Badran Jbara, palestino de la aldea Turmus Aya en Cisjordania, también es ciudadano de Panamá y Costa Rica.
Nos contacta para pedir ayuda, presión, exposición de su caso. Recurre a periodistas y contactos diversos, buscando ayuda para su hija Suha, de 31 años.
Es una de sus 7 hijos (5 mujeres y 2 varones) y desde el 3 de noviembre no ha vuelto a casa. Esa noche efectivos de los servicios secretos palestinos la detuvieron y sacaron violentamente de la casa, sin explicar nada. Fue llevada a un lugar conocido como "el matadero", torturada-según pudo contar después- y trasladada a la cárcel de Jericó. Tuvieron que hospitalizarla en dos ocasiones y también ahora está bajo tratamiento médico en un hospital de Nablus.
Suha está divorciada y tiene tres hijos de 8, 9 y 11 años.
Su padre relata lo que Suha ha vivido y cada tanto dice que mejor no detallar.
Suha nació en Panamá, donde su padre se había instalado ya a los 14 años, acompañando a su hermano mayor que había ido allí a estudiar. Finalmente se dedicó a los negocios y alcanzó una buena solvencia económica.
En el año 2000 la familia volvió a su aldea original, pero Badran siguió viajando, con la base en Panama y llegadas a Cisjordania cuatro veces por año. Hasta el 3 de noviembre cuando lo llamaron de urgencia.
Supuestamente, este miércoles 26 de diciembre Suha sería liberada, pero luego comenzaría el juicio y Badran Jbara no confía en la justicia palestina, de su propio gobierno. Exige juicio a puertas abiertas, para que no se pueda ocultar la verdad.
¿Los cargos? Mentiras, dice él. Todo mentira, porque saben que la suya no es una familia que apoye a la Autoridad Palestina.
Cabe recordar que diversas organizaciones de derechos humanos han condenado duramente las condiciones y el trato a los presos tanto en las cárceles de la Autoridad Palestina en Cisjordania como en las de Hamas en Gaza. Ambas partes se acusan mutuamente de horrores.
Badran dice que él no tiene nada que ver con "política" y que lo único que desea es recuperar a su hija.
Este es su testimonio.