No. 20
Sucot
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Horario de velas de Shabat en Montevideo, viernes 18/10 18:43
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EL DEBATE DEL MULTICULTURALISMO
Por Naftali Silberberg
Un debate corriente en muchas sociedades occidentales de hoy en día gira alrededor del valor del multiculturalismo versus la importancia de asimilar a los diversos grupos y segmentos que constituyen una sociedad para formar una entidad homogénea. Como es el caso con la mayor parte de los asuntos ampliamente debatidos, ambos lados de esta particular polémica traen puntos válidos y convincentes a la mesa de discusión.
Por un lado, una sociedad se enriquece por la diversidad y la exposición a una variedad de culturas, lenguajes y sistemas de valores. Forzar a los elementos de una sociedad a conformarse a una determinado molde, no importa cuán espléndido pueda ser dicho molde, es un intento de sofocar el alma de ese elemento, y es anatema para una cultura que se enorgullece de permitir la libertad de expresión. Como enseña la Kábala, la verdadera belleza resulta de la armonización de diversos colores y sabores.
Por el otro lado, el funcionamiento sin problemas de una nación depende mayormente de una población unida que siente una fuerte afinidad dentro de si. Segmentos diversos de una población que están constantemente compitiendo uno con el otro no hacen a una sociedad sana. Globalmente, mucha de la violencia, luchas, y muchas guerras civiles resultan de las tensiones entre co-ciudadanos de religiones, valores y etnias rivales. Por lo tanto, la aculturación de los ciudadanos de una nación puede sonar duro y nacionalista, pero de hecho es la clave para una sociedad unificada y estable.
La nación judía también tiene diversidad demográfica: ashkenazim, sefaradim, jasidim, observantes, no observantes, estudiosos, laicos, hombres, mujeres, etc. Nosotros también luchamos con la cuestión de forjar una población multicultural en una nación singular.
Las dos mitzvot primarias de Sucot son morar en una Sucá y tomar las Cuatro Especies. La unidad judía es uno de los temas principales de esta festividad, y estas dos mitzvot son simbólicas de los dos acercamientos a la unidad judía; la Sucá defiende la causa del nacionalismo judío y se enfoca en nuestra nación como una unidad homogénea, mientras que las Cuatro Especies simbolizan la importancia del “multiculturalismo judío”.
Nos sentamos en la Suca en conmemoración de las Nubes de Gloria que milagrosamente rodeaban al pueblo judío mientras viajaban en el desierto. Las nubes no diferencian entre un judío y otro, todos somos beneficiarios por igual de su sombra y protección. Nosotros también, nos sentamos en una Suca como símbolo de nuestra unidad. Nos enfocamos en lo que nos une, nuestros valores en común, misiones y almas, y no en lo que nos divide. Dejamos atrás las diferencias y nos unimos detrás de una única bandera.
Las Cuatro Especies, sin embargo, cuentan una historia diferente. De acuerdo al Midrash, las cuatro diferentes especies representan diferentes tipos de judíos, abarcando el espectro de los más observantes y estudiosos a los más simples de nuestro pueblo. Sin embargo, tomamos las Cuatro Especies y las sujetamos juntas, porque somos un pueblo a pesar de las diferencias. Pero al contrario que la Sucá, esta mitzvá no intenta lograr la unidad ignorando las diferencias, más bien apunta a las diferencias, las abraza, y asegura nuestra unidad a pesar de ellas.
Esto es así porque la unidad lograda al costo de dejar de lado nuestras personalidades y fortalezas únicas es una unidad defectuosa. Significa que la unidad es muy limitada; limitada a nuestros objetivos y almas en común. Nuestras vidas diarias, que son coloreadas por nuestras personalidades únicas, no son afectadas por el estilo de unidad de la Sucá.
Pero sin el tipo de unidad abogado por la Sucá, el acercamiento multicultural de las Cuatro Especies no podría tener éxito. Porque sin un factor unificante subyacente, las personas distintas no tienen nada alrededor de lo que reunirse. Las Cuatro Especies son un esfuerzo por construir la unidad de la Sucá inyectando nuestras personalidades individuales con nuestra unidad extendida; dedicando nuestras diversas fortalezas, talentos y naturalezas a perpetuar los ideales que nos unen; reconociendo que las diferentes piezas del puzzle pueden parecer distintas, pero son todas necesarias para completar un cuadro.
LA VIRTUD DE LA SENCILLEZ
[Moshé] dijo de [la tribu de] Asher: “Gratificará a sus hermanos, porque sumergirá sus pies en aceite [de oliva].” (Devarim 23:24)
El pie, la parte más baja del cuerpo, representa el aspecto más sencillo de nuestra relación con D-os: la entrega a Su voluntad. En cuanto al aceite, el combustible para la luz, este representa la percepción intuitiva (en hebreo, jojmá), la facultad más sublime del intelecto. Así, sumergir los pies en aceite representa nuestro reconocimiento de la virtud de la pura sencillez por sobre el intelecto.
El hecho de que la tribu de Asher “gratificará a sus hermanos” proveyéndoles aceite de oliva indica que su actitud hacia nuestra relación con D-os tuvo influencia sobre las demás tribus. El profundo sentimiento de abnegación que la tribu de Asher inspira en nuestro interior nos permite superar los desafíos más difíciles para nuestra fe.
Likutei Sijot, vol. 1, págs. 102, 107-109.
¡ESTE ES MI SEFER TORÁ!
Por Ruth Benjamin
Henryk era muy pequeño en 1945, cuando la Guerra acabó y los sobrevivientes intentaban rastrear frenéticamente a sus parientes. Había pasado la mayoría de su vida con su niñera que lo escondió de los Nazis por pedido de su padre. A pesar del gran riesgo, la mujer lo hizo pues amaba al niño.
Todos los judíos fueron asesinados, y la niñera de Henryk no pensó que el padre, Joseph Foxman, sobreviviría la destrucción en Auschwitz. Por consiguiente decidió adoptar al chico, bautizándolo en la Iglesia y enviándolo a estudiar catecismo con el sacerdote local.
Era Simjat Torá cuando su padre vino a buscarlo. La niñera acongojada empacó su ropa y su libro de catecismo, enfatizando al padre que el muchacho se había vuelto un buen católico. Joseph Foxman tomó a su hijo de la mano y lo llevó directamente a la Gran Sinagoga de Vilna.
En el camino, le dijo a su hijo que era judío y que su nombre era Abraham. Cuando pasaron por la iglesia y el muchacho se persignó reverentemente. Su padre, a pesar de la gran angustia, no dijo nada. Tenía que mostrar a su hijo su Judaísmo, el Judaísmo viviente, y de esta manera recuperaría su esencia.
Entraron en la Gran Sinagoga de Vilna, ahora un remanente del pasado, de la era de una vida judía vibrante. Allí encontraron a algunos sobrevivientes judíos de Auschwitz que habían llegado a Vilna y trataban de reconstruir sus vidas y su espíritu judío. En medio de la severa realidad de su sufrimiento y las pérdidas terribles, estaban cantando y bailando con alegría, celebrando Simjat Torá.
Abraham miraba con sus ojos muy abiertos a su alrededor y tomó un Sidur andrajoso con un toque de afecto. Algo de muy adentro respondió a la atmósfera, y él estaba contento estar allí con su padre. Sin embargo, se negó a unirse a la danza.
Un hombre judío que lleva un uniforme del Ejército soviético no podía apartar la vista del muchacho, y se acercó a Joseph. "¿Este niño es... judío?" preguntó, con un toque de temor en su voz. El padre contestó que el muchacho era judío y se lo presentó. El soldado miró fijamente a Henryk-Abraham, y luchó para detener las lágrimas. "Durante estos cuatro años terribles, he viajado miles de millas, y este es el primer niño judío vivo que veo en todo este tiempo. ¿Te gustaría bailar conmigo sobre mis hombros"? Le preguntó al muchacho que lo miraba fascinado.
El padre le dio permiso, y el soldado alzó al niño en sus hombros. Con lágrimas rodando por sus mejillas y con su corazón lleno de alegría, el soldado se unió en la danza.
"¡¡¡Este es mi Sefer Torá!!!" Lloró con emoción.
Abe Foxman, el director nacional de la "Liga de Anti-difamación" -el Abraham de nuestra historia- recuerda esto como su primer sentimiento consciente de una conexión con el Judaísmo y de ser un judío.
SHEMINÍ ATZERET Y SIMJAT TORÁ
Inmediatamente después de la festividad de siete días de Sucot viene la festividad de dos días de Shemini Atzeret y Simjat Torá. (En Israel la festividad se compacta a un día).
Las “cuatro especies” no se sacan en Shemini Atzeret. Aún comemos en la Sucá pero sin hacer la bendición especial en la Sucá. En el segundo día de Shemini Atzeret (el noveno día desde el comienzo de Sucot) y en la Tierra de Israel volvemos a comer en casa.
El segundo día de Shemini Atzeret es llamado Simjat Torá (“La Alegría de la Torá”). En este día concluimos, y comenzamos de nuevo, el ciclo anual de lectura de la Torá. El evento está marcado por una gran alegría, especialmente durante las “hakafot”, en las que marchamos, cantamos y bailamos con los rollos de la Torá alrededor de la mesa de lectura en la sinagoga.
Otras observancias del festival incluyen la plegaria especial por la lluvia incluida en la plegaria de Musaf de Shemini Atzeret, y la costumbre de que todos sean llamados a la Torá en Simjat Torá.
MiSinaí es una publicación de Jabad Uruguay. Pereira de la luz 1130, Montevideo.
Artículos extraídos de www.Jabad.org.uy y www.Chabad.org, publicados con permiso.
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