Mundo Judío

MiSinai

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No. 126
Vaietzé
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Horario de velas de Shabat en Montevideo, viernes 12/11  19.07  
Demás localidades ver en  www.jabad.org.uy

LA PLEGARIA DEL POBRE

Por Naftaly Silberberg 

La partida de Jacob de la casa de sus padres en Israel y su viaje a Jarán es una metáfora de la dolorosa excursión experimentada por toda alma judía. En Jarán Jacob trabajó para su tío Labán, quien lo maltrató terriblemente. Sin embargo, tuvo éxito en amasar una gran riqueza y, lo más importante, desposó a las hijas de Labán y crió y educó una familia judía justa en medio de un mar de corrupción. El alma también abandona el seno de su Padre y desciende a un mundo hostil. Ella también, tiene la habilidad de prosperar en su nuevo entorno, para amasar una gran riqueza espiritual y establecer un hogar judío ¡que enorgullece a su Padre!

Antes de que Jacob viaje a Jarán, hace una importante parada técnica en el Monte del Templo. En este lugar más santo, ofrece plegarias a D-os, rogándole la fuerza y fortaleza para tener éxito en la difícil misión que tiene por delante. En efecto, de acuerdo a las palabras de nuestros sabios, la escalera que le fuera mostrada a Jacob esa noche en su sueño profético, la escalera que estaba "ubicada en la tierra y su extremo llegaba al cielo" es una alusión alegórica a la plegaria. La persona que ora apropiadamente asciende una escalera espiritual, peldaño tras peldaño, hasta que llega a la cima, "su extremo llegaba al cielo", durante la plegaria de Amidá.

Tomando el ejemplo de Jacob, antes de confrontar el "hostil" entorno laboral, el alma se refugia en el santo ambiente de la sinagoga, cuando ora por el éxito en la misión del día.

El rey David escribió: "Una plegaria del pobre cuando se abre y vuelca sus palabras ante el Señor". El santo Baal Shem Tov interpreta este versículo al estilo jasídico, agregando una maravillosa nueva profundidad al ya profundo mundo de la plegaria

Las diferentes personas enfocan la plegaria con diferentes actitudes. Todos tenemos tantas necesidades y deseos que nos presionan que nos acercamos a D-os con un largo listado de pedidos. Sin embargo, el pobre, la persona verdaderamente humilde que siente que no tiene nada, sólo tiene un pedido: Su plegaria es que tenga el honor y el placer de "volcar sus palabras ante su Hacedor". Se da cuenta que no hay privilegio más grande que la oportunidad de desahogarse tres veces al día ante el Rey de reyes. D-os es nuestro padre y nosotros somos Sus hijos amados. ¡Cuan afortunados somos que nuestro Padre Celestial tiene una política de puertas abiertas para Sus hijos!

Muy a menudo nuestras plegarias son egoístas. Mientras que el enumerar nuestras necesidades es una parte vital y fundamental de la plegaria, nunca debemos perder de vista el aspecto más destacado de la plegaria, es un momento de trascendencia; un momento en el que tenemos toda la atención del Amo del Universo. ¡Qué privilegio!

 

AÑORANDO EL HOGAR

[Labán le dijo a Jacob] “Te fuiste ahora porque añorabas continuamente la casa de tu padre.” (Bereshit 31:30)

La estadía de Jacob con Labán predijo nuestra propia estancia en el exilio. Así como Jacob estaba lejos de su casa física e inmerso en un ambiente que se oponía a la espiritualidad, nuestro exilio comprende tanto una diáspora física como, y más importante, la oscuridad espiritual del mundo no redimido. Y así como Jacob nunca estuvo cómodo en su lugar en el exilio y constantemente anheló volver a la casa de su padre, así debemos nosotros anhelar constantemente regresar a la “casa” de nuestro Padre. No importa cuán exitosos seamos en cumplir con nuestra misión Divina en el exilio, nunca debemos sentirnos “en casa” estando en él.

Cuando consideramos por cuánto tiempo ha continuado el exilio, podemos sentir erróneamente que nuestro anhelo no ha dado ningún fruto. Sin embargo, la verdad es que cuanto más nos damos cuenta de lo que significa nuestro exilio espiritual, tanto más se intensifica nuestro anhelo por la Redención Mesiánica, lo que a su vez acelera la Redención.

Hitvaaduiot 5746, vol. 1, págs. 655, 656, 664, 665.

Génesis (Bereshit) 28:10 – 32:3

La séptima sección del libro de Génesis comienza con la crónica del tercer patriarca, Jacob. Se inicia cuando el se va (Vaietzé, ‘él se fué’ en Hebreo) de Canaán para encontrar una esposa entre sus parientes en Aram. Se casa con cuatro mujeres allí y engendra una familia grande, y así también acumula una fortuna considerable con ayuda Divina. Después de veinte años, huye secretamente de Aram, temiendo que su posesivo suegro Labán intente evitar que se vaya. Pero después que Labán lo alcanza, hacen las paces.

EL BAAL SHEM TOV Y EL TABERNERO

Por Menachem Posner

Dos carretas traqueteaban por un camino polvoriento. En una iba sentado el Rabí Meir Margulis conocido por sus estudios llamados Meir Netivim. En la otra iba el rabino Israel Baal Shem Tov, cuya fama como hombre de D-os comenzaba a difundirse.

Curioso por conocer al misterioso hombre sobre quien tanto se había dicho, el Rabí Meir le pidió al Baal Shem Tov que bajara para que pudieran hablar. “Dicen que puede hacer milagros e incluso leer la mente de la gente“, comenzó. “¿Es verdad?”.

- “Bueno, sólo te diré lo siguiente”, le respondió el Baal Shem Tov. “Cuando rezabas el pasado Shabat, por equivocación recitaste las bendiciones de la semana en lugar del agregado especial de Shabat”.

- “¡Sí, es cierto!”, respondió el rabí Meir asombrado. “Ahora dígame, por favor, qué puedo hacer para corregir una falta así”.

El Baal Shem Tov le aconsejó analizar en detalle sus acciones y que lo hiciera con arrepentimiento, el método habitual para corregir tal error.

- “Rebe”, dijo el Rabí Meir. “Ya conozco esos remedios. Buscaba algo más…”.

- “En ese caso”, respondió el Baal Shem Tov, “deberías asegurarte de ser más paciente en tus juicios”.

Con eso, los dos hombres volvieron a sus carretas y partieron. Como líder espiritual de un territorio extenso, Rabí Meir se aseguraba de recorrer cada pueblo y caserío judío de la región al menos una vez por año. Al llegar a una comunidad rural, los aldeanos le pidieron al rabino que los ayudara para resolver un grave problema que había resquebrajado la unidad de su grupo.

- “Vea”, le explicó uno de los ancianos, “hay un joven que vive lejos del pueblo. Nadie sabe quién es o de dónde viene. Se viste muy elegante, como un príncipe no judío, y tiene una taberna. Un día, uno de nuestros hombres le pidió a su mujer que comprase algo de vodka en allí. Ella se tomó su tiempo en regresar. Las cosas parecían algo sospechosas y comenzaron a circular rumores de que ella y el tabernero andaban en algo que no era nada bueno.”

Después de escuchar los relatos de varios vecinos, el rabino determinó que la situación realmente parecía sospechosa y llamó al tabernero para que se presentase ante él. Efectivamente, el joven pronto entró contoneándose, engalanado en sedas y pieles coloridas. Pero a pesar de las acusaciones de los aldeanos, el hombre sostuvo categóricamente su inocencia.

Sin poder dictar un fallo definitivo sobre el asunto, el Rabí Meir se fue del pueblo sintiéndose intranquilo por toda la cuestión. Mientras viajaba, volvió a encontrarse con el Baal Shem Tov. Detuvo sus caballos y le pidió al Baal Shem Tov que hiciera lo mismo. El Rabí Meir se sentó en el carro del Baal Shem Tov y le relató los acontecimientos con los que recién se había topado.

- “¿No te dije que fueras paciente en tu juicio?”, lo reprendió el Baal Shem Tov. “Deberías saber que en cada generación hay 36 personas justas cuyos méritos sostienen al mundo entero. El tabernero es el más grande de ellos”.

El Rabí Meir inmediatamente bajó de la carreta y pidió al conductor que regresase al pueblo para poder rogarle personalmente al joven su perdón. Pero ya era tarde. El misterioso hombre ya se había marchado sin dejar rastros. Todo lo que el Rabí Meir podía hacer era compartir las palabras del Baal Shem Tov con la gente del pueblo y devolver al tabernero su buen nombre.

LAS PLEGARIAS DE SHABAT II

Las plegarias del Shabat por la mañana comienzan tradicionalmente más tarde que las plegarias matutinas del resto de la semana, dándonos la oportunidad de entrar en un estado mental meditativo preparado para la plegaria. Pase unos minutos profundizando un texto jasídico y entre en el mundo luminoso del alma.

Las plegarias del Shabat por la mañana siguen el mismo patrón que las plegarias de la semana, Pesukei d’Zimra (‘Versículos de Alabanza”), luego el Shema con sus bendiciones anteriores y posteriores, seguido por la Amidá de Shabat (la plegaria silenciosa). En el medio agregamos varios himnos y Salmos en honor al Shabat. La Amidá es seguida por el Salmo 92 y luego la lectura de la Torá y el servicio de Musaf especial de Shabat.

Más sobre la lectura de la Torá: Los Cinco Libros de Moshé se dividen en 54 porciones. Una porción (parashá) se lee cada Shabat. (En ciertas semanas se leen dos porciones). 

El procedimiento de la lectura de la Torá es el siguiente: Se abre el Arca y el que dirige el rezo lleva una Torá a la mesa de lectura. Se llaman a siete hombres, sucesivamente, para “subir” mientras el lector canta una se las secciones de la parashá. (Al honor de ser llamado a la Torá se lo llama aliá). Una aliá adicional, llamada maftir, se le da a la persona que luego lee la haftará, una sección de los Profetas que refleja el tema de la parashá. 

Luego de la lectura de la Torá, se recitan breves plegarias pidiendo a D-os bendiciones para la congregación. Se regresa la Torá al Arca, y comienza la plegaria de Musaf. El Musaf, que literalmente significa “adición”, es una Amidá adicional en lugar de la ofrenda adicional que se llevaba al Templo Sagrado en Shabat. La Amidá de Musaf es seguida por el himno Ein k’Elokeinu y el Aleinu.

Todo el servicio matutino y de Musaf en la sinagoga dura, en promedio, unas tres horas.

La plegaria de la tarde de Shabat es relativamente corta: unos pocos recitados introductorios, una corta lectura de la Torá (el comienzo de la siguiente parashá), y la Amidá de Shabat, seguida por breves plegarias de cierre.

 

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