Rab Mendy Shemtov

Rab Mendy Shemtov

Director Ejecutivo de Jabad Uruguay

Columna de opinión

¡Apaga esas llamas!

Mientras daban vueltas las hamburguesas ayer sobre las parrillitas kosher que trajimos a la cancha para una tarde de diversión con los jóvenes de Cteen Uruguay, sucedió algo que me hizo reconocer una verdad absoluta. 

Los carbones se calentaron y estalló una llama, entonces uno de los chicos le dice al otro, "tírale agua a la llama, sino quemamos las hamburguesas!".

Y me dejó pensando.

Las brasas son calientes, cocinan, justamente porque son calientes, muy calientes. Pero con brasas calientes no se quema la carne, con llamas de fuego sí. ¿Por qué? No se bien la razón, pero me dejo una lección importante, más allá de lo culinario.

* * * *

Hay dos maneras de cómo educar, cómo transmitir algo a alguien para que le enriquezca y le dé rumbo a su vida: Calor y fuego. En otras palabras, amor o temor. Pasión y furia. Alegría e ira.

Ejemplos abundan de cómo diferencias a la hora de transmitir algo, cambia radicalmente la forma de cómo se recibe o rechaza. 

El calor representa vitalidad, alegría, pasión y amor. Fuego puede representar lo que es el enojo, la imposición, la fuerza.

Cuando de educación se trata, calor es mejor, y funciona de manera tal, que el educando terminará no sólo abrazando al educador y a la educación que recibió, sino que también lo llevará, muy posiblemente a ser él o ella mismos, un muy buen y apasionado transmisor y educador del mismo mensaje.

Cuando se trata de llamas flamantes bajo una hamburguesa kasher, sabemos que la carne se quemará y no será muy gustosa, y por ahí, termina no sirviendo ni para comer. Si aplicamos las mimas reglas de la parrilla al área de educación, eso significa, que el educando rechazará la educación que se intentó transmitirle, y ni hablar, que no lo pensará transmitir a otros. Y menos con ganas y pasión.

* * * * *

Así como es en cuanto a la educación, así también con cualquier relación importante. Con tu pareja, tus hijos, tus hermanos, tus padres, tus amigos y cualquier prójimo. Y así también en tu relación con tu propio Creador. 

No dejes que las "llamas" se metan y te arruinen el "asado". Asegúrate, no obstante, que las brasas ardan, y el calor haga su tarea de cocinar esa relación, transformándola en algo maravilloso y gustoso de digerir y compartir.

Rab Mendy Shemtov
(21 de Diciembre de 2018 a las 18:11)

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