Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

Israel, entre Estados Unidos e Irán


Hemos llegado al día de las elecciones en Estados Unidos y cabe preguntarse qué es mejor para Israel y la región, a qué Presidente se “debe” preferir: Harris o Trump.

La verdad es que no nos parece que haya una respuesta contundente, aunque no tenemos duda ninguna que como persona, más allá de posturas y posiciones políticas, la actual Vicepresidenta es de mucho mayor nivel que el ex Presidente que busca volver a la Casa Blanca. 

Trump no tiene reparos en inventar y mentir descaradamente, en insultar y actuar en forma grosera, expresando opiniones  ofensivas respecto a minorías étnicas, homosexuales y todo el que se le cruce y le moleste. 

Pero claro que uno puede preguntarse si acaso cuando Israel está lidiando con una guerra tan compleja que le ha sido impuesta por sus enemigos, y precisa el apoyo de Estados Unidos, los aspectos recién mencionados de Trump son los más relevantes o uno puede “tragarlos” con facilidad con tal de que haya una administración que sepa actuar con firmeza a favor de Israel.

Aquí viene, así creemos, el gran problema. 

No tenemos duda que Trump quiere el bien para Israel. Pero creemos que se equivocan quienes lo consideran un apoyo seguro y categórico a Israel en cualquier situación. A él le importa ante todo que se cumpla lo que él decida. No creemos que vaya a tener reparos en darle la espalda a Israel si considera que eso es lo que le conviene en determinada constelación, aún si básicamente es sí pro israelí. Y ni que hablar después de sus desavenencias con el Primer Ministro Netanyahu, a quien ya ha criticado repetidamente. 

En los últimos días Trump se reunió con representantes de la comunidad árabe en una de sus recorridas de campaña y se trató de congraciar claramente con sus anfitriones. Si considera que eso es lo que le da votos, pues nada debe sorprender. 

Por otra parte, Trump fue firme como Presidente en las sanciones impuestas a Irán, lo cual había causado serios problemas al régimen de los Ayatollas, problemas que Biden alivió al levantar gran parte de las sanciones.

Fue Trump quien desempeñó un papel clave en el logro de los Acuerdos de Abraham entre Israel, los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein y Marruecos. 

Evidentemente, nadie puede confirmar si es cierto lo que ha dicho varias veces, que si él hubiera sido el Presidente de Estados Unidos el 7 de octubre del 2023, la masacre de Hamas no habría ocurrido. Se presenta siempre como un elemento de tal firmeza que disuade, pero es imposible confirmar una apreciación de ese tipo.

No hay duda que también Harris dará prioridad, si es electa, a los intereses de su administración, no a los de Israel. Si bien se ha manifestado repetidamente a favor de Israel y su derecho a defenderse, con ella hay dos problemas serios. 

El más notorio es el ala “progresista” en el partido Demócrata, con miembros que no son meramente críticos de Israel sino antisemitas y hasta defensores de Hamas. Y sin el actual Presidente Biden, que ha declarado repetidamente que “no es imprescindible ser judío para ser sionista”-en referencia a su propio sentimiento- no está claro cuántos elementos quedarán en el partido para  defender con especial fervor a Israel. Eso requiere hoy mucha valentía pública, y no está claro que Harris la tenga.

Hay otro elemento complejo con Harris: tras escuchar varias de sus intervenciones públicas, más que nada respuestas a preguntas en entrevistas, situaciones en las que no se podía realmente preparar de antemano, nos parece que tiene cierta ligereza y superficialidad en el encare del tema de la guerra en curso. En más de una ocasión nos daba la impresión, al responder en ciertas entrevistas, que conoce más los titulares que los contenidos de fondo. Y lo peor es hacerlo pretendiendo ser sumamente profunda, como cuando habló de los mapas de Khan Yunes y del gran error que cometería Israel si entra a esa zona de Gaza. 

La administración de Biden ha dado enorme apoyo a Israel y también ha molestado en situaciones puntuales, como la presión para no maniobrar militarmente en Rafíaj y para no seguir bombardeando a Hezbolá en Beirut.

Pero en realidad, el problema central es que sea quien sea el/la nuevo/a titular de la Casa Blanca, Oriente Medio seguirá lidiando con el problema central: el eje del mal formado por Irán que lo encabeza, financia y arma, para difundir la inestabilidad en la región.

Ese régimen, del que siempre se ha dicho con razón que es extremista pero no demente, y que dentro de su extremismo es racional, parece haber decidido volver a atacar a Israel. Lo principal no son las fuentes diplomáticas anónimas que hablan con The New York Times y The Wall Street Journal, sino las autoridades iraníes que sostienen que un ataque es ineludible.

Esto sería, recordemos, una respuesta de Irán al ataque con el que Israel, hace unos 10 días, respondió al ataque con misiles balísticos iraníes del 1 de octubre. El elemento que más preocupante nos parece de esta situación, no es solamente cuán potente será este nuevo ataque, sino el hecho que a pesar de haber perdido gran parte de su defensa anti aérea, según dijo Israel, Irán opta de todos modos por atacar  nuevamente, aun sabiendo que ello conducirá a un ataque peor aún de parte de Israel. 

Si realmente Irán perdió gran parte de su defensa anti aérea e igual ataca a Israel sabiendo que cuando Israel responda pues Irán estará altamente desprotegido, eso ya no sería demasiado racional. Falta de criterio y extremismo ideológico y religioso, no son una buena combinación, sino un motivo de gran preocupación.

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(4 de Noviembre de 2024)

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