Por el Dr. Washington Abdala
Estoy escribiendo bajo el impacto de la noticia como cuando Andrés Abt se nos fue. Hace días me dijeron que venía mal Sonsol y no lo quise creer. Inclusive me pelee con algún amigo que escribió sobre esto en Whatsaap. Faltaría a la verdad si digo que fuí su amigo. No, pero lo conocí bastante y es un gran amigo de amigos míos, de allí conozco su vida.
Luego, lo traté bastante, varios años. Cuando estaba en la radio Sport y hacía su eterna parada en la puerta de Radio Sarandí (para fumar un pucho a eso de las dos de la tarde), era justo cuando yo entraba a canal 12. Allí, logré chimentar con él varias veces, bah, montones de veces, digamos la verdad. La charla de la esquina uruguaya, típica, de esas que solo en nuestro país se tienen.
La vida, este asunto tan raro, hizo que en un stand up que hacíamos con Sergio Gorzy, Gerardo Sotelo y el Nano Folle en un momento ingresara al equipo por un período Alberto, básicamente, creo, porque Sergio viajaba un mes a no sé donde y Sonsol lo cubriría.
Allí, lo disfruté muchísimo durante ese mes en el teatro.
Charlas de la vida, de familia, de errores y aciertos que los mayores de edad sabemos contarnos. (Pasás los cincuenta años y te cae la ficha que lo que viene es un bonus track y que no hay tiempo para la sanata.)
El no se callaba nada y yo tampoco. Y así conocimos parte de nuestras peripecias no siempre agraciadas. Mientras Sotelo hacía su stand up, nosotros detrás del telón nos ayudábamos en el repaso de nuestros respectivos guiones. Y luego, sin guión, solo charlando de la propia cotidianeidad. La vida puede más en esos momentos.Por eso creo que tuvimos empatía recíproca.
Es muy difícil no terminar enganchado con Sonsol porque le pone el alma a lo que hace y no mide consecuencias. Y me gusta la gente así. Mucho. Será porque siento que es como se debe hacer, sin especular, sin esconder las cartas, dando todo de una.
Y sí, es verdad, podías estar o no de acuerdo con el (¿estamos alguna vez de acuerdo en un 100% con nosotros mismos) pero siempre te quedaba la sensación de estar ante un tipo frontal. Y andaba por los pretiles como todo individuo con talento y no previsible. Y no le decía “señor” a nadie y no tuvo temor reverencial hacia ningún cargo o “capotto” como decía un tano de mi barrio. También me gustaba ese tupé en un país en que algunos son condescendientes con el cargo jerárquico de lo que sea. Me gustaba verlo torear a varios que se creen Gardel.
Y le sentí algunas entrevistas que solo Sonsol podía hacer en la radio, no lo intimidaba nada, ni nadie y preguntaba desde su fuero íntimo. La entrevista que le hizo a Carlos Tanco cuando estaba en la 810 fue preciosa, de las más lindas que le hicieron a Darwin Desbocatti. (Debería estar ese registro por allí, no lo sé).
En un país donde “apretar las marcas” no es un asunto generalizado, donde muchos juegan al gato debajo de la mesa, donde demasiado personaje esconde su narrativa por detrás de relatos “peculiares”, Sonsol era un “rara avis”. Y ni sé que votaba y no me importó nunca. Digo, porque no faltará algún necio que crea que va por aquí esta historia. Como liberal-humanista que soy siempre entiendo que hay gente fenomenal que piensa lo que sea en todos lados. Solo los idiotas se encierran en el dogma y odian por libreto.
Cuento otra. Yo, de pibe jugaba al basketball en Tabaré. Era un perro. Y por algo, no sé que me pasó, me alejé del deporte. (Habrá sido la frustración, no lo recuerdo).
Sonsol y sus relatos me reengancharon con el basketball. Pasaron treinta años y pico. Claro, luego la NBA también me fascinó. Y así me encontré a mi mismo apasionado -de vuelta- viendo basketball en televisión. En realidad me gustaba lo que oía de Sonsol y lo que me mostraba. El buen comunicador te hipnotiza con la palabra.
Y en la radio me gustaba cuando “divagaba” del tema de coyuntura. Maravillosa condición Dolinesca esa de construir charlas preciosas de la nada o de todo al mismo tiempo. Sonsol podía hablar de cualquier cosa y tenía un sexto sentido para saber cuando la audiencia se alejaba o se acercaba. Innato eso, creo. Olfateaba cuando el oyente se aburre y tenía como un calderín siempre alerta. Solo los muy lúcidos saben eso, los necios se oyen a si mismos y no saben que pudren. (Y hablo en todos los rubros, políticos, abogados, comunicadores, jueces, fiscales, médicos lo que sea).
Y si había alguna duda, al final era incremental su versatilidad. Jugaba en toda la cancha, fuerte, sin red y metiendo y metiendo. Un cinco carrillero de los de antes.
Y eso, hasta los detractores más acérrimos lo saben y se lo reconocen a Sonsol. Me impacta su partida, mucho. Escribo entre caliente y con alguna lágrima corriendo porque siento que Sonsol somos todos. No es una frase hecha, es la pura verdad. Le tocó a él como le pudo tocar a cualquiera.
Lo ví en su último programa en Polémica y no se me pasó por la cabeza que podía suceder esta tragedia. Me quedó la sensación que nada grave pasaría. El diálogo con el Piñe fue normal. Imposible advertir la finitud allí.Sencillamente no lo puedo creer.
Y estando a la distancia me angustia más todo esto, porque uno desde lejos, pero con la cabeza siempre atenta y con foco en nuestro país, queda apoderado de una sensación de dolor en un contexto diverso que es muy angustiante.
Y creo que tengo miedo, sí, tengo miedo porque si le pasó a Sonsol me puede pasar a mi, o a ti que me estás leyendo. Por eso hay que seguir con la “guardia alta” como dice un amigo y sin bajar un centímetro la concentración. Perdón, pero es lo que me sale de adentro.
Decir el lugar común que “lo vamos a extrañar”, es obvio, mucho, muchísimo: los agitadores son el alma de cada comida y sin ellos no anda la cosa. Los agitadores como Sonsol son corazón abierto y entrega total. No esconden, sudan y son todo terreno.
Pero los que lo van a extrañar con dolor eterno es su familia, su esposa, sus hijos, divinos seres humanos que siempre le hicieron el aguante y a los que siempre amó. Todavía me acuerdo cuando relató un partido y su hijo jugaba…imposible no emocionarse con él de ese momento.
Ellos estarán con el alma hecha pedazos. No tengo una palabra que sirva demasiado, solo sepan que su padre fue un tipo que no ocultó nada, que arrimó todas las bochas, que empujó mil camiones y que la gente respetó y admiró en los territorios por donde caminó.
Eso no es para todos.