Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

El norte de Israel está bajo fuego


Es inconcebible que desde el 8 de octubre, absolutamente todos los días haya lanzamientos de cohetes, misiles y drones explosivos desde Líbano hacia el norte de Israel, y no se logre poner fin a la agresión.

La responsabilidad máxima es del gobierno, tanto del Primer Ministro Netanyahu como del Ministro de Defensa Yoav Gallant. En realidad, ante todo de Netanyahu que es quien tiene la última palabra. Y deben cambiar de rumbo, es imposible seguir como hasta ahora, con disparos constantes al norte a los que se responde de una forma que evidentemente no disuade.

 

Desde un punto de vista militar, hay capacidad de actuar de otra forma, está claro que Israel la tiene, pero entran en consideración varios elementos, no sólo la fuerza de la que se dispone. Pero ante todo, hay que ver por qué la población del norte tiene sensación de abandono, de que las cosas se manejan mal, que no hay una política ordenada. Eso debe cambiar de inmediato.

La población del norte de Israel no quiere guerra, pero tampoco puede aceptar que se normalice la locura de vivir así, sea de las decenas de miles de evacuados que están fuera de sus casas, o de los que no se fueron y están en peligro constante. 

¿Alguien en el mundo puede entender esto? Hezbolá dispara decenas y decenas de cohetes y drones por día en su mayoría dirigidos hacia la población civil, como lo notorio de los ataques de este miércoles a la ciudad de Katzrin, poniendo en peligro a sus 8.000 habitantes. 

La población exige, con razón, una respuesta que cambie esta dinámica, y siente que no se hace lo suficiente. Si bien Israel va más allá de la respuesta concreta al lugar del cual salen los disparos y ha eliminado ya a más de 400 terroristas de Hezbolá, entre ellos algunos de muy altos cargos (como Fuad Shukur, el jefe militar máximo de la organización), la sensación de la población es que no se ha tomado la decisión de poner punto final a esta locura. 

Dos pasos en la dirección correcta fueron dados en los últimos días al atacar Israel enormes depósitos de misiles de Hezbolá, bastante tierra adentro, en la Beqá libanesa, lejos de la frontera con Israel. El fuego ardió durante muchas horas y se veía a larga distancia. Se captó claramente numerosas explosiones secundarias que indicaban la presencia de las armas en el lugar. Eso es un duro golpe para Hezbolá.

Un gran desafío es poder analizar la situación mirando el cuadro general, conscientes del vínculo entre la situación en la Franja de Gaza y en el norte de Israel.

El Ministro de Defensa Gallant declaró este miércoles que el batallón de Hamas en Rafah había sido desmantelado, habían sido destruidos allí 150 túneles terroristas y numerosas estructuras de Hamas. Hace unos días se informó que en total habían sido eliminados ya 17.000 terroristas. Desde entonces, más aún. Son logros importantes. Pero la gran pregunta es si acaso hay que seguir la guerra en la dinámica actual como si se buscara eliminar hasta el último terrorista y destruir hasta el último túnel. Al parecer, hay que pensar ya en cambio de rumbo en Gaza, para poder concentrarse en el desafío del norte que hoy es el principal.

Las críticas dentro de Israel al gobierno, como sólo ocurre en una vibrante democracia como la israelí, son numerosas y más que comprensibles. Al mismo tiempo, es clave no perder de vista quién es el culpable de la situación: el enemigo que como solemos decir, apuesta a la muerte y no a la vida. En el caso del norte, la organización Hezbolá que ha tomado de rehén a Líbano, abusando de su territorio para servir a una agenda foránea, la del Islam chiita radical. Una organización que dedica sumas millonarias llegadas de Teherán y del tráfico de drogas, para construir una infraestructura terrorista en un país fallido con una economía en desmoronamiento.

El culpable de fondo es todo aquel que dedica más energías, recursos y tiempo a tratar de dañar  a Israel que a construir su propia sociedad y desarrollar a su pueblo. Hezbolá no es el único, aunque es ahora sí el principal desafío, aparte de Irán, la cabeza de la serpiente al que el mundo todo debería frenar, no solamente Israel. 

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(21 de Agosto de 2024)

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