Ajustándonos a la Santidad - Las Lecciones del Ciclo Femenino - El Rebe, Hasta el Mínimo Detalle - El Seder de Pésaj
No. 252
Metzora
Horario de velas de shabat en Montevideo
Viernes 19 de abril 17.57
AJUSTÁNDONOS A LA SANTIDAD
Por Tali Loewenthal
Uno de los temas de la lectura de la Torá de esta semana es la liberación de una misteriosa enfermedad. La persona que sufría de esta condición era llamada un metzorá. Esto es frecuentemente traducido como "leproso", pero de hecho el metzorá no es el leproso del África moderno, ni de la Europa medieval. Más bien sufre de una condición que tiene un origen espiritual, relacionado con la tarea especial del judío y su especial relación con D-os.
Una de las explicaciones dadas para esta enfermedad es que era el resultado de hablar mal sobre otras personas, lashón hará. Sin embargo, otra explicación que se encuentra en la Cabalá y las enseñanzas Jasídicas es diferente. La condición de ser un metzorá es el producto de un desequilibrio. En esto, es parecido a los problemas físicos moderados como el acné que pueden ser causados, por ejemplo, por un desequilibrio hormonal. Puede ser el resultado de un proceso natural de maduración, como durante la adolescencia. En el caso del metzorá el desequilibrio es de naturaleza espiritual.
En la condición física del acné juvenil, la hormona extra que causa el problema es de hecho algo bueno. Con el tiempo el sistema corporal se ajustará a ello, el equilibrio se restablecerá y el problema desaparecerá.
El estado espiritual del metzorá es similar. La persona de hecho se está enfrentando a una explosión intensa de santidad. Esto es realmente algo bueno. El problema es que la persona todavía no es capaz de absorber esta santidad de manera adecuada en su sistema. Como resultado muestra síntomas de una enfermedad espiritual que lo convierte en un metzorá.
Se espera que la persona se ajuste gradualmente al incremento de santidad y recobre su equilibrio espiritual. Logra esto a través del proceso descripto en la lectura de la Torá de esta semana. Esto implica ser visto por un cohen (sacerdote), quien ayuda espiritualmente a la persona a absorber esta santidad intensa. Puede haber también un tiempo de reclusión, como se describe en la haftará, que habla de cuatro personas que eran metzorá, que estaban en las afueras de la ciudad de Samaria y ayudaron a terminar con la carestía ocasionada por un sitio (Reyes 2, 7:3-20). Finalmente la persona recobra su balance espiritual y vuelve a sus actividades normales.
En la época del Templo esto era parte del patrón de vida judía, precisamente por la gran intensidad de percepción espiritual que había mientras el Templo estaba en Jerusalem. Después que fue destruido, nuestros sentidos se embotaron. A pesar de que cada individuo tiene una relación personal cercana con D-os, y se le da una tarea tremenda que alcanzar para revelar lo Divino en el mundo, la gente ya no se vuelve metzorá. Si nos aparecen manchas blancas en la piel, vamos a un doctor, no a un cohen.
A pesar de esto, en el corazón del pueblo Judío el concepto del Metzorá todavía existe. En un pasaje llamativo, el Talmud describe al Mesías como un Metzorá (Sanedrín 98b). ¿Cómo puede ser? Porque la venida del Mesías representa el cumplimiento del proceso de ascenso a niveles espirituales más altos y la absorción de santidad intensa. Usando la imagen anterior, el pueblo judío "adolescente" de repente madurará, con una piel suave y sana.
No habrá más guerra entre las naciones, y cada persona se concentrará en la apreciación de lo Divino y la observancia de la ley de D-os: para el judío, las 613 mitzvot, y para toda la humanidad, las Siete Leyes Noájidas. Nos ajustaremos y avanzaremos en intensidad de santidad, alcanzando el objetivo de que "el mundo estará lleno del conocimiento de D-os como las aguas cubren el lecho del mar" (Isaías 11:9).
LAS LECCIONES DEL CICLO FEMENINO
"Si una mujer tiene flujo ..." (Vaikra 15:19)
Antes de que comieran del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, Adán y Eva eran modelos de perfección y pureza espiritual. Al comer del fruto del Árbol le abrieron la puerta a la mezcla del bien y el mal, haciendo que el mundo descendiera de su anterior estado de pureza espiritual. La menstruación femenina y su impureza ritual resultante, también comenzó luego de que Adán y Eva comieran del fruto del Árbol del Conocimiento, como resultado de la mezcla del bien y el mal que se volvió parte integral de la naturaleza.
El pueblo judío es la “novia” de D-os. Cuando el Templo Sagrado estaba en pie, estábamos cercanos a D-os y podíamos sentir su presencia abiertamente. Sin embargo, durante el exilio somos como una esposa menstruante, quien no tiene permitido tener relaciones maritales con su esposo.
Es importante tener presente que esta mezcla del bien y el mal no continuará para siempre. En el futuro D-os “causará que el espíritu de impureza desaparezca del mundo”. Los sabios talmúdicos nos enseñan que esto significa que las mujeres no menstruarán más. Similarmente, con la llegada de la Redención, la “novia” de D-os, el pueblo judío, se unirá nuevamente con Él, esta vez para siempre.
El propósito interno de estudiar Torá y cumplir con los mandamientos de D-os hoy en día es acelerar el largamente esperado restablecimiento de nuestra conexión cercana y amorosa con D-os en su máxima revelación.
Reshimot 12; Likutei Sijot, vol.3, p.983-987; ibid. vol.14, p.26-28.
Levítico (Vaikrá) 14:1 – 15:33
Continuando con el tema de la sección anterior, la quinta sección del libro de Levítico comienza con los rituales que debe seguir alguien afectado con tzaráat (Metzorá en Hebreo) para poder ser admitido nuevamente en el Tabernáculo. Luego describe cómo la tzaráat puede aparecer en construcciones y cómo realizar su purificación. En el final describe varias formas de impureza ritual, resultados de ciertas emisiones corporales.
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EL REBE, HASTA EL MÍNIMO DETALLE
Por Yerachmiel Tilles
En 1976, después de varios años de matrimonio, mi esposa y yo, reunimos el valor necesario para hacer nuestro propio Seder de Pesaj durante la segunda noche. En cuanto tomamos la decisión, empezamos a redactar la lista de invitados. Cuando la festividad estaba más cerca, la lista creció. Y creció. ¡Y creció! ¡De repente teníamos dieciséis invitados!
Después de anular y quemar el Jametz en la víspera de Pesaj, un nuevo sentimiento de excitación volvió a fluir de mí. Todos los años, unas pocas horas antes de que comience la festividad, el Rebe de Lubavitch estaba de pie en la puerta de su oficina y distribuía trozos de su matzá que se había horneado esa tarde. Decidí que le diría al Rebe cuántos invitados tendríamos y seguramente el Rebe me daría matzá extra.
Súper entusiasmados y faltos de experiencia, subestimamos penosamente la cantidad de trabajo que debíamos hacer ese día. ¡Cuando finalmente llegué a la oficina del Rebe, era demasiado tarde! El Rebe ya había regresado dentro para prepararse para Maariv (la Plegaria de la noche). "Oh no", pensé. "De un trozo de matzá, a mucho, y luego a ninguno. ¿Cómo enfrentaré a mi esposa?"
"No se preocupe", me dijo un asiduo visitante. "El Rebe repartirá un poco más de matzá después de concluir Maariv por un corto lapso."
"¡Gracias a D-os!", exhalé. Inmediatamente después del último "Amén" de los servicios (o quizás incluso un poco antes, debo admitirlo), salí fuera del shul y corrí a toda velocidad por las escaleras hacia la oficina del Rebe. No estaba primero en la línea, pero gracias a D-os, podría decir que al paso que íbamos, entraría. Nada de sudor.
Mi turno llegó. El Rebe me evaluó con una mirada rápida y se volvió para separar un pedazo de matzá para mí. Antes de que él pudiera hacerlo, tomé coraje rápidamente y dije bruscamente, - "¡Tenemos dieciséis invitados!"
El Rebe me miró. El tiempo se congeló. Quedé helado. Finalmente el Rebe dijo:
- "¿Para el primer Seder o el segundo?"
- "El segundo", contesté, y me sorprendió mucho la pregunta.
- "Entonces no puedo darte ahora matzá", el Rebe declaró.
Mi cara debe haber registrado la gran perplejidad, o quizás el Rebe se dio cuenta de que yo estaba a punto de desmayarme. El Rebe se apuró para explicar (¡y en inglés!), - "Ya es la primera noche de la fiesta. No nos está permitido hacer algo en la festividad o Shabat como preparación para el día siguiente, aun cuando el próximo día también es Iom Tov. ¿Entiendes?" Asentí, estrangulando mi desilusión. Pero el Rebe no había terminado. - "Por eso, ven de nuevo mañana por la noche después de Maariv, y te daré Matzá. Gut Iomtov. A Kosher freilejn Pesaj (un Pesaj kasher y feliz)."
¡Buen Iom Tov y qué Iom Tov! Con gran excitación corrí a casa para contar lo que el Rebe había dicho, a todos. Inmediatamente después de la Tefilá de la próxima noche, marché orgullosamente a la puerta del Rebe, después de lo cual su asistente, se negó a admitirme. "El Rebe no reparte matzá esta noche. Sólo la primera noche", dijo, rechazándome.
- "Pero el Rebe me dijo que viniera", abrí la boca con pánico. Ciertamente, no me creyó. En la desesperación, le conté toda la historia. Yo veía que él todavía se mostraba escéptico. Notaba que yo estaba a punto de explotar o derrumbarme. O ambas cosas. Finalmente, estuvo de acuerdo en preguntarle al Rebe. Atisbé detrás de él y vi la inclinación de la cabeza del Rebe.
¿Cómo supo el Rebe preguntarme para qué noche necesito la matzá? No puedo contestar eso. Él no había formulado esa pregunta a ningún otro: ya había averiguado. Sólo sé que agradezco que el Rebe hizo una excepción por mí, en ambas noches.
¡Oh sí!. El Rebe me dio una cantidad grande de matzá que alegremente he compartido. ¡No sé de las otras dieciséis personas, pero después de 25 años, todavía recuerdo mi matzá del Rebe!
Escribir sobre una familia pobre del Bronx que vive en un complejo de viviendas para ciegos. Y cómo el Rebe le envió la fe personalmente a su puerta.
EL SEDER DE PÉSAJ
La noche previa a la partida hacia Egipto, las familias se sentaron juntas a comer hierbas amargas y matzá, mientras les contaban a sus hijos la promesa que D-os les había hecho a sus antepasados y lo felices que estaban porque todo estaba por hacerse realidad. Y a medianoche, comenzó la liberación.
Hoy en día, nosotros, sus nietos, todavía nos reunimos, comemos las mismas comidas, contamos las mismas historias y esperamos una liberación aún mayor, en la que finalmente dejemos atrás la oscuridad y la confusión del exilio. Ese momento, es lo que llamamos “el Seder”.
Los conceptos básicos:
• Coloca el plato del Seder tal como se ilustra en la Hagadá, recita el kidush y bebe la primera copa de vino kasher. Notas: a) Necesitas beber por lo menos 45 cm3 de cada una de las copas de vino, b) Si el vino te resulta indigesto, puedes usar jugo de uvas.
• Lávate las manos sin decir la bendición, moja la verdura (cebolla, papa o perejil) en el agua con sal y come un pedacito. Luego, quiebra la matzá del medio del plato del Seder y reserva el pedazo más grande para el afikoman.
• Ahora, lee la historia del Éxodo. Puedes hacer que los participantes lean por turnos o que todos lean juntos. Siéntete libre de agregar tus propias historias o ideas. Después, bebe la segunda copa de vino.
• Lávate de nuevo las manos, esta vez diciendo la bendición, y come la matzá, por lo menos 28 gr. por adulto. Para revivir la amargura de la esclavitud, mastica las hierbas amargas, por lo menos 21 gr., untadas levemente con el jaroset (pasta de frutas). Luego, come un sándwich de hierbas amargas y matzá.
• Ahora, es el turno de la comida festiva. ¿Y de postre? Otro pedazo de matas, el afikoman.
• Di la bendición de “Después de las comidas”, seguida por la tercera copa de vino. Llena la copa de Eliahu con vino y abre la puerta para invitarlo a pasar. Finalmente, recita el Halel (canciones de alabanza), seguido por la cuarta copa. El Seder finaliza con la ferviente exclamación: “¡El año que viene en Jerusalén!”.
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