Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

Cuando se junta lo personal con lo público


 

Comencemos con una aclaración “técnica”: varios párrafos de esta nota ya los hemos publicado en el pasado, pero es para nosotros un imperativo del corazón publicar esta nota que los incluye. 

No diremos nada original si recordamos que al llegar el nuevo año judío, el 5784 según el calendario hebreo, nos auguramos a nosotros mismos y nuestros seres queridos, lo mejor, salud, paz, felicidad, y bienestar. Es lo básico. Lo que permite al ser humano seguir adelante, desarrollarse, vivir como desea toda persona normal.

Lo queremos también para nuestra comunidad. En la vida judía, la interacción con el prójimo es clave. No sólo en la judía, claro está, pero lo destacamos aquí, al acercarse Rosh Hashaná, ya que inclusive para orar es necesario un grupo, el "minián" de diez hombres . ¿Habrá sido la intención garantizar que el individuo sepa que puede aprender siempre de otros, que tenga humildad, y sepa compartir?

También deseamos lo mejor para nuestro país, para nuestro pueblo, para nuestra tierra, lo cual para muchos judíos  significa un sentimiento de doble amor , hacia la tierra de sus antepasados, Israel, y la patria en la que nació. Lo es sin duda para nosotros, por el gran amor por Uruguay y por Israel. No se puede sentir dicha plena cuando el medio en el que uno vive no goza de lo mismo que quizás se alcanzó a nivel personal.

Y pensamos en ello estos días,con la llegada del nuevo año y luego, diez días más tarde, Iom Kipur, el Día del Perdón-en el que cada judío debe analizar lo hecho, los errores cometidos y la necesidad de pedir perdón y corregir- porque una simple mirada al mundo que nos rodea, estruja el corazón.

Son diversas las penurias a lo largo y ancho del mundo y no basta con la bondad y solidaridad de organizaciones y particulares para mitigarlas, pero sin ellas todo sería peor. El pueblo judío, motivado por el concepto de Tikun Olam, de acciones destinadas a corregir y mejorar lo que está mal en el mundo, hace su importante aporte desde distintos ángulos. También el pequeño gran Israel, en el que no han desaparecido el voluntariado y la ayuda al prójimo a distintos niveles, a pesar de las agudas discusiones que envuelven a la sociedad y los titulares preocupantes que se publican adentro y también llegan al exterior.

Cuando este viernes 15 de setiembre al anochecer comience el nuevo año  5784, muchos podrán hacerlo con felicidad y plenitud y mientras lo disfrutamos, es importante que seamos conscientes de que hay quienes tienen otras vivencias muy distintas. 

Esperamos que no falte nada en nuestra mesa, ni en la de nuestros hermanos, vecinos y desconocidos, judíos o no.  Que todos tengan un año bueno y dulce, shaná tová umetuká..y como dicen los sefaradíes, anyada buena y klara. Para los judíos que estaremos celebrando Rosh Hashaná y todos aquellos que no lo son. Se lo deseamos a toda la gente de buena voluntad. A los que quieren dedicar su vida a construir y desarrollar, no a matar y dañar. A los que buscan formas de salvar diferencias y no de perpetuar conflictos.

Habrá sin duda quienes celebren la fiesta, acompañados en sus mesas de fuerte ausencias que ya no volverán físicamente, pero que de hecho, nunca desaparecen. Con disculpas por la mención personal-que nos permitimos porque sigue teniendo una dimensión pública, por haber sido el fundador de Semanario Hebreo que dirigió hasta unos meses antes de su fallecimiento el 31 de julio del 2004- nosotros recordaremos a papá, de bendita memoria, José Jerozolimski (z”l). Lo recordaremos como siempre, a la cabeza de la mesa-aunque solía decir que la cabecera está donde cada uno se sienta- con el sidur, el libro de oración en la mano, sonriente al  ver a toda la familia reunida, feliz como judío del privilegio de celebrar otra vez las fiestas, juntos, un eslabón más en la continuidad de generación en generación.

Desde el Reino de los Justos en el que sin duda descansa, seguramente nos mira con su alma pura y buena deseándonos salud y éxitos, admirado de los nietos que tanto crecieron y de aquellos que no llegó a conocer personalmente, así como de la nueva generación, los bisnietos que nos colman de felicidad y que ya saben que su Zeide está en el cielo cuidándolos. Seguro desde allí pide por su amado Uruguay, donde no nació pero que fue para él su país, el primero al que amó, y por la Madre Patria del pueblo judío, Israel, que tantos buenos augurios precisa hoy.

¡Shaná  Tová para todos!

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(15 de Septiembre de 2023)

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