Siento la necesidad, al comenzar estas líneas, por si las lee alguien que no me ha leído nunca y que se apure a repartir etiquetas entre “extremistas” y “moderados”, que siempre he defendido la idea de un Estado palestino independiente, si su existencia no pone en peligro a Israel. Dos estados soberanos, conviviendo en paz y seguridad. Pero entre eso y aceptar automáticamente las posturas del liderazgo palestino, hay años luz de distancia.
La tendencia al “no” automático, a presentarse constantemente como víctima también cuando se les plantea propuestas de paz y a esperar que el mundo gire en torno a sus exigencias, no sólo está cansando al propio mundo árabe sino que además-y esto es lo principal- perjudica al pueblo palestino. Lo estanca, no le permite avanzar, lo sume a una realidad que debería cambiar.
A este problema de fondo se agrega un agravante: la violencia. Esta no se manifiesta solamente en disparos, golpes o explosivos. También pretender imponer al mundo musulmán todo la visión palestina, como dueños de la verdad por la agenda que abrazan, es violencia, una verdadera insolencia.
¿De qué estoy hablando? El Gran Mufti de Jerusalem Sheikh Muhammad Hussein emitió una fatwa, edicto religioso, determinando que los ciudadanos de los Emiratos Árabes Unidos no tienen permitido orar en la mezquita de Al Aksa. Quien quiere entrar al santuario, agregó, debe hacerlo pasando por las puertas de la “normalización palestina”. En otras palabras, reiterando el mensaje de siempre: los árabes no pueden normalizar relaciones con Israel en tanto no se haya solucionado el problema palestino, en los términos decididos por los palestinos.
Y yo me pregunto: ¿de dónde sacan tal tupé? ¿Desde cuándo los palestinos son dueños de la fe islámica? ¿No era que la mezquita de Al Aksa es un santuario clave del Islam? ¿Quiénes son entonces los palestinos para determinar quién puede orar allí y quién no?
Soy judía, no musulmana. Pero puedo imaginar la ira de numerosos musulmanes, gente de bien, estén o no de acuerdo con las noticias sobre Israel y los Emiratos, preguntándose desde cuándo los palestinos tienen derecho a determinar quién puede rezar en Al-Aksa.
El tema es que esto va más allá de un pronunciamiento general. Esto se traduce en violencia física, como la que experimentó Muhammad Saud, un bloguero saudita conocido defensor de Israel, cuando fue invitado a visitar Jerusalem y fue insultado y atacado en Al Aksa por palestinos extremistas que le tiraron zapatos-señal de ofensa en el mundo árabe- por su apoyo al Estado judío.
Aquí puedes leer la nota sobre aquella visita
Y esto significa que cuando vengan musulmanes de los Emiratos a Jerusalem-ojalá que muchos y pronto-y quieran rezar naturalmente en las mezquitas, tendrán que ir acompañados de numerosos policías israelíes que los cuiden de los radicales.
El mundo musulmán es el primero que debe salir a condenar la fatwa del Mufti de Jerusalem.
Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(17 de Agosto de 2020)
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