no es que me moleste tanto, no es una maldición o un insulto decrile a alguien que es palestino. Son gente como todos, todo bien. Pero cuando me decían “árabe del 48” o “palestina”, me creaba confusión.
P: Lo de “árabe del 48” se refiere a los árabes que se quedaron en el territorio de lo que en el 48 fue declarado como el Estado de Israel.
R: Exacto. Y esas definiciones me causaron cierto dilema. Y cuando estalló la segunda intifada y yo tenía 12 años, el dilema se acentuó, cuando miraba con mis padres todo el tiempo Al Jazeera.
P: No es el mejor canal para mirar si uno quiere sentirse parte de Israel.
R: Son muy críticos. Hoy trabajo con ellos, o sea estoy en contacto como representante de Dover Tzahal . Y para mí, es como cerrar un círculo.
P: Muy interesante
P: Los llevo al terreno y ellos entrevistan a soldados y oficiales de Tzahal. En aquel entonces, a los 12 años, cuando miraba Al Jazeera en la segunda intifada, lo que veía era soldados siempre enfrentados y chocando con palestinos. Y yo no entendía . Mis padres no me explicaban.
P: Pero explícame por favor…¿qué es lo que te causaba dilema? ¿Qué en la feria con tu abuela veías judíos normales y en la tele te presentaban a monstruos?
R: No. El dilema es que yo sabía que soy parte del Estado de Israel pero no me definían como israelí. Tampoco en la escuela entendí que soy israelí. A los 13 años, después de la segunda intifada, empecé a escribir porque tenía muchas preguntas sobre mi identidad y no tenía a quién preguntar. Por ejemplo, quería entender por qué nací musulmana. O por qué tengo que ser musulmana necesariamente por el hecho que nací en una familia musulmana. Hasta me preguntaba por qué me habían dado un nombre y yo no lo podía elegir sola. Al final , a los 19 años, me cambié el nombre.
P: ¿Cómo era antes?
R: Aláa que significa algo así como todas las cosas que Dios entrega al ser humano. Es Dios en femenino. Y sentí que eso correspondía con mi sentimiento de fe en mi misma. Seguí escribiendo y planteando preguntas a las que nadie podía responder porque no tenía a quién preguntarle.
P: ¿Y el tema de la identidad?
R: Ese dilema me acompañó hasta los 16 años. A esa edad entendí que recibo cédula de identidad como todos los demás, como todos los ciudadanos de Israel. Vi que es azul y entendí que eso significa que soy israelí. Pero aún así tenía preguntas.
P: ¿Por qué eras distinta de la mayoría?
R: Sí. Y por qué tenía que ir con la cabeza cubierta.
P: ¿Tu mamá y tu abuela iban-o van con hijab, con la cabeza cubierta?
R: Sí, y también mi sobrina de 16 años.
P: ¿Y tú nunca fuiste creyente? ¿O religiosa?
R: Entre los 16 y 18 años iba con la cabeza cubierta. Pero no sé si decir si era por fe o porque crecí con eso. Es parte de la cultura, de la educación que recibí. En el liceo vi que todas las chicas iban con la cabeza cubierta, se comprometían, y yo era diferente. Pero era diferente también cuando viajaba a Netanya. Entodos lados sentía algo distinto. Y cuando a los 16 años recibí la cédula , sentí que puedo elegir adónde pertenecer. Y les dije a mis amigos, todo bien que soy árabe y musulmana pero también soy israelí. Nací aquí, crezco aquí . Y sí, había cosas que me molestaban y quería cambiar ¿pero cómo hacerlo? En ese momento decidí estudiar Comunicaciones para poder ejercer influencia, hablar, explicar . Y para mí era importante hablar de las cosas que conectan a todos los ciudadanos, lo que nos une.
P: ¿Y no te preguntaste cómo puede ser que recién a los 16 años te das cuenta que sos israelí?
R: Hay varios elementos responsables de ello y el tema comienza con la educación , aunque puedo entender a mis padres, que querían preservar la cultura árabe y muuslmana, no querían que nos mezclemos demasiado. El hecho es que somos un país de convivencia, multicultural, algo que a mí me gusta mucho porque nos permite conocen distintas culturas y formas de vivir. Pero puedo entender que eso puede asustar a minorías que temen que su cultura y educación se vean tragadas por la mayoría.
P: Entiendo. Aparte de los viernes de feria con tu abuela en Netanya ¿cuándo empezaste a conocer realmente esa realidad israelí que tanto te gustó?
R: Un poco antes de los 16 años participé en un proyecto de Niños por la Paz, un proyecto judeo árabe después de las horas de clase. Yo conocía a comerciantes judíos que venían a casa, amigos o conocidos de mis padres,por las frutillas que cultivaban, pero no es que yo tenía diálogo. Y en ese proyecto por primera vez realmente conversé con judíos, de mi misma edad. Otro tema es el hebreo, mi idioma no era tan bueno. Otra cosa que ayudó es que tras recibir la cédula, empecé a trabajar en Hertzlia , conocí gente y entendí que los judíos no me quieren hacer daño, que la realidad no es lo que me muestran por televisión. Que puede haber discusiones pero eso es normal.
Familia e identidad
P: Me pregunto cuál era la línea que oías en tu casa. Una cosa es el deseo de preservar la cultura y otra es si se hablaban con hostilidad sobre el país y los judíos.
R: No. Se hablaba sobre religión y sobre los campos de frutillas. Había mucha ignorancia sobre el otro lado. Hoy es distinto, ineludiblemente todos se conocen más.
P: ¿Tu familia se consideraba, desde el punto de vista de identidad, israelí?
R: Creo ante todo que mi familia cambió desde que yo entré al ejército. Esto influyó mucho sobre ellos. Pero te diré que por ejemplo a mi hermana la identidad que más le importa es que es musulmana. Es muy religiosa y creyente. Mi familia dice que quiere vivir aquí. Mi mamá ha estado conmigo en ceremonias militares y me dice que nunca le gustó que yo esté en el ejército pero que hoy que ve mi sonrisa y ve cuánto todos me quieren, eso es lo que más le importa.
P: Además del tema personal, a través tuyo conocieron cosas de Israel que no conocían.
R: Por supuesto. Les cambié muchos conceptos a los que no habían estado expuestos antes. Inclusive diría que hoy mi mamá sigue siendo religiosa pero es más liberal. Acepta cuando conversamos, si yo le hablo de amor, y de vivir juntos, y le cuento cosas que aprendí de la religión judía , le muestro cosas que tenemos en común. Y así ella logra aceptar mejor a otros. Mientras nadie dañe a sus hijos, todo bien con ella. Una madre no precisa nada más.
En enrolamiento, el secreto, la convicción
P: ¿Y cómo reaccionaron en tu familia cuando dijiste que quieres enrolarte a Tzahal?
R: No les dije nada. Yo misma no era consciente antes de que siendo árabe musulmana puedo enrolarme o hacer servicio social nacional. Mientras estudiaba el primer título hice Servicio nacional en el hospital Meir de Kfar Saba. Y allí comencé a entender realmente que puedo también hacer servicio militar. Decidí que lucharía para llegar a ello. Sentí que era mi sueño estar de uniforme , que el ejército me resolvería todos los dilemas.
P: En el servicio nacional, que es en pro de la sociedad ¿sentías que aportabas a tu propio crecimiento y a la comunidad en general?
R: A todos. Era muy humano ayudar a pacientes internados. Es imponente lo que se siente. Eso también mejoró mucho mi hebreo. Ayudaba a familiares que llegaban a la emergencia y así ayudaba también a la sociedad en general. Y claro que también al país, a todo el país, a todo el pueblo de Israel. Así lo veía yo. Si había una señora anciana a la que nadie ni veía y me pedía un vaso de agua, cuando se lo llevaba yo sentía que había salvado una vida. Pues hice el servicio nacional un año, terminé en el 2012 y al mismo tiempo terminé el primer título de los estudios. Y ya empecé al proceso para enrolarme. Decidí hacerlo sea cual sea el precio. Entendí que debería pagar muchos precios.
P: ¿Más que nada en Kalansua, en la sociedad árabe?
R: Claro. Más que nada tomando en cuenta que soy la primera persona de Kalansua, y por cierto la primera mujer, que se enrola al ejército. La primera mujer de toda la zona conocida como “el triángulo”.
P: Primero fuiste voluntaria…
R: Así es. Entré al ejército el 11 de setiembre del 2013, ese fue mi primer día de uniforme. Claro que a diferencia de todas las demás chicas, yo llegué a la central de enrolamiento sin familia que me acompañe porque mi familia ni sabía lo que yo estaba haciendo.
P: ¿Y qué les decías, dónde estás?
R: Lo que me ayudó en ese sentido era que ya a los 19 años me había ido a vivir fuera de casa porque había empezado a estudiar. A esa edad empecé a estudiar, a trabajar, vivía afuera. El ejército me reconoció como “soldada solitaria”, un estatuto que dan a los soldados que no tienen a sus padres en el país o que por algún conflicto no están en contacto con ellos. En mi caso, no podía contarles.
P: ¿Nunca sospecharon?
R: Todo funcionó bien hasta que un día llegué a casa-siempre de civil por cierto- y puse mi uniforme sobre la cama porque no sabía cómo lavarlo. Estaba mirándolo y de repente mi mamá entró a la pieza.Entendió que era un uniforme de Tzahal pero no entendía qué hago yo con eso. Capté su mirada muy enojada, hubo un diálgo nada agradable , me preguntó qué es eso, le pedí que lo lave, sin responder a todas sus preguntas , le dije que me alegrará si me lo lava y ya está. Al final no aceptó lavarlo. Pensaba que era algo relacionada al hecho que también de niña me gustaban las cosas del ejército. Y luego me dijo que si realmente me enrolé, no quiere que nadie se entere, tampoco mi padre ni mis hermanos. Y agregó: si ya entraste, sal de allí, y si aún no, que no se te ocurra entrar. Y desde entonces, no hablamos sobre el tema hasta el 2015.
P: O sea que en realidad, no tenía claro si habías entrado al ejército o no.
R: Exacto. En el 2015 fui elegida como soldada sobresaliente, destacada, una del grupo de soldados que en el Día de la Independencia son recibidos por el Presidente de Israel. Y yo quería tener a mi familia conmigo en ese momento. Pero claro que no podía invitarlos. Le conté sólo a uno de mis hermanos, Yusri, el menor de los varones.
P: Casi se desmaya me imagino.
R: Sí, estaba en shock. Fue por teléfono. No entendía nada. No me creía hasta que le mandé una foto de uniforme. Me volvió a llamar y pidió que le explique qué está pasando. Le dije que hace ya más de dos años estoy en el ejército y que ahora me eligieron como soldada sobresaliente. Al final me dijo que me acompañará a la ceremonia. Y así fue. Y era la persona más emocionada allí.
P: No me digas…qué imponente.
R: El haberle contado también hizo que nos convirtamos en los mejores amigos del mundo, porque además de ser mi hermano, ahora había confiado en él para contarle algo muy personal. Y él guardó el secreto . Pero el secreto no duró más de 24 horas, por la repercusión en los medios de comunicación.
P: Que reportaron sobre el acto en la residencia presidencial.
R: Exacto. El acto había sido el jueves. Al día siguiente yo estaba en Beit Hajaial en Haifa, una hostería para soldados, y de repente empiezo a recibir muchísimos mensajes en mi celular. Veo que tengo muchos de mi famillia, muy enojados, por la mentira, por el engaño. Para mi lo peor fue lo de mi hermana, ya que para mí, mi hermana viene enseguida después de Dios. Es todo para mí en mi vida. Es mi mejor amiga, aunque no le conté. Resultó que habían visto una nota sobre la ceremonia, en la que entre otras cosas decía que una de las sobresalientes era Ella de 26 años de Kalansua…. Y todos saben que yo soy la única. La cara no se veía, pero me reconocieron también por lo que se veía de mi cabello. Fue muy difícil. Pero después, gradualmente, todo cambió.