Este miércoles 2 de junio, aproximadamente media hora antes de expirar el plazo determinado por la ley, el jefe de la oposición Yair Lapid notificó al Presidente del Estado que logró formar el nuevo gobierno de Israel. Estará compuesto, según el acuerdo de coalición ya firmado, por partidos de izquierda, centro, derecha y un partido árabe, lo cual ya lo convierte en algo histórico.
Se trata de Yesh Atid, Yemina, Kajol Lavan, Avodá (laborismo), Israel Beiteinu, Tikva Jadasha, Meretz y Ra´am, que juntos superan los 61 escaños mínimos necesarios para que se pueda hablar de la formación de gobierno.
Esto ya es un paso clave en la solución de la prolongada crisis política que vive Israel desde hace dos años, durante los cuales hubo 4 elecciones. Pero no es suficiente. ¿En qué sentido? En el hecho que hasta que no haya jurado el gobierno ante la Kneset, Parlamento de Israel-lo cual ocurrirá dentro de cerca de 10 días o quizás un poco menos- está claro que el bloque del Primer Ministro Biniamin Netanyahu seguirá ejerciendo fuertes presiones sobre los miembros del partido Yemina encabezado por Naftali Bennett, presiones que no es de descartar logren su propósito y convenzan a algunos de ellos a retractarse de su apoyo al gobierno.
Los argumentos de quienes lo hagan-se hecho se lo está haciendo desde hace ya varios días- apuntarán a la parte ideológica, afirmando que un partido de derecha no puede estar en un gobierno con la izquierda, y a la política, diciendo que con este paso, violan sus promesas al pueblo y se suman a un gobierno “peligroso” para el país.
Por otra parte, varios analistas israelíes estiman que a pesar de esas presiones, será difícil ver cambios de rumbo en los partidos de derecha que son parte de la nueva “construcción”-así la llama el jefe de la oposición Lapid- porque al haber avanzado hasta el momento actual junto con el bloque opositor, se quedarían sin alternativa política. Y si hacen fracasar el gobierno anunciado, y van a elecciones, se estima que quedarían borrados políticamente.
Por un lado entonces, este miércoles se dio un paso clave hacia la entrada en funciones de un gobierno de cambio, que equivaldría al fin de la era Netanyahu. Por otro, hasta que no haya jurado, mucho puede suceder. En política israelí, una semana puede ser una eternidad.
Pero si esto se concreta, de acuerdo a lo pactado en los acuerdos de coalición, el primero en desempeñarse como Primer Ministro será Naftali Bennett del partido de derecha Yemina, y dos años después , el centrista Yair Lapid de Yesh Atid, hoy jefe de oposición.
El significado central
Analicemos de todos modos qué significa el nuevo gobierno, suponiendo que sí se concreta.
-Ante todo, el fin de 12 años consecutivos de Biniamin Netanyahu al frente del poder. Un Primer Ministro extremadamente inteligente, talentoso y capaz, que arrastra admiradores incondicionales y despierta durísimas críticas que van mucho más allá de las normales discrepancias entre adversarios en el ejercicio de las funciones de gobierno. Dos de los puntos centrales se refieren al hecho que insistió en continuar al frente a pesar de que está en juicio por sospechas de corrupción, y a una práctica que ha sido muy característica de su estilo, de antagonizar a quienes no están de acuerdo con él, etiquetando a todo aquel que se le opone como “izquierda”, en un tono que prácticamente daba a entender que quienes apoyan a la oposición, son un peligro para el país.
- La diversidad de identidades en los partidos miembros del anunciado gobierno, será sin duda un problema y un obstáculo en su funcionamiento, pero es también un mensaje positivo. La sensación general es que el país está profundamente dividido, con emociones exacerbadas por las discrepancias en distintos temas, y tener que trabajar juntos por la sociedad, puede que enseñe a todos a transar. En realidad, sin eso, no se habría podido firmar el acuerdo de coalición.
- Es la primera vez que un partido árabe se suma como parte integral de la coalición de gobierno. Cabe recordar que hay diputados árabes en el parlamento israelí desde siempre, desde las primeras elecciones llevadas a cabo en 1949. Y también hubo un ministro árabe, que era miembro del partido laborista. Ahora habrá un ministro árabe que es miembro del partido Meretz de izquierda, votado por judíos y árabes. Pero como facción árabe separada que es parte de la coalición, aunque haya optado por no tener ministros, es la primera vez. Y se trata del partido islamista Ra´am del Dr. Mansur Abbas.
Este fue uno de los puntos más discutidos, debido a se considera que el partido se identifica con los Hermanos Musulmanes , cuyo radicalismo es conocido. Sin embargo, Mansur Abbas se manifestó insistentemente en los último tiempos, con un tono conciliador y dialoguista, en pro de la cooperación judeo árabe por el bien de la ciudadanía toda, afirmando que quiere hacer todo lo necesario para aportar a la sociedad.
Esto es especialmente importante en un momento como el actual en el que aún están frescos los recuerdos muy recientes de los disturbios e incidentes violentos en ataques árabes a judíos y algunos casos de respuestas extremas de judíos a árabes. En esta situación, se apuesta a intensificar la cooperación en lugar de ahondar las diferencias.
- Mientras los partidos ultraortodoxos y el así llamado de Sionismo religioso del diputado Betzalel Smotrich sostienen que la alianza de Yemina con “la izquierda” será catastrófico para “el mundo de la Torá en Israel”, cabe recordar que en el nuevo gobierno, de hecho, vuelve la vieja alianza entre la izquierda sionista y el sionismo religioso más parecido al histórico del Mafdal (Partido Nacional Religioso) , a través de Yemina. Hay matices y diferencias, no es lo mismo, pero se estableció una plataforma de cooperación, y eso tiende puentes, acerca, es positivo.
- En el nuevo gobierno, si se concreta, habrá por 8 ministras mujeres, de distintos partidos. Eso es notorio e importante, aunque no haya una declarada agenda feminista.
-Todos los miembros del gobierno anunciado recalcan la necesidad de abordar temas claves hoy en día en la sociedad israelí, tanto relacionados a la pandemia-aunque en Israel ha mejorado increíblemente- como a otros desafíos que deben ser atendidos. Hay figuras con gran experiencia en seguridad, en economía y en la agenda social. Claro está que ninguno tiene la experiencia de Netanyahu, pero en democracia, el gobierno no puede permanecer siempre en las mismas manos,por más que ello sea resultado de votaciones libres y democráticas.
La saga aún no ha terminado. Es cierto que mucho puede ocurrir hasta que el anunciado gobierno de cambio llegue al día de jurar ante la Kneset. Podrían arruinarse sus planes. Pero también es más que probable que ello no ocurra y dentro de algo más de una semana asuma un gobierno formado por el bloque hasta hoy opositor. Será histórico.Por el bien de Israel, de quienes lo votaron y quienes no, cabe desarle éxito. En cuidar los intereses de Israel y sus ciudadanos. En protegerlo de Irán y los terroristas de Líbano y Gaza. En garantizar trabajo en pro de la ciudadanía a todo nivel.
Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(2 de Junio de 2021)
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