Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

El pedido para el nuevo año es lo que quiere cualquier pueblo normal


La llegada del nuevo año 5785 viene, como todos sus antecesores, de la mano de esperanzas y grandes expectativas. Siempre queremos que las nuevas oportunidades, los nuevos comienzos, traigan cosas mejores para nosotros y nuestros seres queridos. Pero este año es diferente. Este año, la esperanza es un clamor imponente por lo que debería ser normal para todos, para cualquier pueblo del mundo: que nos dejen vivir en paz. 

Como saben los lectores, estas líneas las escribimos desde Israel, donde hace casi un año se vivieron las peores matanzas de judíos desde el Holocausto. El mal, la crueldad indescriptibles, vestidos de personas supuestamente humanas,  irrumpieron al sur de Israel y cometieron atrocidades indescriptibles. Y la pesadilla aún no ha terminado, ya que 101 inocentes están presos de los terroristas en Gaza. Y nos imponen una guerra también de la frontera norte, donde otros terroristas, los de Hezbolá, se “solidarizan” con Hamas.Y el martes se agregó el ataque sin precedentes desde Irán.

En Israel, últimamente, cuando le preguntan a uno cómo está, no es fácil responder sin aclaraciones. Que en lo personal bien pero lo nacional es otra cosa. Pero en realidad, lo nacional incide directamente en lo personal porque ¿quién no conoce a alguien afectado directamente por el horror del 7 de octubre y todo lo que vino después? ¿Quién no se ve afectado por todo lo que ocurre y por los desafíos que son impuestos a Israel? ¿Es normal que si a uno le duele algo en la vida diaria piense “de qué me quejo, los secuestrados están peor”? 

Y al mismo tiempo, se sigue adelante. 

Las pesadillas que dejó el 7 de octubre deben terminar. Pero no pueden desaparecer las fuerzas inspiradoras que salieron a flote, o mejor dicho que se manifestaron con especial potencia a raíz del horror, mostrando la grandeza del pueblo de Israel.

Y del pueblo judío.

Por doquier, desde todos los confines del mundo, judíos buscaban denodadamente cómo aportar, qué hacer, cómo ayudar a los hermanos en Israel. Esto, paralelamente a la lucha contra el antisemitismo, contra la hipocresía de los que juzgan a Israel con doble vara, disfrazados de defensores de los derechos humanos, y no logran ocultar su judeofobia.

Y es muy importante destacar a los numerosos amigos no judíos que tenemos. Es lógico que destaques el preocupante fenómeno del antisemitismo que levantó cabeza, pero debemos tener clarísimo que no estamos solos, que es mucha la gente de bien con los principios y valores bien claros, que apoya a Israel en su lucha por vivir en paz y seguridad, y que condenan con fuerza y valentía el antisemitismo.

Así es en mi Uruguay y en muchos lados más.

Ahora al casi terminar estas líneas, me preguntaba si no habré dedicado demasiado a la parte dura y poco a la esperanza. Pues que esté claro: sabemos que los desafíos en el camino del Estado judío y el pueblo judío no terminarán tampoco en el nuevo año. Pero los enemigos deben saber que tampoco terminarán nuestras fuerzas por luchar por la verdad. Por seguir adelante en medio de la adversidad. Por aferrarnos a la vida mientras otros educan al odio y la muerte.

Y recurriendo a aquella frase histórica de Golda Meir, recordaré la otra parte de la ecuación: la Paz llegará cuando nuestros enemigos amen a sus hijos más de lo que odian a los nuestros.

¡Shaná Tová Umetuká!

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(2 de Octubre de 2024)

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