Gabriela Leimberg (59) –nacida en Argentina y radicada en Israel desde hace décadas- y su hija Mia (17) recuperaron el 18 de noviembre su libertad, tras 53 días secuestradas en manos de la organización terrorista Hamas en la Franja de Gaza. Con ellas volvió también Clara Marman, la hermana mayor de Gabriela, pero quedaron en Gaza Fernando, su hermano, y Luis Har, la pareja de Clara. Los cinco fueron secuestrados del refugio de Clara en su casa en el kibutz Nir Itzjak, donde estaban pasando juntos el fin de semana por una celebración familiar.
El hecho que Fernando y Luis aún no han vuelto incide inevitablemente en el proceso de regreso a la rutina y también determinó su decisión de no dar detalles sobre cómo pasaron el cautiverio.
A pesar de ello Gabriela acepta recibirnos en su casa en Jerusalem y hablar de lo que siente que puede. Reconforta verla de buen aspecto, nuevamente junto a su esposo Moshe, con su familia nuclear unida nuevamente. Pero está claro que el proceso va por dentro.
Preguntamos a Gabriela cómo es volver.
Siempre pensamos que para quienes son liberados, debe ser un gran estremecimiento comprender a dimensión total de lo que pasó en el sur de Israel aquel 7 de octubre. Pero algo, evidentemente, ya sabían.
Ya en el refugio, que debía protegerlo de los cohetes, entendieron que algo distinto de otra veces estaba ocurriendo. Esto, aunque según nos cuenta el esposo de Gabriela, Moshé (59), durante las primeras horas de la mañana estuvieron en contacto varias veces y parecía claro que no captaban aún la dimensión de la catástrofe. “En determinado momento Gabriela me dijo que parece que a la casa de Clara se la saltean. Pero más tarde, cuando entró el equipo de emergencia y vio que estaba la casa vacía, quedó claro que estaban secuestrados”, comenta Moshé. “No puedo describir la angustia que me oprimía el pecho. Y que llegó a ser también un pensamiento terrible, que no volvían”.
Hoy, afortunadamente, lo puede contar con una sonrisa.
De ese refugio vacío , horas antes, fueron secuestrados los 5: Gabriela, Mia, Clara, Fernando y Luis.
Preguntamos a Gabriela si en algún momento temió morir.
Ha habido distintos relatos sobre cómo fue el trayecto desde el kibutz hacia Gaza. El de Gabriela y su familia no fue violento en el sentido de golpes recibidos, como les pasó a otros, pero toda la situación en la que se hallaban contra su voluntad, era criminal.
Tratamos de preguntar sobre los 53 días en Gaza. Pero Gabriela, comprensiblemente, no quiere contar.
Y tiene bien claro que el sufrimiento es de pueblo todo.Y siente que debe trasmitir un mensaje de aliento y confianza en el futuro y el regreso a la vida normal.
Y después también nos comenta que desea destacar su profundo agradecimiento por toda la ayuda que toda la familia recibe. Es cierto que es lo que debe ser, comenta, pero no por ello hay que dejar de destacarlo…ayuda profesional sicológica, médica, de asistentes sociales, todo lo que se puede concebir imprescindible en una situación como la que le fue impuesta. La ayuda la recibió también su esposo durante la ausencia de Gabriela y Mia que Moshé en algún momento temió no termine nunca.
Preguntamos a Gabriela cómo se vuelve a la rutina.
Sabíamos de antemano que Mia no querría hablar y que tampoco Gabriela lo desearía. Tiene 17 años y su mundo quedó interrumpido abruptamente cuando la secuestraron.
Cuando estábamos por irnos, tras la entrevista, llegaron a lo de la familia Leimberg varios compañeros de trabajo de Mia. Es notorio el cariño que le tienen y la alegría que les embarga de poder reencontrarse con ella. Armados con pizzas y dulces, se abrazan con Mia y sus padres. Reconfortante…
Al igual que los mensajes de saludo y bienvenida que vecinos y amigos colgaron en la puerta de la casa de cara a su regreso.
Le comentamos a Gabriela que el mundo se dividió entre quienes apoyan a Israel y se identifican con su sufrimiento, y los ignorantes o antisemitas que cree cualquier cosa que dice Hamas pero no dan crédito a lo que afirma Israel aunque los propios terroristas registraron sus crímenes. Preguntamos qué mensaje tiene al mundo.
Y es clave, el mensaje final.
