Cuando se analiza desde Israel determinadas situaciones que se dan del lado palestino, con toda la carga emocional de espanto que dejó el 7 de octubre, hay gran escepticismo. Es natural.
Ver a miles de palestinos protestando contra Hamas en diferentes partes de la Franja de Gaza, gritando “¡Fuera!” y “¡Hamas es una organización terrorista!”, fue alentador, aunque no está claro adónde conducirán ya que este viernes, tan solo unos días después de haber comenzado, ya no se informó sobre concentraciones de protesta.
También es normal que uno se plantee si acaso las protestas realmente son espontáneas o quizás nada menos que una puesta en escena de Hamas. De lo contrario ¿cómo es que la organización terrorista que gobierna Gaza con puño de hierro no las ha dispersado por la fuerza?
Sin embargo, observando desde Israel, nos parecieron espontáneas. Quizás no el primer día, pero sí el segundo y tercero.Los números fueron en aumento y los escenarios múltiples: Beit Lahia y Jebalia en el norte, Sayaíe en el centro y Khan Yunes en el sur. La gente salió a cara descubierta a exigir en forma tajante el fin del régimen de Hamas.
Los manifestantes clamaron por lo más natural: vivir, no morir, que termine el control de Hamas sobre sus vidas y la guerra que les ha impuesto.
Tienen razón. Israel lo ha dicho siempre. El terrorismo de Hamas condenó a los palestinos a una vida de sufrimiento. Su abuso de todos los espacios civiles en la Franja de Gaza, convirtiéndolos en sitios de operativos militares, trajo sufrimiento a la población, que perdió casas, vio su vida alterada y también tuvo muertos que lamentar, algo ineludible por más cuidado que haya tenido Israel en sus esfuerzos por distinguir entre los civiles y los terroristas.
Es interesante que al manifestar contra Hamas, palestinos en Gaza entonaron también cánticos contra el canal Al Jazeera, brazo de Catar, aliado absoluto de Hamas. Y en sus protestas, los palestinos-que son musulmanes sunitas-eligieron el peor insulto desde su punto de vista: “Shía, shía”, gritaron en referencia a Hamas, por sus relaciones con la Republica Islámica de Irán , chiita, y como símbolo de actuación contra los intereses de la población.
Si bien es prematuro vaticinar que todo esto conduzca a un cambio en la situación y termine con el gobierno dictatorial de Hamas en la Franja de Gaza-algo que ahora parece difícil concebir- se trata de eventos dramáticos. Son resultado de la conciencia de la población sobre el debilitamiento de Hamas y de la intensificación de la presión militar israelí sobre Hamas.
Y sin duda, es una situación que se tendría que haber dado hace tiempo. Hamas gobierna Gaza con puño de hierro desde junio del 2007, y ya mucho antes de la guerra desatada por la masacre del 7 de octubre, estaba claro que vela por sus intereses y su agenda, no por las necesidades de la población palestina.
Pero la guerra agudizó toda la locura. Hamas ya antes había convertido todos los espacios civiles de Gaza en espacios de acción terrorista para el momento en que decida atacar a Israel. Israel lo confirmó en todos los enfrentamientos militares anteriores al entrar a Gaza y ver lanzadores de cohetes en escuelas, misiles en jardines de infantes y túneles en los salones de casas particulares, así como comandos de acción de Hamas en hospitales. Pero nada como lo confirmado en la guerra en curso, lanzada por Israel en respuesta a la masacre de hace un año y medio. Toda Gaza estaba tomada absolutamente por Hamas, y eso es lo que causó tanta destrucción, dado que todo espacio civil usado con fines militares, se convierte- según el Derecho internacional- en un blanco militar legítimo.
Todo esto fue un abuso de la población, la causa de su sufrimiento y de su condena al desalojo, el abandono y en muchos casos la pérdida de sus casas, así como también de muchas muertes.
Habría sido lógico hace mucho ver a multitudes de palestinos protestando en las calles.
Pero recordemos lo inolvidable
Es difícil evaluar cuánto hubo en todo esto de imposición de Hamas por las armas y cuánto de activa y voluntaria colaboración de la población. Si bien se conocen casos de palestinos que a lo largo de los años trataron de impedir que Hamas dispare cohetes a Israel desde sus casas-temiendo que la respuesta caiga justamente sobre sus cabezas- siempre fueron dominados por los terroristas y en general los incidentes terminaron con muertos.
Las armas de Hamas y su poder del terror, fue por cierto un elemento que siempre se impuso a la población. Pero muchas cosas ocurridas desde el 7 de octubre dejaron en claro que numerosos civiles palestinos fueron no sólo víctimas de Hamas sino también colaboradores.
Cuando comenzaron a correr por las redes y los medios palestinos las noticias y videos de la masacre del 7 de octubre en el sur de Israel, las reacciones de la población palestina fue de enorme entusiasmo. Quedaron registrados numerosos posteos en las redes de palestinos “comunes y corrientes” diciendo que el 7 de octubre era el día más feliz que habían tenido en sus vidas, y cosas similares.
Los videos que circularon lo dejaron muy en claro. Multitudes de civiles celebrando y vitoreando, recibiendo a los terroristas que volvían “victoriosos” de la masacre en Israel, como héroes. Golpeando y escupiendo a los civiles israelíes secuestrados que iban en las partes traseras de las camionetas terroristas.
Secuestrados israelíes que fueron liberados y volvieron a casa, contaron sobre el pavor que tenían de linchamientos por parte de civiles. Hubo secuestrados cautivos en casas de familias, en manos de médicos y periodistas, de civiles que en lugar de ayudarlos, abusaron de ellos. No hubo ni un caso de civiles palestinos que trataron de ayudar a secuestrados. En la Shoá, hubo alemanes, polacos, civiles de otros pueblos en los que se sentía la bota nazi, que arriesgaron sus vidas para salvar judíos porque entendieron que eso era lo correcto. En Gaza, ni uno.
Es imposible olvidarlo.
Por eso, aunque deseamos el mejor de los éxitos a los palestinos de Gaza en esta protesta, por su bien y el de Israel, nos resulta difícil olvidar.
Ojalá que la situación cambie y podamos permitirnos pronto decir “eso fue cosa del pasado, ahora todo ha cambiado”. Ojalá.
Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(28 de Marzo de 2025)
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