Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

Luces y sombras en una corta entrevista al Cardenal Daniel Sturla


Debo comenzar reconociendo que dudamos si escribir estas líneas, que incluyen un tono de cierta crítica al Cardenal Daniel Sturla. Dudamos no por su investidura-que claro que tiene gran importancia- sino ante todo porque le tenemos un gran respeto y un afecto personal. Ha sido siempre una figura que aporta al diálogo, que con sencillez y firmeza defendió la importancia del acercamiento judeo-cristiano y que se hizo presente en numerosas ocasiones en instancias y momentos en los que su palabra era clave y necesaria. En lo personal nos recibió años atrás con gran calidez en el Arzobispado en la calle Treinta y Tres en la Ciudad Vieja en Montevideo, a una larga entrevista que nos resultó muy emocionante.

Daniel Sturla a las puertas del Arzobispado, 2014

 

Todo esto  lo llevamos y llevaremos siempre con nosotros. Pero creemos, precisamente por la importancia que tiene su papel en todo lo que es acercamiento y lucha contra la demonización de la que es víctima el Estado judío, que tenemos la obligación pública de hacer algunas aclaraciones sobre declaraciones que formuló al periodista Leo Sarro.

 

 

Lo primero, en realidad, es comentar casi al pasar, esa obsesión que tienen muchos periodistas con todos los temas que involucran a Israel. No oímos que a ninguno se le ocurra preguntar a figuras internacionales, tampoco prelados católicos destacados, qué opinan de las matanzas de cristianos en tantas partes del mundo musulmán. Siempre parece más interesante preguntar sobre Gaza. No está de más recordarles que la guerra no es sólo en Gaza sino también en Israel. Es más, comenzó en Israel cuando se le atacó desde Gaza.

Pero en fin…eso es aparte.

 

Destaquemos primero las luces. El Cardenal Sturla recordó explícitamente a los secuestrados, entre ellos niños, y dijo que hay que tratar de devolverlos. 

Para quien no sabe, recuerdo. Se trata de secuestrados que en su enorme mayoría son israelíes-tanto judíos como algunos árabes musulmanes- y también algunos extranjeros. Hay 100 secuestrados aún en Gaza, de los 251 llevados por la fuerza el 7 de octubre del 2023. Entre los cien, dos niños de 1 y 5 años, los hermanitos Bibas. 

“Es un desastre todo lo que ha pasado”, dijo el Cardenal Sturla. Es cierto e indudable. Empezando por el salvaje ataque terrorista del 7 de octubre del año pasado, al que Israel no podía permitirse no responder, no por venganza sino porque Hamas prometía otras masacres. Ni un palestino habría muerto si Hamas no hubiera atacado. Y muchos menos habrían muerto si los secuestrados hubiesen sido liberados hace mucho. 

 Sturla acota, con razón, que el desaste es “desde hace muchos años pero especialmente desde el 7 de octubre”. Pues sí. Muchos años. Especialmente desde junio del 2007, cuando Hamas tomó por la fuerza el poder en la Franja de Gaza y se abocó a convertirla en una base terrorista abusando de todos los espacios civiles para sus cohetes e infraestructuras armadas destinadas a atacar a Israel. Los recursos millonarios que recibieron los terroristas, también las donaciones internacionales, llegaron a las arcas de Hamas y sus túneles, no a la población. Todo, a la sombra de la educación y el adroctrinamiento en odio.

El punto concreto en el que discrepamos con el Cardenal Sturla es en lo referente a la respuesta “desproporcionada”. No era lógico esperar que él corrija al Papa Francisco-a quien cita- que en los últimos tiempos ha formulado declaraciones absolutamente inaceptables y carentes de fundamento sobre la actitud de Israel. Pero nosotros nos sentimos en la obligación de poner algunos puntos sobre las íes respecto a la “respuesta desproporcionada a lo que allí se ha vivido”. Esto nos recuerda un comentario del escritor y periodista británico Douglas Murray, gran defensor de Israel, quien ya meses atrás preguntó a viva voz qué habría sido una respuesta proporcionada. ¿Qué Israel busque un festival de música en algún lugar de Gaza y entre a matar a 400 civiles mientras bailaban? ¿Qué los soldados israelíes entren a algunas decenas de aldeas, secuestren a niños, ancianos, adultos, asesinen de las formas más crueles a 1200 personas y violen a numerosas mujeres? ¿Qué es proporción cuando un país democrático atacado, que respeta el Derecho Internacional, se defiende de asesinos salvajes a los que ni su propia  gente importa?

 

Volvemos a las luces. Al llamado del Cardenal Sturla a rezar por la paz, a devolver a los rehenes y a que haya paz en Medio Oriente. Todo sería sencillo si esto dependiera únicamente de Israel.

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(24 de Diciembre de 2024)

Editoriales anteriores Ver mas

Esta página fue generada en 0.0530901 segundos (2257)
2025-01-24T02:55:55-03:00