Debo confesar que todos estos últimos días, al escribir sobre el inminente acuerdo de paz entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos, sobre la sumamente exitosa visita de la delegación oficial israelí a Abu Dhabi y el notorio interés de ambas partes en una relación que se desarrolle rápida y exitosamente en áreas diversas, en más de una oportunidad pensé si no estaremos apresurándonos. ¿Nueva era? ¿Acaso no conocemos a Oriente Medio? ¿Acaso se puede hablar de futuro de paz cuando Israel continúa lidiando con tantos desafíos?
Sí. Es ineludible. Ambas cosas tendrán que convivir.
Claro está que los desafíos no han desaparecido. Es más, los enemigos de Israel se incluyen automáticamente en el campo de enemigos de la paz. Ambas cosas van de la mano. Israel no podrá bajar la guardia.
Y al mismo tiempo, sigue buscando cómo avanzar hacia la paz y se aferra con entusiasmo a la esperanza que surge, y hasta diríamos que de una forma sin precedentes.
Aquí no hay grandes dramas, dirán algunos. Si nunca hubo guerra entre Israel y los Emiratos…Es cierto, afortunadamente no la hubo. Sin embargo, el hecho que estas relaciones no estén poniendo fin a un riesgo de muerte, no debe quitar valor o fuerza a esta nueva amistad, sino agregarle normalidad. No se firma un acuerdo para neutralizar una amenaza sino para aumentar la cooperación, para apostar a un futuro mejor, para crear nuevas oportunidades a la gente en ambos países. De hecho se trata de la verdadera dimensión de la paz, que no es lo mismo que no beligerancia.
Lo que pasa es que Israel está tan acostumbrado, desde su fundación misma, a luchar por su propia existencia, que cuando todo parece ir más fácil, algo parece extraño.
Estos días hemos navegado bastante en las redes y hemos entablado contacto con varios tuiteros formadores de opinión tanto de los Emiratos como de Arabia Saudita. Cada uno parece salido de un mundo que en Israel casi no se conocía. Árabes que defienden su derecho a existir, que ven lo bueno que tiene, que sugieren a otros árabes aprender del Estado judío y hasta no pocos que citan del Corán versículos que demuestran el vínculo histórico milenario entre la tierra de Israel y el pueblo judío.
Siempre pensé que no es cierto que Israel está solo. Son numerosos quienes defienden su derecho a existir en paz y seguridad. Y descubrirlos también en el mundo árabe, es una gran cosa.
Es legítimo discrepar respecto a cualquier paso político que se dé. Pero nada puede justificar oponerse a un acuerdo de paz.
Lamentablemente, los palestinos se han colocado del lado de los que se oponen, creyéndose con derecho a neutralizar toda posibilidad de avanzar hacia la paz entre Israel y países árabes, hasta que haya un Estado palestino. Han sido ya muchas las oportunidades desperdiciadas para lograrlo.
Pero no es tarde para que recapaciten. Ojalá entiendan rápidamente que Oriente Medio es un escenario en el que varias cosas están cambiando, una región en la que sigue habiendo extremistas radicales pero también árabes cansados de discursos de odio que en nada mejoran la situación de sus pueblos. El acuerdo de paz entre Israel y los Emiratos, pude ser una oportunidad también para los palestinos, si saben sumarse a la carreta.
Por ahora, se han posicionado del lado de Irán y Hamas. No es una buena elección.
Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(4 de Septiembre de 2020)
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