Con el Dr.Marco Zurita, neurocirujano ecuatoriano especializado en Hadassah
Hace pocos días, la portavoz del hospital universitario Hadassah de Jerusalem, Hadar Elboim, que conoce nuestro interés en historias positivas desde Israel y muy especialmente cuando tienen tinte latinoamericano, nos contó con entusiasmo sobre el Dr. Marco Zurita llegado años atrás de Ecuador, quien está finalizando en pocos meses su especialización como neurocirujano. El motivo puntual: el Dr. Zurita ganó un prestigioso premio de la Sociedad de Neurocirugía de Israel al ser reconocido su trabajo de investigación como el mejor, de excelencia, entre los de numerosos postulantes de hospitales en todo Israel.
A ello se agregaba un “detalle” nada menor: aunque su país natal exhortó en octubre a los ciudadanos ecuatorianos en Israel a volver para no arriesgarse en un país en guerra, Marco decidió permanecer en Israel y cumplir con su responsabilidad de salvar vidas.
Hemos tenido esta semana el gusto de entrevistarlo y adentrarnos más a fondo en su proceso de inserción en Israel, en el desafío de abrir cráneos y salvar vidas y en su visión sobre la realidad israelí, tan diferente de la que presentan afuera los enemigos de Israel.
A modo de presentación
El Dr. Marco Zurita (33) nació en Ambato, una pequeña ciudad a dos horas de Quito, capital de Ecuador. Es el segundo de cuatro hermanos varones. Perdió a su papá hace 7 años y está muy en contacto con su familia, especiamente su mamá, a quien agradece haberle criado a ser independiente. Estudió Medicina seis años en la Universidad Central del Ecuador, en Quito, luego hizo un año de residencia en España y llegó a Israel en el 2017. Dedicó el primer año al estudio del hebreo y hace seis que está realizando su especialización en Neurocirugía en el hospital Hadassah de Jerusalem, bajo la dirección del Profesor Tzvi Israel que encabeza el departamento. Tiene también una estrecha relación profesional con el Profesor José Cohen, argentino israelí, experto de renombre mundial en cirugía endovascular.
Este es un resumen de la entrevista que le realizamos .
P: ¿Cuál es tu impresión de la dinámica diaria en el país, más que nada en base a lo que vives en el hospital?
R: En el hospital interactúo con israelíes, tanto judíoscomo árabes musulmanes y con cristianos, y veo una muy buena convivencia. La gente tiene buenas relaciones, muy profesionales, son bastante objetivos con respecto al tema del trato, a la igualdad en el trato a los pacientes. Se trata en forma equitativa, se da la misma medicación, se dan las mismas habitaciones, las comparten o incluso un médico judío opera a un árabe y viceversa. Yo veo una situación bastante armoniosa. Cuando llegué a Israel tenía otra idea porque en Sudamérica se nos vendía la noción que hay una tensión permanente entre ambas partes. Pero no es así.
P: ¿Y cómo has estado viviendo la guerra?
R: Claro que hay tensión sobre lo que pasó y lo que puede pasar. Se perdieron bastantes vidas. Llegaron pacientes que sufrieron varias heridas en mi campo, en la columna vertebral, heridas en el cráneo.
P: Entiendo que te refieres a soldados que llegaron heridos del campo de batalla…¿o también civiles heridos el 7 de octubre?
R: Soldados, civiles y también terroristas. Yo puedo añadir que han llegado incluso a este hospital, se les ha tratado a todos de la misma forma, con el mismo profesionalismo, con el mismo entusiasmo y las mismas ganas de ayudar a todos sin importar. Y siguen llegando.
P: ¿Ha habido polémica sobre el delicado tema de atender terroristas? No es nuevo por cierto, pero siento que en esta guerra todo es más fuerte por la envergadura de lo sucedido.
R: Por supuesto ha habido bastante polémica, especialmente de parte de pacientes, de civiles internados, bastantes cuestionamientos de por qué se les da igual tratamiento que a un soldado o a un civil que también ha sido herido en todos los ataques o en la guerra. En lo que concierne a la parte médica, nosotros no podemos hacer distinción. Tratamos igual a todos.Así lo vemos los médicos extranjeros y los israelíes, lo tenemos claro.El médico está para atender, para tratar sin distinción, no importa de dónde venga el paciente o lo que hizo antes. Es nuestro deber y es nuestro trabajo.
P: Entiendo que el gobierno de tu país exhortó a los ecuatorianos en Israel a regresar a Ecuador y daba inclusive muchas facilidades,para no estar aquí en guerra. ¿Por qué no te fuiste?
R:Reconozco que no fue una decisión fácil,y también había temores de por medio. El miedo a vivir en un país que está en guerra, estaba muy presente. Si bien en Ecuador hay no pocos problemas, yo nunca viví una situación de guerra. Pero lo que se impuso fue mi sentimiento de responsabilidad y mi conexión con Israel en general y con Hadassah en particular. Amo a Israel, me siento conectado con el país y la gente y mi corazón está aquí, por lo cual sentí que debía dedicarme a mi trabajo, a los pacientes y tratar de dar lo mejor de mi en esta difícil situación.
P: Y lo has hecho en forma muy concreta, atendiendo inclusive a heridos de la guerra.
R: Es cierto.
P: Paralelamente a la dificultad ¿la guerra te mostró cosas positivas del pueblo? Muchos israelíes recalcan que lo sucedido y la guerra en curso ha dejando en evidencia, en el buen sentido del término, lo mejor del pueblo de Israel, su solidaridad, su apoyo mutuo, su espíritu tan singular.
R: Sí, yo creo que lo que se está viviendo ahora, el sentimiento de unión, es un ejemplo para el mundo. Es algo muy importante en un momento de guerra, en un momento difícil, en que está en juego la vida de una población determinada. Creo que es algo que nosotros como sudamericanos deberíamos tener cierta unión para llegar a un objetivo determinado, como lo está haciendo ahora Israel.
La especialización en Israel, un profundo desafío
P: Marco ¿qué te trajo a Israel? ¿Por qué elegiste especializarte aquí?
R: Sabía que Israel es un buen lugar para aprender neurocirugía, es de los mejores del mundo. Ya en Ecuador tuve referencias de neurocirujanos que estudiaron aquí y que son reconocidos por menos en mi país. Y también leyendo artículos de todo tipo de médicos que han salido de acá. Israel es un centro de referencia mundial en este campo y muy especialmente Hadassah.
P: ¿Por qué querías ser médico?
R: Quería aprender cómo funciona el cuerpo humano, entender poco a poco cómo se desarrollaba cada enfermedad lo cual fue un viaje de autodescubrimiento. Y por supuesto, entender cómo se puede ayudar al enfermo. Y es muy gratificante poder ayudar a los enfermos, salvar vidas.
P: Hace ya tiempo que operas, aunque formalmente la especialización la terminas en unos meses.
R: Así es. El proceso de aprendizaje para operar ha sido de forma paulatina y no de golpe. Yo invertí muchas horas, días, meses y años observando, aprendiendo, escuchando, leyendo. Yo creo que desde el tercer o cuarto año empecé a tener ya un contacto real en quirófano.
P: Enorme desafío.
R: Así es…abrir el cráneo de un paciente, hacer una craniotomía, drenar un hematoma que está comprimiendo el cerebro, un tumor que también está comprimiendo el cerebro. Presenciar y entender sobre todo cómo se salvan varias vidas aquí en la unidad de angiografía, de intervencionismo. Cuando un paciente sufre de derrames cerebrales, lo cual es la gran especialidad del Profesor José Cohen.
P: Que tantas vidas ha salvado…
R: Así es.
P: No operas solo ¿verdad? O sea, creo que nadie opera solo.
R: En realidad nadie opera solo y en general los residentes es raro que operemos solos. Hay ciertos procedimientos que sí se operan solos. Procedimientos que vienen a ser básicos. Cuando son casos urgentes de vida o muerte, tenemos autorización los residentes más antiguos en el hospital, de operar solos, podemos realizar procedimientos de urgencia o por lo menos empezar a hacerlos hasta que llegue el médico jefe.
P:Y en todas estas experiencias ¿has lidiado más con la vida o con la muerte? O sea, ¿con la salvación o con el peor desenlace?
R: He lidiado con ambos. Es difícil ver casos de pacientes en los que de antemano está claro que el pronóstico es muy malo. Y tener que decirlo a la familia. Eso es algo que golpea en el alma ver la reacción de esposa, de hijos, de hermanos, de los pacientes cuando uno prácticamente tiene que desahuciar a un paciente por la gravedad y el pronóstico que tiene.
Y por otra parte también es la alegría cuando un paciente llega con parálisis en medio de la noche, medio cuerpo paralizado, no puede hablar, pero dos horas después el paciente está hablando y comiendo. Es una sensación indescritible, casi divina. He tenido ambas experiencias y obviamente eso ha definido mi carácter, mi forma de entender la vida. La forma de concibir mi propia vida y de valorarla, valorar y entender de dónde venimos y adónde vamos.
Yo tuve una experiencia traumática antes de venir a Israel porque a mi padre le descubrieron un cáncer terminal y en oco meses falleció. Y yo cada vez que veo a un hijo, por ejemplo, aquí en el hospital, que sufre por su padre, me veo reflejado con él, porque yo viví lo mismo. Y no es algo que se vea una vez al mes o al año. Esto se ve casi todos los días. Y entiendo que tengo que ser paciente, escucharles, aprender más para ayudarles, incluso para darles una mala noticia o dar un pronóstico. Es algo que yo aprendí de mi propia experiencia con mi padre.
Además, con todo lo que veo en el hospital, valoro cada vez más la vida. Valoro que tengo vida, estoy sano, puedo ayudar al resto. Y mucha gente por sus enfermedades aquí claras y graves en el hospital no tienen la misma oportunidad que yo tengo. Entonces yo soy más consciente de mi propia vida, de lo que debo hacer y fijarme objetivos y luchar para seguir adelante.
P: Y la especialización misma fue un objetivo de gran peso.
R: Sin duda. Uno de los objetivos era alcanzar la meta que ahora estoy por culminar, terminar el entrenamiento en neurocirugía acá en Israel, en un idioma diferente, en una tierra diferente, una cultura muy distinta a la que estamos acostumbrados los sudamericanos. Fue muy difícil al principio. Tuve muchas ganas de regresar a mi país cuando tuve dificultades al principio.
P: ¿Qué es lo que al principio te chocaba de Israel?
R: Claro que al principio, por problema de idioma, no siempre entendían lo que me querían decir. Ahora hablo hebreo fluido, no perfecto, pero fluido. Me hago entender, entiendo muy bien y también escribo en hebreo. En cuanto a lo que me chocaba, diría que en América Latina hay una forma de ser más delicada a veces, con mejores modales (sonrisa).
P: En Israel todo es más directo, menos diplomático, en general más tosco…¿no?
R:Así es. Lo veo en el israelí en general, tanto en judíos como en árabes e incluso latinos que ya viven bastante tiempo acá. Y gente de todo el mundo se le pega. Lo veo en cómo la gente se dirige al médico o a la enfermera.
P: Se me ocurre- y no lo planteo con ánimo de justificar lo que molesta- que esa característica de alta de delicadeza y a veces de buenos modales, tiene también otra faceta. O sea, hay otra cara de la moneda. Hay menos distancia, mucha cordialidad, mucha espontaneidad en la gente. ¿Entiendes a qué me refiero?
R: Por supuesto, y estoy 100% de acuerdo con lo que dices. El israelí en general tiene una característica muy bonita, te dicen las cosas sin vueltas, a diferencia de lo que estamos un poco acostumbrados en Sudamérica con demasiada diplomacia. La gente es muy abierta para ayudar, muy generosa. Si alguien ve que estás en algún apuro en la calle o en el hospital, enseguida se te acerca a preguntar en qué puede ayudar. Eso me impresionó mucho, siempre.
P: Muchas gracias por tu tiempo Marco. Y que sigas cosechando éxitos.
R: A ti.
Compartimos una pequeña porción de la entrevista filmada, en un hilo de tres partes
1 de 3) Hace pocos días tuve el gusto de conocer personamente al Dr. Marco Zurita, originario de Ecuador, quien llegó en el 2017 a especializarse en neurocirugía en el hospital universitario @Hadassah de Jerusalem. Dentro de cuatro meses termina este largo y apasionante proceso,… pic.twitter.com/OJluPDuEOU
— Jana Beris (@JanaBeris1) June 26, 2024