Estoy con poca paciencia. Dejé muchos libros por el camino. Espero retomar algunos y a otros les mando un beso. Con muchos de ellos, la lectura nocturna no alcanza y voy para atrás cada vez que entro de nuevo a ellos. Es diferente leer en kindle, sino me gusta lo abandono con mucha rapidez.
Y con otros libros, necesito la luz natural y mucho tiempo para saborearlos. Esto me pasó con Dolor de Zeruya Shalev, sentí un vacío inexplicable cuando leí la última línea.
Insisto en cómo por qué elijo un libro y no otro. Hay un libro para cada momento. Me pasó con Violeta de Isabel Allende, leí muchos de sus libros, algunos me gustaron mucho, y otros bastante menos. Pero en estos días, Violeta fue un refugio para mis días de ansiedad galopante y la sensación de lunes eterna.
Linea nigra de Jazmina Barrera
Llegué a ella por una recomendación en un podcast, a esta altura no sé cuál, pero sí que me llamó la atención que sea la mujer de Alejandro Zambra. De alguna manera, esto me hizo volver al tema de la maternidad y el embarazo, tema del cual he leído suficiente. Ella relaciona autores, música con la gestación de un hijo. Para una mujer mayor de cincuenta, es interesante leer sobre los mitos que caen sobre la maternidad. Muchas mujeres llegan a ella después de… viajar, vivir, experimentar y decidir en pareja o sin ella que quieren ser madres. Jazmina escribe como puede, en el celular, mientras su bebé come, duerme. Le da naturalidad y realidad al texto. Esto dice en una entrevista: “Me interesaba el dilema filosófico del embarazo, reflexionar sobre la paradoja de ser dos personas en el cuerpo de una (…) Si algo comprendí es que el cuerpo humano es un misterio enorme. Sabemos cada vez más con la medicina, y con la biología, pero también nos damos cuenta de todo lo que no sabemos, de esos misterios insondables que tienen que ver con cuestiones más filosóficas, emotivas y afectivas, que con datos científicos”.
Lo recomiendo. Me gustó mucho.
La sal de Adriana Riva
Este libro llegó conmigo de la feria del libro de Buenos Aires de abril de este año. No sé quién me lo recomendó pero fue un acierto. Es un road-trip. La narradora no tiene una buena relación con su madre y se va al lugar dónde se crió su madre en auto, junto con su hermana y su tía, en un viaje de descubrimientos familiares. La construcción de estos personajes tan imperfectos como reales me trajo recuerdos de gente que conocí a lo largo de mi vida. “Fue la primera vez que pensé en mamá como una persona que se había sobrepuesto una y otra vez a la adversidad, una persona que antes de ser madre había sido otras cosas.”
Que frase tan asertiva. Muchas veces consideramos a nuestros padres solo como tales y no nos imaginamos todo lo que pasaron y que se mueren sin que nosotros lo sepamos.
La sal nos propone un viaje introspectivo hacia los aspectos más difíciles de la relación madre-hija: la culpa, los reproches, las crisis de identidad, el amor mezclado indisolublemente con la rabia por esos aspectos que nos frustran y que no sabemos cambiar. El libro nos propone un camino hacia la reconciliación con nuestro pasado, con la familia. La relación madre-hija está muy bien narrada.
Esta frase es espectacular. “Me pregunto si fue justa conmigo. Me pregunto si yo fui justa con ella. Pienso un poco más. La justicia no tiene nada que ver con la maternidad. La maternidad tiene que ver con una dependencia tan real como accidental. Miro a mamá una última vez por el espejo retrovisor y el resto del viaje solo miro hacia adelante”
Lo recomiendo.
Dolor de Zeruya Shalev
Dolor’ es la sexta novela de la escritora israelí Zeruya Shalev (Galilea, Israel, 1959), considerdaa como una de las voces literarias femeninas más importantes de su país y que, acaso, puede ejemplificarse en que en el año 2014 ganó el Premio Femina Extranjero por su novela .’ Lo que queda de nuestras vidas’.
Un breve apunte biográfico de Zeruya Shalev; en enero del año 2004 fue víctima de un atentado terrorista cuando un policía palestino se hizo estallar contra un autobús y mató a once personas. A ella la explosión le alcanzó el rostro, las manos y le reventó una rodilla. Durante seis meses no pudo moverse.
El libro tiene como protagonista al dolor tanto físico como espiritual. A la narradora la dejó un novio de la juventud, acontecimiento que le marcó la vida, así como le resulta muy importante4 reencontrarse con él.
Al leer el libro no sabía que ella había sido víctima de un atentado terrorista. El libro plantea preguntas que van al hueso. Iris, en sus diferentes roles como madre, como profesional, atravesada por la experiencia y las secuelas de un atentado terrorista en carne propia. No podía parar de leerlo y de imaginarme su vida.
Lo disfruté muchísimo.
Un saco de canicas de Joseph Joffo
Un saco de canicas es la obra más representativa del francés Joseph Joffo. Pese a ser rechazado por varias editoriales, logró publicarla en 1973 en su país natal, donde se convirtió inmediatamente en un éxito editorial. En el texto se relatan las vivencias del escritor junto a su hermano Maurice al inicio de la Segunda Guerra Mundial, cuando apenas eran unos niños.
Este no es un viaje elegido, es la historia de dos niños que se convierten en adultos escapando de París, y luego van cambiando de sitio escapando de los nazis. Pese a lo dramático de la historia, es un libro esperanzador. Lo leí por primera vez en francés, siendo una niña fanática de las bibliotecas. Lo volví a leer ahora y me encantó. Lo recomiendo.
Mirar el sol de Inés Kreplak
Es un libro de relatos cortos. Mirar al sol atraviesa muchas historias, pero con características comunes. Mujeres independientes, niñas fuertes y de carácter se aferran a aquello que les da seguridad, una piedra de cuarzo, un perro, un juguete, un rezo.
Como bien dice Betina González en la contratapa: “En Mirar al sol el mundo se somete a juicio y sale perdiendo. Esas niñas abren la pregunta sobre la supuesta fortaleza personal que cada experiencia dolorosa habría de ayudarnos a construir y, en cambio, optan por la fantasía como la forma más sana de habitar y poblar el desierto particular que todos llevamos dentro.”
La mirada está puesta en la angustia de los niños, ante situaciones extrañas que atraviesan y esa vivencia infantil que muchas veces deja huella.
Cuentos como Lobo con piel de cordero me puso la piel de gallina al pensar en dejar ir a una hija de vacaciones con desconocidos y que pase por lo mismo que su protagonista.
Su vocabulario es simple y certero. Frases cortas, bien escritas,
Lo recomiendo.
La trompetilla acústica de Leonora Carrington
La trompetilla acústica es un libro de culto. Fue escrito en la década de 1940 y circuló de mano en mano hasta que en 1974 vio la luz en francés. La novela es un modelo de surrealismo sui generis. Una dama de cien años que se mueve como si tuviera cincuenta, a la que su amiga Carmela le regala un instrumento que le permite oír aún cuando es sorda. Su familia la envía a un hogar de ancianos muy particular y de ahí en más vive aventuras y desventuras que hace que el libro contenga una dosis importante de realismo mágico.
Un libro fuera de lo común, que muestra un mundo de los adultos mayores bien distinto al real.
Lo recomiendo. Leer este libro es flor de experiencia.
Victoria de Isabel Allende
Victoria está inspirada en la madre de Isabel Allende que nació en 1920 con la gripe española y murió en el 2020 con el corona. En el siglo que vivió, pasó la vida misma. Allende inspiró algunos personajes en gente que conoció. Es la historia de una mujer fuerte e inteligente, azucarada en la mirada de Isabel Allende, que escribe libros muy fáciles de leer. Sus amores, el dinero, sus hijos, su familia, la historia de Chile son protagonista de esta novela que me dio una excusa para llorar. En la novela, además se notan los temas de “hoy”, la violencia de género, el cambio del lugar de la mujer en la sociedad. Se deduce del libro lo tarde que llegó el divorcio a Chile, ley que se promulgó recién en 2004. Isabel Allende tiene oficio, y este libro es una excelente lectura con un café y una buena playlist.
Lo recomiendo.