Fuente: Yad Vashem
Día del Holocausto y el Heroísmo 2021
Cada año, durante la Ceremonia de Estado celebrada en Yad Vashem en la víspera Día del Recuerdo del Holocausto y el Heroísmo, se encienden seis antorchas en memoria de los seis millones de judíos que fueron asesinados en el Holocausto. Las historias personales de los supervivientes designados reflejan el tema central elegido por Yad Vashem para el Día del Recuerdo del Holocausto y el Heroísmo. Sus experiencias individuales son retratadas en cortometrajes proyectados durante la ceremonia.
Estos son los 6 sobrevivientes que encienden las antorchas. Estas son sus historias.
Shmuel Naar

Shmuel Naar nació en 1924 en Salónica, Grecia, en una familia de 11 miembros. Su padre, Shlomó, era periodista en periódicos judíos locales. Shmuel asistió a la escuela judía en Salónica, y más tarde a la secundaria de la Alliance, pero no llegó a finalizar sus estudios. En la primavera de 1941, los alemanes ocuparon Salónica y comenzó la persecución contra los judíos, durante la que su padre fue brutalmente golpeado. Como consecuencia de las heridas provocadas, falleció. En julio de 1942, Shmuel presenció los acontecimientos del «Shabat negro»: «Miles de hombres judíos fueron llevados a una plaza cerca del puerto y nos obligaron a permanecer en pie bajo el calor del verano durante todo el día». Miles fueron llevados a trabajos forzados y cientos fueron asesinados.
A principios de 1942, los judíos de la ciudad fueron confinados en el gueto Barón Hirsch y en marzo de 1943 fueron deportados, principalmente a Auschwitz. Tras ocho días de viaje en vagones atestados y sin aire, sin agua ni letrinas, Shmuel llegó a Auschwitz. Durante la selección trató de ir junto a su madre, pero fue separado violentamente de ella. Lo ducharon y le afeitaron el vello corporal. Cuando preguntó a los veteranos del campo dónde estaban los miembros de su familia, señalaron el humo que salía de los crematorios. «Nunca le he hecho nada malo a nadie. Mi único pecado es que soy judío» pensó.
Shmuel sobrevivió un año en Auschwitz, casi completamente aislado de cualquier otro hablante de griego o ladino. Debido a que las órdenes se daban en alemán, le resultaba difícil entenderlas y era golpeado constantemente por «evadir el trabajo». Se las arregló para hacerse pasar por barbero, cerrajero, y finalmente fue contratado como aprendiz de un ingeniero alemán. «Cuando los aviones aliados bombardeaban, el mando alemán se escondía. Yo, rara vez me escondía, porque era probable que muriera de cualquier modo», recuerda Shmuel.
En enero de 1945, Shmuel se vio obligado a participar en una marcha de la muerte. Caminó bajo la lluvia y la nieve, vestido sólo con una fina camisa. Finalmente llegó al campo de concentración de Bergen-Belsen. A los prisioneros no se les proporcionó comida y el tifus arreciaba. Los cadáveres estaban apilados por todas partes, sin ningún lugar donde enterrarlos. En abril de 1945 fue liberado por el Ejército británico. «No podría ser feliz, me sentía ya como si estuviera muerto», dice Shmuel.
Shmuel regresó a Grecia y comenzó a buscar parientes cercanos, pero toda su familia había sido asesinada en el Holocausto. En noviembre de 1945, abordó el barco de inmigrantes ilegales «Berl Katzenelson» con destino a la tierra de Israel (Mandato Británico de Palestina). Cuando el barco se acercó a tierra, un destructor británico lo descubrió. Una escolta Mossad del barco instruyó a los inmigrantes a nadar hasta la orilla si podían, para evitar ser llevados a un campo de detención. Cuando Shmuel escuchó la palabra «campo», inmediatamente saltó al agua helada y nadó hacia la orilla.
Shmuel combatió en la Guerra de Independencia en las filas de la Brigada Givati, en el frente del Néguev. «Al estar solo en el mundo, no era terrible si me mataban», se dijo. Después, Shmuel participó en todas las guerras de Israel hasta su última intervención en la Guerra de Yom Kippur como médico de combate. Shmuel fue empleado en trabajos forestales del Fondo Nacional Judío. Luego creó una pequeña empresa, donde trabajó con su esposa Miriam, hasta la edad de 90 años. Shmuel y Miriam tienen tres hijos, diez nietos y once bisnietos.
Zehava Gealel

Zehava Gealel nació en 1935 en La Haya, Países Bajos, siendo la mediana de los tres hijos de Yojeved y Zeev Stahl. La familia era dueña de una tienda de productos lácteos kosher.
En 1942, dos años después de la conquista de los Países Bajos, cuando la policía holandesa acompañada por alemanes llegó para detener a los miembros de la familia, antes de su internamiento en los Países Bajos en espera de la deportación, Zeev afirmó que todos sus hijos tenían una enfermedad contagiosa. Los alemanes acompañaron a Zeev al médico para obtener confirmación médica de esta afirmación. Cuando el médico vio el rostro pálido de Zeev, entendió lo que estaba sucediendo y corroboró el relato de Zeev. Zehava, Yojeved y los dos hermanos de Zehava, Arthur-Abraham y Yosef (Yosi) eludieron dicha deportación, pero Zeev fue deportado a Auschwitz y allí fue asesinado.
Gracias a los documentos enviados por el abuelo de Zehava desde los Estados Unidos, los miembros de la familia obtuvieron la nacionalidad rumana y fueron definidos como presos políticos. A finales de 1942, Zehava, su madre y sus hermanos fueron encarcelados en el campo de tránsito de Westerbork, y en mayo de 1943 fueron trasladados al campo de concentración de Amersfoort. Uno de los prisioneros judíos organizó a los niños en un coro y les enseñó canciones en hebreo y alemán. Cantaban frente al pabellón: cuando había alemanes en las cercanías, en alemán, y el resto del tiempo, en hebreo. Era su única ocupación. En junio de 1943, Zehava, sus hermanos y su madre regresaron a Westerbork, y en abril de 1944 fueron trasladados al campo de concentración de Ravensbrück en Alemania. Allí los desnudaron y los metieron en una ducha común: cada niño se quedó con una sola prenda.
«Las madres y los niños debían hacer fila tres veces al día, en el frío del invierno, con ropa fina, sin pronunciar una palabra, como si fuera evidente que aquella era la forma de comportarse», relata Zehava. «El miedo era tan grande que ningún niño lloraba, ni siquiera en las condiciones más duras». Mientras Yojeved trabajaba en trabajos forzados, Zehava se hizo cargo de su hermano Yosi de tres años.
En el invierno de 1944 a 1945, los miembros de la familia fueron llevados a un tren, sin comida ni agua. El tren se atascó en una vía férrea bombardeada y sus miembros fueron llevados al campo de concentración de Bergen-Belsen. «No había casi nada para comer. Mi madre y yo trabajamos recogiendo y apilando cadáveres para ganar otro trozo de pan para la familia. Mi hermano y yo registrábamos el campo en busca de trozos de madera quemada y se los dábamos a personas que sufrían de diarrea» dice Zehava. Ella, su madre y su hermano permanecieron en el campo, padeciendo enfermedades y hambruna, hasta su liberación en abril de 1945.
En marzo de 1948, Zehava emigró a la tierra de Israel (Mandato Británico de Palestina). A la edad de 17 años, comenzó a estudiar en la Escuela de Enfermería del Centro Médico Shaaré Zedek, y luego trabajó en quirófano y como enfermera privada del ex presidente israelí Yitzjak Ben-Zvi. Durante los últimos 50 años, Zehava ha sido enfermera en el Centro Médico Jaim Sheba en Tel Hashomer, y continuó trabajando incluso tras su jubilación. Ha recibido medallas de excelencia y premios por su servicio. Ve su dedicación al trabajo y a los enfermos como una victoria sobre el mal y al sufrimiento humano que experimentó cuando era niña, y como una fuente de consuelo ante su duelo.
Zehava y su marido Abraham, tuvieron tres hijos. Su hijo David murió en un accidente automovilístico durante su servicio militar como reservista. Su hijo Zeev falleció de un infarto a la edad de 61 años.
Yossi Jen
Yossi Jen nació en 1936 en la ciudad de Łachwa, Polonia (actual Lakhva, Bielorrusia), era el hijo mayor de Dov Berl y Jaya Sara Chinitz. En julio de 1941, los alemanes ocuparon Łachwa y en la víspera de Pésaj de 1942, se ordenó a todos los judíos de la ciudad que se trasladasen al gueto. Muchos de los presos del gueto, incluida la abuela de Yossi, murieron de hambre, hacinamiento y epidemias.
En agosto de 1942, los judíos del gueto se enteraron de la liquidación de los guetos cercanos y del uso de trabajadores del gueto para cavar pozos cerca de la ciudad. Circulaban rumores de que los residentes del gueto estaban a punto de ser asesinados. Anteriormente, los jóvenes del gueto habían organizado un movimiento clandestino, con el conocimiento y el apoyo del Judenrat (Consejo judío del gueto).
Cuando los habitantes del gueto fueron detenidos para ser llevados a su ejecución, estalló un levantamiento durante el cual, el Judenrat instó a los judíos del gueto a huir a los bosques. Este fue uno de los únicos levantamientos en la historia del Holocausto, llevado a cabo por los jóvenes de la comunidad en plena colaboración con el Judenrat. La mayoría de los mil judíos que intentaron huir fueron asesinados a disparos. En medio del tumulto de los disparos y el caos, Yossi, de seis años, huyó a los bosques. «Gracias a aquella revuelta, estoy vivo hoy», dice Yossi.
La madre de Yossi y su hermano menor Moshé, fueron capturados y asesinados. Yossi se separó de su padre y escapó solo a los pantanos. Después de una hora, encontró a su tío, Hersh Leib. Al día siguiente, los dos encontraron a su padre. Se abrieron paso a través de los pantanos en un intento de llegar a los partisanos. De repente, escucharon un disparo y Hersh Leib soltó la mano de Yossi. Fue el peor momento que Yossi recuerda: su tío había sido asesinado por un polaco que tendió una emboscada a los fugitivos para robarles.
Yossi y su padre se escondieron en pajares, pantanos y bosques, bebieron agua de pozos y pantanos, y comieron bayas hasta que encontraron a los partisanos y se unieron a ellos. A finales de 1943, los alemanes y sus colaboradores iniciaron una persecución contra los partisanos. Yossi y su padre se movían a pie y en trineos a través de los bosques de Bielorrusia, hambrientos y helados. Improvisaron zapatos con correas de piel de vaca y prendas de ropa con trozos de tela tosca. Cuando Yossi enfermó, lo subieron a un trineo, lo envolvieron en trapos y montones de nieve para mantener su cuerpo caliente, y le dieron cucharadas de sopa hasta que se recuperó.
Cuando estuvo lo suficientemente fuerte, Yossi recibió instrucciones para obtener alimentos de los agricultores de la zona. Destacó en la orientación en los bosques, e incluso ayudó a los adultos a llegar a sus destinos. Varias veces se encontró con los alemanes, pero siempre logró escapar. «Éramos como cucarachas corriendo de un lugar a otro», recuerda Yossi.
En julio de 1944, Yossi y su padre fueron liberados por el Ejército Rojo. Se trasladaron al oeste, a los campos de refugiados. En julio de 1947, los dos abordaron el barco de inmigrantes ilegales «Exodus», pero los británicos detuvieron el barco y los pasajeros fueron desviados a Europa y descargados a la fuerza en el puerto de Hamburgo, Alemania. En agosto de 1948, Yossi y su padre, Dov Berl, emigraron a Israel.
Yossi fue un alto comandante en la Unidad de Inteligencia de las Fuerzas de Defensa de Israel y trabajó para el Mossad. Escribió un estudio sobre las actividades del Mossad en la persecución de los criminales de guerra nazis, del cual solo se permitió publicar una parte. Yossi y su esposa Nejama, tienen tres hijas y nueve nietos.
Halina Friedman
Halina Friedman nació en Lodz, Polonia en 1933, la única hija de Wolf y Anna Herling, quienes eran prósperos comerciantes. Anna hablaba alemán con fluidez, tenía una apariencia «aria» y era una mujer práctica e ingeniosa, lo que la ayudaría a salvar a Halina y a otros miembros de su familia durante el Holocausto.
Con la conquista de Polonia, Anna cosió en el dobladillo del vestido de Halina una cantidad considerable de dinero y la familia huyó a Varsovia. Cuando se selló el gueto a fines de 1940, la familia fue confinada en su interior, donde vivían en un apartamento con la familia de la hermana de Anna. Desde la ventana del apartamento, Halina podía ver cadáveres tirados en el suelo. «El recuerdo de la gente hambrienta en las calles y los cuerpos llevados en carros siempre se quedará conmigo», dice Halina. Wolf y Anna trabajaban en una fábrica que arreglaba uniformes para el Ejército alemán, y Halina estaba en un jardín de infancia creado para los hijos de los trabajadores.
Un día, durante la Gran Aktion en verano de 1942, llevaron a los niños a un lugar cercano y les fusilaron con una ametralladora. Halina cayó, pero no resultó herida. Yacía entre decenas de niños muertos, cubiertos de sangre, sintiendo que no debía moverse. Por la noche, tras la marcha de los asesinos, regresó a casa. Después de este terrible incidente, sus padres le prepararon un escondite en casa.
La familia fue acorralada con los demás judíos de la zona, pero logró escapar. Halina se escondió con su abuelo en una panadería cercana. Desde su escondite, escuchó gritos y disparos. Anna sobornó a un conductor alemán y, a la mañana siguiente, logró llevar clandestinamente a Halina y a su abuelo a casa.
En vísperas de la Pésaj de 1943, estalló el levantamiento del gueto de Varsovia. «Tuvimos una noche del Séder simbólica en un búnker del gueto, mientras la calle contigua se incendiaba», recuerda Halina. Un joven polaco llamado Jerzy Koźmiński, que introducía comida en el gueto a través de las alcantarillas, y la madre de Halina se hizo amiga de él. Jerzy sobornó a un oficial de las SS y trajo un elegante automóvil para sacar a la familia del gueto clandestinamente.
Los miembros de la familia salieron del gueto por parejas, en el maletero del coche. «Durante la fuga y muchos días después, vimos enormes y aterradoras llamas del gueto que estaba ardiendo», dice Halina. Su madre y su padre fueron los últimos en irse, pero fueron sorprendidos tras un aviso. Wolf logró escapar, pero Anna fue deportada a Auschwitz, donde fue asesinada.
Durante unos 18 meses, Halina y los demás miembros de su familia estuvieron escondidos en un búnker camuflado en la casa de Jerzy y su madrastra Teresa Koźmińska, llamada posteriormente Ruth (Renia) Linder. En 1965, Jerzy y Teresa fueron reconocidos como Justos de las Naciones. Durante el levantamiento polaco en Varsovia en el verano de 1944, el área era un campo de batalla y fue bombardeada constantemente. Los alemanes evacuaron toda la zona, incluida la familia de Teresa. Teresa a veces se escabullía para llevar algo de comida a los ocupantes del búnker, pero Halina y su familia pasaron hambre hasta que la ciudad fue liberada en enero de 1945 por el Ejército Rojo.
En 1950, Halina emigró a Israel. Se ofreció como voluntaria para la organización Eran (Primeros Auxilios Emocionales) durante 35 años, formó a cientos de voluntarios en organizaciones de ayuda y dirigió grupos de soldados con discapacidad de las Fuerzas de Defensa de Israel. Halina y su marido, Abraham z "l, también sobreviviente del Holocausto, tienen tres hijos (Moshé, Oded y Gal-Zeev z" l), siete nietos y cinco bisnietos
Sara Fishman
Sara Fishman (apellido de soltera Berkovich) nació en 1927 en Neresnice, en la región de Transcarpatia de Checoslovaquia (actual Neresnytsya, Ucrania), en una familia jasídica de diez miembros.
En abril de 1944, aumentaron las tensiones en la zona y comenzaron a establecerse guetos. El padre de Sara, Guedaliá David, la envió y a sus dos hermanas mayores, Hinda y Rivka, con sus parientes en Budapest, Hungría, pero no llegaron a su destino. Después de un corto viaje, las bajaron del tren y las transportaron al gueto de Halmi, donde se reunieron en la sinagoga local. El rabino local gritó la oración «Avinu Malkenu» (Nuestro Padre y Nuestro y Rey) antes de que los miembros de la comunidad fueran subidos a los trenes y llevados al gueto de Nagyszőllős. Cada año, durante la recitación de la oración «Avinu Malkenu» durante los Diez Días de Arrepentimiento, Sara recuerda con emoción la súplica desesperada del rabino.
Sara y sus hermanas fueron enviadas desde Nagyszőllős a Auschwitz. Tras la selección, escucharon a mujeres con la cabeza rapada gritar al otro lado de la valla: «¡Tiradnos lo que tengáis! ¡Un pañuelo! ¡Jabón! ¡De todos modos, pronto se lo van a llevar todo!» Una de las prisioneras les arrojó una piedra con una nota adjunta. La nota decía que el humo que veían desde la chimenea era sus padres. Sara y sus hermanas pensaron que estaban locas.
En Auschwitz, Sara y sus hermanas se reunieron con su hermana menor Pnina, pero su hermana Hinda enfermó y fue llevada al cuartel de la enfermería. Para entonces, Sara había estado en Auschwitz el tiempo suficiente para darse cuenta de que quien era hospitalizado allí no saldría con vida. Sara nunca volvió a ver a Hinda.
Sara trabajó limpiando las duchas y recogiendo los objetos de valor que los judíos se vieron obligados a dejar allí antes de que los enviaran a las cámaras de gas. Se sometió a una selección, tras lo cual fue separada de sus dos hermanas y enviada en tren a trabajos forzados fuera de Auschwitz. Un día, rebuscó entre los contenedores en busca de comida, aunque corría el riesgo de ser condenada a muerte, y pudo encontrar una fina cáscara de manzana.
Repartió la cáscara entre sus diez amigas. Le dio a cada una un trozo muy pequeño, «para revivir el alma por un momento", explicó Sara. Al día siguiente, volvió a rebuscar en el mismo contenedor y encontró una cáscara más gruesa. Cada día, la cáscara era más espesa. Un día, Sara vio a una mujer asomándose por la ventana de una casa cercana que miraba a los presos hurgando en busca de las cáscaras.
Sara fue enviada a una fábrica de armas ubicada dentro de una mina de sal en la ciudad de Bendorf. Ella y sus amigas enfermaron, y sangraron constantemente debido a las condiciones de trabajo subterráneas. De allí, la trasladaron a Bergen-Belsen, y después de tres meses la colocaron en un vagón lleno y la transportaron durante tres semanas sin destino. De vez en cuando, los guardias sacaban a algunas mujeres de los vagones, se escuchaban disparos y las mujeres no regresaban. Sara y el resto de los pasajeros finalmente fueron bajados del tren en una zona boscosa. Los guardias alemanes desaparecieron y los prisioneros se dieron cuenta de que estaban libres.
Sara fue enviada a Suecia para su rehabilitación, donde permaneció durante seis meses. Se enteró de que dos de sus hermanas habían sobrevivido, las dos que estaban con ella en Auschwitz, y regresaron a Checoslovaquia. Los tres fueron las únicas supervivientes de su familia.
En Checoslovaquia, Sara fue entrenada para usar armas y, a principios de 1949, emigró a Israel en un barco de armas. Sirvió en las Fuerzas de Defensa de Israel durante la Guerra de Independencia. En Israel, Sara creó una exitosa fábrica de tejidos.
Sara ha estado relatando su historia durante años a miles de personas, tanto en persona como a través de reuniones en línea. Sara y su marido Yoel z"l, tienen dos hijos, cinco nietos y cinco bisnietos.
Manya Bigunov
Manya Bigunov nació en 1927 en la ciudad ucraniana de Teplyk, la menor de los tres hijos de Najum y Frima.
En junio de 1941, inmediatamente después de la invasión de la Unión Soviética, los alemanes comenzaron a disparar contra cientos de miles de judíos en cientos de lugares de asesinato. En julio, los alemanes ocuparon Teplyk y enviaron a residentes de la ciudad a trabajos forzados, incluidas Manya y su madre. El 27 de mayo de 1942, los alemanes reunieron a algunos de los trabajadores del campo, entre ellos Manya y su madre, y comenzaron a cargarlos en camiones. Después de subir a Frima a un camión, uno de los alemanes golpeó a Manya contra una pared y perdió el conocimiento, permaneciendo inmóvil en el suelo. Los camiones se dirigieron al bosque cercano, donde todos los judíos en los camiones fueron descargados y asesinados a tiros, incluida Frima.
Después de recuperar la conciencia, Manya fue trasladada a diferentes campos de trabajo. Escapó de uno de los campos con su amiga Esther y regresaron a Teplyk. Allí, Manya encontró a su padre entre un grupo de profesionales judíos retenidos por los alemanes por motivos laborales. El grupo pagó a un lugareño para que llevara a Manya y a su amiga al gueto de Bershad en Transnistria, donde llegaron en septiembre de 1942. En el gueto, tuvieron que hacer frente a las duras condiciones de vida, el hambre y el frío. En el invierno, Manya enfermó de tifus. En 1943, Najum llegó al gueto, pero murió de una enfermedad en febrero de 1944, tres semanas antes de que el Ejército Rojo liberara el área.
Después de la liberación, Manya regresó a Teplyk, donde se reunió con su hermano y su hermana. Manya se casó con Naftoli Bigun, quien sirvió en el Ejército Rojo y sobrevivió en los campos de prisioneros de guerra ocultando su identidad judía. Cuando Naftoli regresó del cautiverio, fue encarcelado por los soviéticos, ya que el régimen soviético consideraba traidores a los ex prisioneros. No fue hasta 1954, después de la muerte de Stalin, cuando Naftoli fue liberado, pero falleció en 1961 a la edad de 39 años. Manya trabajó como enfermera en un hospital, criando sola a su hija Edit.
Después de la guerra, Manya trabajó incansablemente para preservar la memoria de los judíos de Teplyk que fueron asesinados en el Holocausto. Inmediatamente comenzó a escribir sobre las experiencias de su comunidad judía. Describió todas las casas donde vivían judíos antes de la guerra y anotó los nombres y las historias de todos los habitantes judíos de cada casa y, si sobrevivieron, sus experiencias después de la guerra. La información, incluido un diagrama de la ciudad, fue transferida a los Archivos de Yad Vashem. Manya llenó decenas de Hojas de Testimonio en conmemoración de la población de Teplyk. Escribió artículos sobre su comunidad y los publicó en la prensa rusa. También participó activamente en un grupo que erigió un monumento a los judíos de Teplyk y celebró ceremonias conmemorativas in situ.
En 1992, Manya emigró a Israel con su hija y dos nietas. Manya Bigunov ha relatado su historia a miles de escolares, estudiantes y profesores.