La eliminación de Haniyeh en Irán fue una victoria espectacular para Israel.

Incluso si el régimen iraní logra superar la crisis actual con un daño mínimo para sí mismo y sus aliados, es probable que se repitan enfrentamientos similares como parte de la audaz estrategia de Bibi. Artículo de opinión.

El Dr. Reza Parchizadeh es un teórico político, analista de seguridad y experto cultural con una licenciatura y una maestría de la Universidad de Teherán, y un doctorado de la Universidad de Indiana de Pensilvania. Escribió su tesis de maestría sobre la historia del Medio Oriente y la filosofía orientalista; y su disertación doctoral sobre pensamiento político y estudios culturales en el mundo de habla inglesa, defendiendo ambas con distinción. Parchizadeh actualmente forma parte del consejo editorial de la agencia internacional de noticias Al-Arabiya Farsi.

Ismail Haniyeh, un líder prominente del grupo terrorista palestino Hamas, fue asesinado en Teherán la noche después de asistir a la inauguración del nuevo presidente iraní. El día anterior, Haniyeh había sido recibido por el Líder Supremo de Irán, quien le prometió apoyo continuo para la guerra de Hamas contra Israel. Aunque las autoridades israelíes no se atribuyeron oficialmente la responsabilidad de la eliminación de Haniyeh, tanto las autoridades iraníes como expertos internacionales sospechan fuertemente que Israel orquestó la audaz operación.

Cualesquiera que sean las circunstancias del evento, el asesinato de Haniyeh en Teherán fue una victoria táctica y propagandística significativa para Israel. Esta operación no solo eliminó al líder de una organización terrorista estrechamente alineada con el régimen iraní, sino que también demostró la capacidad de Israel para infiltrarse en territorio iraní durante un importante evento político internacional, cuando el control de seguridad es naturalmente mucho más estricto. El mensaje fue claro: Israel puede atacar a cualquier líder iraní a voluntad.

Israel ve una confrontación directa con el régimen iraní como esencial para su supervivencia a largo plazo. Teherán hiere continuamente a Israel a través de sus fuerzas proxy, mientras que Israel carece de medios equivalentes de represalia. Contrarrestar a estos proxies fuera de Irán ha demostrado tener un efecto disuasorio limitado. En consecuencia, Israel se siente obligado a atacar directamente lo que percibe como la "cabeza del pulpo" en Teherán, una estrategia que el gobierno de Netanyahu ha seguido desde el ataque terrorista de Hamas el 7 de octubre de 2023. Este enfoque ha ganado un amplio apoyo dentro de Israel, incluyendo de oponentes políticos de Netanyahu, como Naftali Bennett.

Desde el 7 de octubre, Israel ha estado trabajando para restaurar su poder de disuasión ante las crecientes incursiones de sus adversarios. Su nueva política subraya el uso de fuerza abrumadora, la eliminación de enemigos de alto perfil y los ataques directos en territorio iraní. Esto marca un cambio con respecto a la estrategia anterior de la "Guerra Entre Guerras," que se centraba en golpear a las fuerzas proxy de Teherán y a oficiales de bajo rango del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC) fuera de Irán. Paralelamente, Israel ha intensificado sus ataques contra los proxies de Irán, paralizando el puerto de Hodeidah controlado por los hutíes en Yemen y eliminando a los líderes clave de Hezbolá y Hamas en Beirut, Gaza y Teherán. La insistencia de Israel en continuar la guerra en Gaza hasta lograr sus objetivos es parte de su esfuerzo más amplio por restablecer la disuasión.

Sin embargo, la preocupación más profunda de Israel es que la estrategia de largo plazo del régimen iraní para rodearlo podría haber tenido éxito. Al fortalecer el Creciente Chií, Teherán ha rodeado a Israel desde el este a través de Siria, desde el norte a través de Líbano, desde el sur a través del Sinaí, y desde dentro a través de Cisjordania. Los proxies de Irán en Irak y Yemen también han contribuido a apretar el lazo sobre Israel desde la distancia.

Israel ve el ataque del 7 de octubre como evidencia de la confianza de Hamas en el creciente poder e influencia de Teherán en la región. Esto hace que un enfrentamiento entre Israel y el régimen iraní sea inevitable, especialmente porque la posible nuclearización de Teherán podría mejorar significativamente su poder de disuasión y evitar un enfrentamiento de este tipo en el futuro.

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Pocas horas después del asesinato de Haniyeh, el Líder Supremo de Irán juró venganza, diciendo que la República Islámica “retaliará por la sangre de nuestro querido invitado.” Desde entonces, los líderes militares, políticos, judiciales y religiosos de Irán han prometido consistentemente una “respuesta contundente,” “represalias en especie,” y una “severa venganza.” A pesar de esta retórica incendiaria, el régimen ha actuado con cautela y cálculo. Cualquier represalia aguda corre el riesgo de provocar una respuesta abrumadora por parte de Israel y sus aliados occidentales, lo que podría llevar a consecuencias catastróficas para la infraestructura de Irán y amenazar la estabilidad del régimen, lo que podría alimentar levantamientos populares que busquen derrocar al régimen islámico.

El asesinato de Haniyeh también destacó las vulnerabilidades de seguridad e inteligencia del régimen iraní, exponiendo su incapacidad para prevenir operaciones israelíes dentro de sus fronteras. Durante décadas, Jamenei y sus partidarios habían proclamado su capacidad para mantener la guerra lejos del suelo y los cielos iraníes como un logro importante. Sin embargo, la eliminación de Haniyeh socavó esa afirmación, dañando la credibilidad disuasoria del régimen.

Este incidente también podría afectar negativamente la relación de Teherán con sus fuerzas proxy, al revelar su incapacidad para protegerlas de sus enemigos. Esto podría reducir la efectividad de estos grupos y debilitar el control de Teherán sobre ellos, lo que podría llevarlos a buscar acuerdos con sus adversarios para sobrevivir.

Todos estos factores afectarán negativamente la influencia de Irán en la región y podrían inclinar el equilibrio general de poder en el Medio Oriente. Una respuesta débil del régimen iraní al asesinato de Haniyeh disminuirá la estatura de la República Islámica y su influencia sobre sus proxies en la región. En tal caso, es probable que los rivales de Teherán aprovechen la oportunidad para expandir su influencia, alterando las dinámicas de poder en la región a largo plazo.

Irónicamente, Teherán parece estar siendo arrastrado a una confrontación directa con Israel por factores que están más allá de su control. Con Yahya Sinwar ahora al frente de Hamas, la facción alineada con Irán ha ganado terreno a expensas de su rama vinculada a la Hermandad Musulmana. Este cambio probablemente marginalizará al llamado liderazgo político de Hamas, que cuenta con el respaldo de Qatar y es más abierto a iniciativas occidentales, mientras que la rama militar, estrechamente ligada a la IRGC, asume un papel central.

Según Al-Arabiya, Sinwar, que se cree que está escondido en algún lugar de los túneles bajo la Franja de Gaza, se opuso a la nominación del exlíder de Hamas Khaled Mashal, quien se encuentra en Qatar, y prefirió un sucesor para Haniyeh con fuertes vínculos con Irán y Siria, lo que refleja la creciente influencia iraní sobre el grupo terrorista.

Israel e Irán están atrapados en un ciclo de hostilidades en constante escalada que se intensifica a medida que avanza. El reciente cambio estratégico de Israel señala que el conflicto con Irán está destinado a salir de la zona gris. Durante décadas, Jamenei presionó a Israel desde lejos a través de una red de proxies. Ahora, Netanyahu quiere negar a Teherán la posibilidad de negación plausible. Parece decidido a arrastrar al régimen islamofascista a un conflicto directo. Incluso si el régimen logra superar la crisis actual con un daño mínimo para sí mismo y sus proxies, es probable que se repitan enfrentamientos similares como parte de la audaz estrategia de Bibi.

Los repetidos ataques de Israel contra Irán podrían significar el fin definitivo de la guerra en la sombra entre ambos, atrayendo a actores globales y escalando hacia una guerra a gran escala con consecuencias de largo alcance para el mundo, y quizás poniendo fin a la perniciosa influencia y poder de Irán.