Nos parece un tanto simbólico que el nuevo año 2025 comience justamente cuando está terminando la fiesta de Janucá, en la que cada día agregamos luz al encender una nueva vela en el tradicional candelabro. Es una señal de que cada día podemos mejorar, sumar buenos deseos y mejores intenciones.
En el ámbito personal, familiar, ese encare puede bastar para que la receta funcione casi a la perfección. A nivel nacional, ya es otra cosa.
Para Uruguay será este un año de cambio de gobierno, con todo lo que ello significa. Naturalmente, hay gente feliz y esperanzada, mientras otros están preocupados. Unos y otros tienen sus justificadas razones para sus respectivos sentimientos.
Más allá de las preferencias políticas y líneas ideológicas de cada uno, lo central es que la acción de gobierno se ejerza en pro del país, de la gente, los que votaron al gobierno y los que no.
A nivel internacional, nuestra esperanza es que el gobierno del Presidente Yamandú Orsi sepa determinar su línea de acuerdo a los valores que hacen bien a Uruguay, no a bloques regionales, ya que lamentablemente hay en el contexto latinoamericano, representantes de izquierda que adoptan discursos negativos respecto a Israel e inclusive algunos casos de antisemitismo, y eso es nocivo no sólo para las relaciones internacionales sino también para las comunidades judías del continente. Creemos que el Presidente electo de Uruguay tiene otro encare totalmente. Esperamos que él pueda imponerlo y que quienes lo rodean lo respeten, como debe ser, sin presionarlo en direcciones nocivas.
Casi de más está decir que en lo que a Israel respecta, el mayor deseo es el más sencillo: un año de paz que prospere, que sea el comienzo de muchos años de tranquilidad. Sin alarmas por misiles, sin necesidad de alerta, sin temblar al prender el noticiero. Pero lo más urgente es que vuelvan los 100 secuestrados que están en Gaza desde el 7 de octubre del 2023.
En realidad no debería ser nada difícil que el nuevo año sea mejor que el que termina, que comenzó a la sombra del horror de aquel sábado negro. Pero más allá de esa generalidad, el análisis estratégico al respecto es notorio.
Israel abrió el 2024 en medio de la guerra, con 1200 asesinados en la masacre de casi tres meses antes, decenas de miles de evacuados de sus casas en el sur y el norte, y una amenaza constante en varios frentes. En este momento, su situación es incomparablemente mejor. Sus mayores enemigos no han desaparecidos pero han sufrido enormes golpes militares y su estructura no es la misma de antes. A grandes rasgos, casi se puede decir que han sido derrotados, pero está claro que no han desaparecido. Y ya están intentando recuperarse. Pero es un hecho que el eje chiita encabezado por Irán tal cual existía antes, ha prácticamente desaparecido aunque los Ayatolas siguen en el poder, y el mapa estratégico de Israel hoy es muchísimo más prometedor que hace un año.
Pero aún hay 100 secuestrados en Gaza, sin que esté claro cuándo vuelven. Y ese es el enorme debe, la deuda pendiente que si no se soluciona, ensombrecerá absolutamente todo.
Debe hacerse el máximo esfuerzo para recuperarlos. También si eso cuesta el fin de la guerra. Nunca se podrá eliminar hasta el último terrorista. La vida de los que aún no murieron en los túneles vale mucho más. Por ellos y por lo que significa para Israel dejar en claro que tal como siempre dijo, no deja a los heridos en el campo de batalla.
Pero la esperanza del regreso de los secuestrados no es para el 2025. Es para ahora, ya, este enero. No se puede esperar más.
Este año el gobierno de Israel, especialmente el Primer Ministro Netanyahu, debe hacerse responsable por el horror de lo sucedido, mostrar madurez y altura de miras y formar una comisión oficial de investigación. Y debe comprometerse a que nunca más se presenta a elecciones. La laguna en la legislación israelí que no limitó cuánto tiempo puede gobernar un Primer Ministro, es catastrófica para el país, sea quien sea el jefe de gobierno. No es sano, no es lógico, altera el buen criterio. Israel podría aprender de la sabiduría política uruguaya al respecto.
¡Que tengamos un buen año, significativo y lleno de buenos proyectos, de alegrías en lo personal y nacional, de salud, apuesta constante por la vida y el desarrollo! Que podamos ayudar a quienes lo necesitan. Que estemos siempre del lado que puede invitar, agasajar, brindarse a los demás.
¡Feliz 2025!
Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(1 de Enero de 2025)
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