En la situación de guerra entre Israel y la organización terrorista Hamas, con 59 personas –la mayoría israelíes y algunos extranjeros- secuestrados y retenidos por la fuerza en Gaza desde el 7 de octubre del 2023, las cosas no se pueden juzgar únicamente de acuerdo a los bombardeos que Israel decidió reanudar. Tampoco se miden de acuerdo a la cantidad de muertos en Gaza, sobre la que la única fuente es Hamas, con la lamentable situación de que numerosos medios se hacen eco de los números que proporciona a pesar de que es más que sabido que Hamas miente y exagera. Cada uno de los civiles muertos , y claro que los hay, es una tragedia. Hamas tendría que haber pensando en eso antes de lanzar su salvaje ataque contra Israel hace más de 520 días. Es que lo que hay ahora es una nueva etapa en esa misma guerra.
Pasaron casi tres semanas desde que se concretó la última fase pactada de la tregua, con la devolución de cuatro cuerpos sin vida de civiles israelíes, y en todo ese lapso Israel se abstuvo de atacar a pesar de que Hamas rechazaba todas las propuestas de acuerdo que le eran presentadas. Por eso finalmente decidió reanudar sus golpes aéreos a blancos de Hamas.
Repasemos lo ocurrido no sólo en las últimas semanas, para entender quién es el verdadero responsable de la situación.
Primero lo ya muy reiterado, pero que es ineludible recordar en resumen.
El 7 de octubre de 2023, cuando miles de terroristas irrumpieron a territorio soberano en el sur de Israel, había alto el fuego. Casi 20 mil palestinos entraban diariamente a trabajar en Israel. Hamas recibía 30 millones de dólares por mes de Catar, con aprobación de Israel-un escándalo que debe ser investigado a fondo-supuestamente para familias carenciadas, aunque está claro que iba mucho dinero a su infraestructura terrorista armada. Todo eso se terminó cuando se produjo la invasión. Israel tuvo que responder, primero por aire solamente, desde el 27 de octubre también con entrada por tierra.
En la masacre fueron asesinadas más de 1200 personas, el 91% civiles, el resto soldados y fuerzas de seguridad. La mayoría de las víctimas eran israelíes, casi todos judíos pero también árabes musulmanes, y hubo decenas de asesinados que eran extranjeros que estaban trabajando o estudiando en el sur del país.
Fueron secuestradas 251 personas, nuevamente la mayoría civiles israelíes, entre ellos casi cuatro decenas de menores de edad, incluyendo niños muy pequeños y hasta Kfir Bibas de sólo 8 meses, y ancianos, entre ellos varias personas enfermas.
En noviembre del 2023, a raíz de la fuerte presión militar israelí, Hamas aceptó un alto el fuego, en cuyo marco fueron liberados 105 de los secuestrados (cuatro mujeres habían sido liberadas antes) , de los cuales 85 eran israelíes y el resto extranjeros (19 tailandeses y 1 filipino). Además fue liberado un israelí con ciudadanía rusa, como “gesto” hacia Vladimir Putin. A cambio de su gente, Israel excarceló a cientos de terroristas.
Parte del acuerdo era el incremento del abastecimiento de ayuda humanitaria a Gaza, a 200 camiones por día.
Esa cantidad se mantuvo todo el tiempo a pesar de que terminó ese alto el fuego y a pesar de que estaba claro que Hamas robaba la mercadería, almacenaba provisiones de todo para estar cubierto y revendía parte, ganando así fortunas a costas de su propia población, mientras gritaba ante el mundo que había hambruna en Gaza, lo cual nunca fue cierto.
El alto el fuego se mantuvo entre el 24 de noviembre y el viernes 1 de diciembre, y fue violado por Hamas dos horas antes de expirar, al lanzar cohetes nuevamente hacia territorio israelí. Ese día deberían haber sido liberadas las mujeres civiles y los niños que quedaban, lo cual incluía a Shiri Bibas y sus dos pequeños hijos. Ahora parece claro que en ese momento, de hecho, ya habían sido asesinados.
Más de 400 días transcurrieron desde el fin de aquel primer alto el fuego hasta la entrada en vigencia del segundo, el 19 de enero, también producto de fuertes presiones sobre Hamas, más que nada la advertencia del Presidente Donald Trump sobre “el infierno” que caería sobre Gaza si no libera secuestrados. Hoy está claro, a raíz de los testimonios de los secuestrados que fueron liberados, que los terroristas torturan y actúan con suma crueldad con los cautivos, con maltratos y ensañamiento tanto físicos como con torturas sicológicas.
En el segundo alto el fuego fueron liberados 38 secuestrados, de ellos 33 israelíes y 5 tailandeses. De los israelíes, 25 estaban vivos y 8 fueron devueltos en ataúdes, todos asesinados por Hamas.
A lo largo de los más de 520 días desde el 7 de octubre del 2023, Hamas fue responsable del asesinato de numerosos secuestrados. Deben ser considerados como tales tanto los casos en los que los cautivos fueron baleados o acuchillados directamente, sea en el secuestro o después, como aquellos en los que murieron por abandono y falta de medicamentos, o inclusive si hubo casos en los que murieron durante un bombardeo israelí. Ninguno de ellos habría estado en Gaza si no hubiesen sido secuestrados. No habría habido guerra si Israel no hubiese sido atacado.
Israel logró recuperar los cuerpos de 41 secuestrados en operativos militares. De 36 de ellos se habían recibido antes señales de vida. Los primeros cuerpos rescatados, de una joven soldada y una civil, fueron hallados en noviembre del 2023 junto al hospital Shifa de Gaza.
Hamas tuvo casi dos meses de calma absoluta que usó para rearmarse y reorganizarse. Israel no atacó apenas terminó la primera fase del alto el fuego. Si bien es cierto que Netanyahu decidió no comenzar en el día 16 de la tregua las negociaciones para la segunda parte, sí trató de extender la primera a través de distintas propuestas que incluían la excarcelación de terroristas y la reanudación de la ayuda humanitaria ,interrumpida antes en un intento de presionar a Hamas. La organización terrorista rechazó todas las propuestas y al mismo tiempo continuó con sus preparativos de rearme. La Inteligencia israelí sostiene que estaba organizándose también para atacar territorio israelí infiltrándose por tierra.
Eso fue un elemento clave en la convicción israelí sobre la necesidad de garantizar un futuro sin Hamas, a lo que Hamas se opone, recalcando reiteradamente que no aceptará ni deponer las armas ni salir de Gaza. Se agregaron los duros testimonios de los secuestrados liberados que contaron qué se vive en cautiverio como víctimas del terrorismo.
Por todo esto, Israel llegó a la conclusión que no hay alternativa.
Si éste era el momento y si no era mejor intentar nuevamente negociar e inclusive proclamar el fin de la guerra para tratar de recuperar a los secuestrados todos, sigue siendo un tema en discusión en la sociedad israelí. Pero todo este trasfondo deja en claro con quién lidia Israel. Y lo que determina la responsabilidad por la situación, no es que Israel decidió bombardear a Hamas , sino con quién lidia Israel.