Pablo Londinsky, conocido periodista radial uruguayo, comunicador y analista internacional, participó recientemente en un grupo de viaje a Israel en cuyo marco conoció de cerca la situación tras el trauma del 7 de octubre y visitó lo que fueron algunos de los escenarios del horror.
Pablo, Master en Derecho (LL.M), Licenciado en Estudios Internacionales , Profesor de Política Exterior y Diplomacia en la Universidad ORT Uruguay, volvió a Montevideo habiendo tocado la realidad en forma presencial, visitando zonas afectadas y conociendo gente que vivió la tragedia.
Este es un resumen de sus impresiones.
P: Pablo, es un gusto tener la oportunidad de conversar contigo colocándote del lado del entrevistado. Acabas de participar en una delegación de voluntariado en Israel organizada por el KKL y estimo que tu visión, como periodista, tiene interés especial. Primero, a grandes rasgos ¿con qué aprendizajes te fuiste?
R: Fue una experiencia sumamente removedora. Por supuesto, absolutamente distinta a cualquiera anterior que haya tenido en el país. Uno regresa -más que con aprendizajes- con sentimientos que se hacen difícil de poder exteriorizar. Sentí la necesidad de poder estar en Israel, de ver, de sentir e interiorizar lo que atraviesa hoy la sociedad israelí. En ese sentido, regreso conmovido pero con conceptos e ideas aún más contundentes sobre los actuales acontecimientos. Hay una sociedad visibiblemente herida y todavía perturbada por las atrocidades del 7-10.
P: Aunque seguramente leíste y te interiorizaste mucho en lo que ocurrió el 7 de octubre y a raíz de la masacre ¿dirías que te llevaste alguna sorpresa?
R: No diría que sorpresas, pero sí hay sentimientos que sólo pueden generarse en el terreno. En el contacto con quienes más lo han sufrido y con aquellos que hasta hoy padecen lo peor que un ser humano pueda atravesar. Particularmente por los efectos que hasta hoy generan entre la población la magnitud y la brutalidad del ataque. Tampoco sorprenden las demostraciones de resiliencia, aun cuando ésta esa ya una triste costumbre del pueblo judío.
P: Claro que ver con tus propios ojos la destrucción, algunos escenarios del horror, ya cambia mucho...¿Algo te impactó en especial de todo lo visto, escuchado, presentado?
R: Si, particularmente lo que hoy se siente en el Bosque Re'im, donde se realizó el Festival Nova. Es algo complejo de explicar. No hablamos de estructuras dañadas en ese lugar, no hay casas quemadas, o refugios baleados. Tan solo naturaleza e improvisados recuerdos a los cientos de jóvenes asesinados en ese lugar. Más de 300.
P: Te cuento que hace unos días participé en una marcha y una ceremonia de familiares de víctimas de Nova y me dijeron que el número definitivo es 404.
R: Peor todavía. El encuentro que se da entre el silencio, la naturaleza y aquellos dolientes que se acercan a recordar a los suyos, generan una energía muy singular, compleja de transmitir. Fue muy movilizante.
P: Comentaste antes que te fuiste con conceptos e ideas aún más contundentes sobre los acontecimientos de actualidad. ¿Podrías elaborar al respecto? ¿Qué noción fortaleciste?
R: La posibilidad del diálogo directo y sin intermediarios con los más afectados hacen que uno pueda poner rostro a un sinfín de situaciones. Ya sea desde aquellos que estuvieron secuestrados, los que aún esperan por el regreso de sus familiares, o los soldados que hace meses no regresan a sus hogares. Hay historias por miles que se replican y que hacen que cada una de ellas sea distinta y especial. Recolectar esas conversaciones ayuda a solidificar conceptos e inevitablemente conmoverse por cada una de esas situaciones.
P: Me atrevo a partir de la base que también vos ves cierta problemática en el encare de muchos medios , de elementos diversos en el mundo, respecto a lo que está sucediendo. Primero,muy a grandes rasgos ¿qué es lo que te parece que otros no entienden?
R: - En este momento, circunstancialmente, no estoy ejerciendo la práctica activa del periodismo. No me siento cómodo señalando lo que otros dicen o hacen. Creo que las batallas hay que elegirlas. Hay algunas que no valen la pena. Es evidente lo que sucede a nivel de comunicación, pero no seré yo quien haga el análisis más profundo sobre eso. Seguramente haya otros más capacitados.
P: ¿A qué atribuís este fenómeno tan global de demonización de Israel? A mi lo que me espanta no es que haya críticas a Israel, eso es legítimo, sino el trasfondo absolutamente demonizador, el quitar legitimidad a su existencia misma. ¿Cómo lo ves?
R: Vuelvo a lo anterior, hay batallas que creo no pueden insumir mayores efuerzos. Tal vez ni siquiera Israel las esté dando desde lo comunicativo; hoy las prioridades son otras: la defensa del ciudadanía, el desmantelamiento de Hamás, el regreso de los secuestrados y de aquellos que han sido evacuados de sus hogares. Es evidente que la energía se concentre en esas situaciones. Quien quiera entenderlo, no precisará de mayores elementos adicionales. Como quien quiera entender las motivaciones de la demonización, tampoco requerirá de demasiados insumos para comprender de qué tipo de fenómeno se trata.
P: ¿Cómo ves la situación en Uruguay al respecto?
R: Es probable que la situación sea parte de debates e intercambios durante la campaña. La política exterior del Uruguay ha seguido una línea de coherencia propia de su rica historia a nivel internacional. Israel ha dado muestra de ser contundente con las posiciones que han asumido gobiernos tales como el de Colombia, Brasil o España, e imagino que habrá límites que ningún gobierno uruguayo procurará cruzar.
P: Como periodista ¿tendrías recomendaciones para hacerle a ISrael en cuanto a cómo lidiar con el desafío de su propia presentación, de su imagen?
R: Sería un atrevimiento de mi parte. Me límito a darme por satisfecho con el esfuerzo que hace el país para cuidar de sus ciudadanos e intentar devolver a casa a los secuestrados.