El uruguayo israelí Pablo Leffler, radicado en Israel desde hace décadas, es uno de los queridos amigos del kibutz Ein Hashlosha en quien pensamos preocupados aquel sábado 7 de octubre cuando miles y miles de terroristas irrumpieron a decenas de comunidades del sur de Israel y cometieron impensables atrocidades. Afortunadamente, tanto él como su esposa Nili, su hijo Itamar, su nuera y su nietita, salieron ilesos. Pero lo que vivió toda su comunidad ese día, no se olvidará jamás, aunque diferentes circunstancias hicieron que a pesar del dolor de los cuatro muertos en el kibutz hablen casi de milagro, ya que en los vecinos la tragedia fue infinitamente mayor.
En el caso particular de Pablo, cuya familia afortunadamente salió ilesa, se vivió de todos modos una experiencia muy difícil ya que irrumpieron violentamente a su casa palestinos y destruyeron todo lo que podían, saqueando y robando lo que alcanzaron. Pablo estimó que eran civiles porque estaban armados “sólo” con cuchillos y armas de fuego. De todos modos, claro está que se enfrentó al peligro.
Estuvimos recientemente en la ciudad de Netivot en la que viven los miembros de Ein Hashlosha desde hace unos meses, por un tiempo. Este fue su testimonio.
P: Pablo, el 7 de octubre del año pasado, ustedes tuvieron una experiencia nada sencilla, cuando palestinos entraron a vuestra casa. Al parecer eran civiles pero en ese momento imagino que la amenaza estaba latente. ¿Cómo lo viviste? O quizás mejor empezamos por el principio de aquel sábado tan terrible.
R: Nos despertamos como todos a las seis y media con los sonidos de las alarmas indicando que hay misiles en camino. Entramos al cuarto de seguridad. Empezaron a llegar informes en los grupos de WhatsApp del kibutz diciendo que había que quedarse encerrados en asa. Los misiles no cesaban. En determinado momento empezamos a escuchar también disparos en la zona. Y un poco más tarde también empezamos a oler humo quemado. En ese momento ya estábamos incomunicados, no teníamos teléfono de línea, y el internet casi no funcionaba. En determinado momento, cuando estábamos adentro del cuarto de seguridad, escucho un ruido enorme en la casa, un ruido tremendo.
Pablo mantuvo la calma y estima que eso lo salvó.
Pero tras contar sobre la entrada de esos atacantes a su casa,pasa a una parte que lo emociona en especial. Se le llenan los ojos de lágrimas.
¿Y el futuro?
P: A lo largo de los años hemos conversado muchas veces sobre tu trabajo en el kibutz, en los campos de Ein HaShloshá donde también te entrevisté. Una vez me mostraste la boca de un túnel o el acceso a la boca de un túnel que tu hijo había encontrado, de uno de los túneles que cruzaban a Israel. Y tenías contacto con palestinos que en su momento trabajaron en el kibutz. Con todo eso de fondo ¿cómo ves ahora ese tema de la vecindad con Gaza y la posibilidad de convivencia pacífica? ¿Se terminó todo?
R: Yo creo que se terminó todo. No se puede estar en contacto con esa gente. Hoy en día no... En otras épocas me daba lástima por lo que pasa en la Franja de Gaza. No se puede tener confianza. Tantos civiles han pasado a este lado haciendo destrozos. Seguro que estuvieron también involucrados en asesinatos. No se puede tener confianza.
P: Te diré que yo siempre pensé que la población es víctima de Hamas. O sea, lo es en el sentido que la educaron al odio, dedicaron todos sus recursos, fuerzas y energía a una infraestructura terrorista y no a desarrollar la franja de Gaza prohibiendo a su población.
Pero cuando vimos el odio hacia Israel el 7 de octubre, la felicidad por lo que estaba pasando acá, los testimonios de rehenes, de secuestrados que fueron liberados, sobre cómo los civiles los amenazaban, pensé…es otra cosa . Ahora no tengo tan claro que lo correcto sea decir que los palestinos son simplemente rehenes de Hamas. Son sus víctimas, sí, pero el 7 de octubre también fueron victimarios. No generalizo, no digo los dos millones de palestinos de Gaza, pero seguro parte de ellos.
R: Sí, toda la población también en Gaza y también en Cisjordania, cuando pasó lo del 7 de octubre, la gente salía a festejar. Repartían golosinas en las calles. No se puede, hoy en día no se puede tener ningún arreglo con esa gente. En una de esas en el futuro, así como el pueblo judío hoy en día se arregló con Alemania, espero que en un futuro lejano haya algo, no sé.
P: ¿Hay algo más, Pablo, que quisieras comentar, recordar, contar, del aspecto que te parezca?
R: Como ciudadano estoy muy disgustado por nuestro gobierno que no es capaz de traer a los civiles que están secuestrados en la Franja de Gaza. Por otro lado, el primero de agosto se cumplieron también diez años desde la muerte y secuestros de dos soldados israelíes que hasta ahora están en Gaza, Hadar Goldin y Oron Shaul. Yo lo único que espero es que no siga pasando lo mismo y que tengamos otros ciento y pico de israelíes con el destino del copiloto Ron Arad, secuestrado por terroristas tras tener que tirarse en paracaídas en Líbano, y desaparecido. No tengo dudas que el problema central es Hamas, pero no estoy seguro que nuestro gobierno esté haciendo lo suficiente. No lo sé.
P: Muchas gracias Pablo.
R: A vos Ana.