Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

Con o sin Netanyahu, hay cosas que no cambian


 

 

Es natural que el accionar de un gobierno sea criticado por sus opositores, tanto por quienes ideológicamente no estuvieron nunca de su lado, como por aquellos que analizando sus decisiones y políticas las consideran equivocadas. El gobierno actual de Israel no puede bajo ningún concepto ser la excepción. Muy especialmente después del 7 de octubre que costó tantas vidas, catástrofe que sigue rehusando investigar. 

Como sabrán quienes siguen mis notas, tengo no pocas críticas al Primer Ministro Biniamin Netanyahu, sus políticas, su estilo, muchas de sus decisiones y ni que hablar de las concesiones que hace a sus socios de coalición, a nuestro criterio indignos muchos de ellos de ser parte hoy del gobierno de Israel y de su Parlamento. Pero al mismo tiempo, es clave ser capaz de poder distinguir entre cosas que ocurren por errores en la toma de decisiones en Jerusalem y otras que simplemente son la expresión de la naturaleza  asesina de sus enemigos.

El 7 de octubre del 2023 no fue perpetrado porque Netanyahu estaba en el poder ni porque un gobierno de derecha gobernaba Israel. Una masacre de esa índole, con 1200 asesinados en un día, mujeres violadas, niños torturados y 251 personas secuestradas, es producto de un odio enfermizo, no de una discusión política.

Tampoco el atentado de este miércoles al anochecer puede ser visto de otra forma. Terroristas abrieron fuego hacia automóviles civiles en Samaria y en uno de ellos hirieron de extrema gravedad a una mujer de unos 30 años que estaba en camino al hospital junto a su esposo, que también resultó herido, porque ya estaba por dar a luz. En el hospital Beilinson lograron sacarle el bebé que llevaba en su vientre pero no está claro su estado. La madre corría claramente peligro de muerte.

Mientras tanto, en la Franja de Gaza, Israel continúa operando contra blancos terroristas. Lamentablemente, está claro que también mueren civiles. Ninguna de esas muertes nos alegra ni tampoco aporta nada, pero Israel ha sido colocado en una situación imposible en la que se le obligó  a defenderse con mucha fuerza. Y esa defensa significa ineludiblemente atacar a los terroristas.

Y aquí llegamos nuevamente a esas cosas que alegamos no tienen nada que ver con Netanyahu, situaciones que son producto del accionar típico de los terroristas : operar junto a sus propios civiles, instalar comandos cerca de la gente o hasta mezclados con la población. Son constantes las pruebas que publica el ejército israelí de los operativos terroristas desde hospitales  y edificios que habían sido escuelas y ellos convirtieron en blancos militares. 

En el caso del intento de eliminar a Muhamad Sinwar, jefe de Hamas en Gaza- cuyo éxito aún no se ha confirmado- fuentes palestinas sostienen que unas 80 personas murieron en la zona atacada aunque las bombas fueron lanzadas solamente sobre la estructura subterránea en la que información de Inteligencia precisa sostenía se encontraba el jefe terrorista. No tenemos elementos para afirmar que ese número sea un invento ni para confirmarlo. Lo seguro es que Sinwar era un blanco de importancia primordial. Con él, no puede haber ningún acuerdo para la liberación de rehenes. ¿Podía abstenerse Israel de atacarlo cuando logra saber dónde está? ¿Y alguien se pregunta por qué se instaló cerca de un hospital?

Ninguna respuesta es perfecta.

La guerra es una situación insostenible.

No habría estallado sin el 7 de octubre. Eso lo repetiremos hasta el cansancio. La culpa de esta guerra y del sufrimiento palestino que es parte de su dinámica, es de Hamas.

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(14 de Mayo de 2025)

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