A raíz de la destitución del Ministro de Defensa Yoav Gallant por parte del Primer Ministro Netanyahu, quedaron confirmados otros dos nombramientos en el gobierno-el sustituto de Gallant y el nuevo Canciller- y eso trajo aparejado la incorporación de un partido a la coalición de gobierno, que ahora cuenta con una muy amplia mayoría en la Kneset: 67 de 120 diputados.
La coalición es más grande. Pero la desconfianza también.
Y lo más significativo es que entre quienes reaccionaron muy negativamente a la decisión de Netanyahu, hay no solamente gente de la oposición que no lo quiere en el gobierno por cuestión de ideología, de posiciones políticas, sino también numerosos israelíes que siempre votaron por partidos de derecha, pero que ahora se sienten traicionados.
Es que gran parte de la ciudadanía siente que el Primer Ministro tomó la decisión no por su crisis de confianza con Gallant- que no es inventada por cierto- sino por consideraciones políticas relacionadas a la preservación de su alianza con los partidos ultraortodoxos y por ende de su coalición, lo cual Netanyahu desmiente. Y muchos sienten que el paso dado es no menos que traición a los soldados que están arriesgando sus vidas en combate desde hace ya más de un año.
¿Qué tienen que ver las dos cosas?
Que si bien es cierto que Netanyahu y Gallant no tienen buena relación y que Gallant tuvo actitudes que en el marco político interno molestaron mucho al Primer Ministro-en gran medida con razón- , parece muy claro que la destitución está relacionada más que nada a las posturas de Gallant contra la exención de los jóvenes del sector haredi , ultraortodoxo, del servicio militar obligatorio, algo que Netanyahu quiere confirmar por ley y perpetuar, para congraciarse con los dos partidos de ese sector que son parte de su gobierno. Tras más de un año de guerra,en la que han caído ya casi 780 soldados y miles resultaron heridos, resulta increíble que Netanyahu apoye que perdure la situación actual y permitir que sea legal que los ultraortodoxos no se enrolen.
Por eso al dirigirse a la nación este martes, pocas horas después de ser destituido, Gallant recalcó que todo joven en edad de servicio militar, debe enrolarse, y que él se opone a lo contrario. Netanyahu tenía problemas para aprobar las leyes que quiere, sin el aval del ministro de Defensa, clave en esta temática. Gallant inclusive ordenó al ejército emitir otras 7.000 órdenes de reclutamiento a jóvenes ultraortodoxos, y la polémica de fondo no hacía menos que tornarse cada vez más álgida.
Es importante recalcar que entre quienes cargan sobre sus hombros están los jóvenes y hombres que combinan el servicio militar con el estudio de la Torá. Entre ellos también ha habido numerosos caídos en combate. Las “kipot” en las fotos de los caídos son notorias, y a menudo salen luego los padres de los héroes muertos, en muchos casos rabinos ortodoxos, calificando de vergonzosa la línea del gobierno en cuanto a los partidos del sector haredí.
Los líderes de los partidos ultraortodoxos actúan como si no supieran lo que está ocurriendo en el país desde hace más de un año. Y Netanyahu no quiere renunciar a ellos. Ellos presionan para seguir recibiendo beneficios para su sector y antagonizan cada vez más a gran parte de la población.
Por todo esto, muchos reservistas sienten que esa línea del gobierno es una traición a quienes arriesgan sus vidas diariamente. Casi de más está aclarar que entre esos reservistas hay mucha gente que no votó a la oposición, que tienen línea conservadora en sus posturas políticas, inclusive que viven en asentamientos en Judea y Samaria.
Por más que Netanyahu y su entorno suelen presentar a todo el que lo critica como “izquierda”, en tono de insulto, esta discusión va mucho más allá de ello, cruza líneas partidarias y desgarra a Israel.
Claro que parte de la población concordó con el planteamiento de Netanyahu y lo felicitó por la destitución de Gallant . Pero muchos otros-según las encuestas, la mayoría- están embargados por la preocupación.
Por la ausencia de Gallant, percibido como una figura sumamente responsable y clave para la seguridad nacional, altamente respetado también en Estados Unidos, un elemento muy importante justo en medio de la guerra. Y por lo que consideraron fue el mensaje de Netanyahu con su medida: que da prioridad a su coalición y no al bien de la sociedad israelí y el futuro del país.
Decir entusiastamente “juntos venceremos”, como suele hacer Netanyahu, no alcanza. En la práctica, al igual que hizo hace más de un año con la reforma judicial, Netanyahu tomó una medida divisiva sabiendo lo que eso desataría. Lo peor es que ya sabe cómo ven situaciones así los enemigos de Israel.
Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(6 de Noviembre de 2024)
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