Es muy dificil y en realidad también un tanto inoportuno hablar de “fiesta” cuando se señala un aniversario redondo de un marco que surgió por la necesidad extrema de ayudar a hermanos necesitados. Pero cuando se trata de la Fundación Tzedaká, que ya 20 años empuja hacia adelante para poner el hombro en todo sentido a quien más lo precisa, sí es razón de celebración que sigan existiendo.
Para entender a fondo de qué se trata y explicar a nuestros oyentes sobre el trabajo de Tzedaká, conversamos con su actual Presidente Mauricio Bergstein.
P: Mauricio, son varios los temas a los que podría dedicar una entrevista contigo, pendiente hace mucho. Están tus viajes, está tu pluma …y ahora, lo que más quiero destacar a nivel comunitario: el hecho que estás presidiendo Tzedaká cuando esta maravillosa Fundación de la colectividad judía uruguaya cumple 20 años. Contame por favor un poco sobre tu vínculo con Tzedaká.
R: Si entendemos por Tzedaká, justicia social y empatía con el prójimo, diria que mi vínculo con Tzedaká viene desde hace mucho. Cuando era estudiante en la Universidad Católica acompañaba al padre Antonio Ocaña, padre jesuita que en aquel entonces se desempeñaba como decano, a hacer trabajo social en la Parroquia del Cerro. Esto hace más de 35 años. En el caso puntual de la Fundación Tzedaká, cuando regresé a Uruguay con mi familia, luego de vivir casi 7 años en Estados Unidos, un integrante del Board de la Fundación me invitó a sumarme al equipo de trabajo y acá estamos. Son momentos en tu vida en los que te sentís más cerca de los demás, mejor dicho, que podés hacer algo por los demás. Cuando no estás tan encerrado en vos mismo, en los tuyos, en tu trabajo o en tus intereses personales, es cuando se produce Tzedaká.
Poniendo el hombro
P: Creo que un tema clave aquí es contar que todos los directivos de Tzedaká contraen un compromiso de aportar de su propio bolsillo. No están allí para recibir honores sino para trabajar y ayudar. ¿Qué se puede contar al respecto?
R: Hablando de la manera más resumida posible, la Fundación Tzedaká tiene la misión de asistir a las personas en situación de pobreza y vulnerabilidad de la Comunidad Judeo Uruguaya, promoviendo y desarrollando las iniciativas que lleven a la reinserción la vida digna y en Comunidad.
¿Cómo lo hacemos? Con el motor de la solidaridad, es decir, con las donaciones que recibimos de personas y empresas que brindan su ayuda.
Creo que la mejor forma de hacerlo es a través del ejemplo. Por eso, los estatutos de la Fundación establecen que aquellos integrantes de su directiva se comprometen a efectuar una donación anual.
El alcance
P: 20 años en una organización comunitaria, es realmente una vida…una generación prácticamente. ¿Cómo se resume eso en una entrevista? Te agradecería si pudieras pintar lo más completo posible el cuadro del significado de Tzedaká hoy en día , a quién llega, a cuántas personas y familias.
R: Hoy la Fundación Tzedaká presta ayuda a 500 personas aproximadamente. No puedo imaginarme qué sucedería a esas 500 personas si la Fundación no existiera. En esas 500 personas, hay un porcentaje no menor -65%- que por diversas razones, de población en situación de necesidad crónica. Por ejemplo, la edad. Una persona de 80 años en situación de pobreza no tiene posibilidades de recuperación autónoma y la Fundación va a prestar su ayuda de por vida. El 35% restante es una población de familias jóvenes, con chicos. Con estas familias, trabajamos en múltiples áreas: asistencia básica, inserción laboral, acompañamiento en el trayecto educativo y todo lo necesario hacia la autonomía.
P: Todos conocemos ese concepto que afirma que para ayudar realmente a una persona a salir adelante, no hay que darle pescados sino cañas y enseñarle a pescar. Pero estimo que hay casos en los que la única opción es dar el pescado. ¿Cuáles son las distintas vertientes? Algo ya explicaste por cierto.
R: Compartimos esa filosofía: mejor enseñar a pescar que entregar el pescado. Por eso, todo el trabajo que se hace en el área de fortalecimiento laboral y también en los acompañamientos educativos. Pero, como en efecto ya decía, tenemos casos en los que únicamente se puede traer el pescado y eso hacemos. No podemos mirar para otro lado cuando miembros de la colectividad la están pasando muy mal, cuando les falta un plato de comida, cuando se les llueve la casa, entre muchas otras situaciones difíciles.
P: ¿Qué me podés contar de los casos en los que está claro que la ayuda deberá ser por siempre?
R: En efecto, como ya comenté, contamos con una gran parte de la población que precisa la ayuda de forma crónica. Se trata de adultos mayores y también de personas con patología de salud mental, que cuentan con la Fundación como única red de apoyo. Esto es un compromiso que nos llena de orgullo porque quiere decir que a través de la Fundación, hay toda una comunidad solidaria que no deja a nadie solo.
El origen
P: Recordemos cómo empezó todo esto.
R: Justamente te iba a decir que para entender el significado de estos 20 años, habría que aclarar el origen de la Fundación. Tzedaká se creó con el apoyo y el acuerdo del resto de la comunidad judía del Uruguay. En ese sentido, es una institución comunitaria muy particular: no es autónoma, debe su existencia a las demás instituciones. Cuando se desató la crisis del 2001, las instituciones judías de la comunidad que prestaban ayuda social a sus miembros más carenciados, se vieron desbordadas, e imposibilitadas de llevar adelante esa tarea de la manera más profesional y eficaz posible. Fue entonces, que la comunidad en su conjunto decidió crear una organización únicamente con esa finalidad, con el propósito de ayudar a quienes más lo necesitan.
P: Bien sabemos que hay quienes creen equivocadamente, en general por mera ignorancia, que todos los judíos están muy bien económicamente. Si bien es cierto que una característica creo yo bastante común es que los judíos suelen tener un empuje por salir adelante y abrirse camino, no a todos les va bien. Como en toda sociedad, hay quienes tienen menos suerte y posibilidades. ¿Cómo explicar el fenómeno? Lo planteo porque si bien Tzedaká nació a raíz de la gran crisis económica, el hecho que se sigue lidiando con gente necesitada deja en claro que la problemática va más allá de aquello ¿verdad?
R: Si los países se empobrecen, su población también se empobrece. Y no hay razón para pensar que eso mismo no ocurra en el seno de la colectividad judía. En el 2001 muchos judíos se empobrecieron; algunos logarron abrirse camino, otros no. La pobreza en el seno de la comunidad judía es un fenómeno no sólo uruguayo, sino latinoamericano. Tal vez, mundial. El empuje para salir adelante al que hacías referencia, lógicamente tiene su peso. Pero hay casos en los que no alcanza. Y es allí donde entra la Fundación. Con la globalización y la tecnología, cada vez es más difícil vivir en una burbuja separada del resto. Y esto sucede en todas las comunidades, no solo la judía en el Uruguay.
Vivencias y emociones
P: Sin dar nombres por supuesto--¿podrías compartir con nosotros algún caso que te emocionó en especial, por el resultado de la ayuda en la mejora de la vida de la gente apoyada por Tzedaká?
R: Hay una historia que me emocionó profundamente. Se trata de un papá solo con dos niños a su cargo, que llegó a la Fundación pidiendo ayuda para los cuidados de sus hijos mientras él trabajaba. Rápidamente, los engranajes de la Fundación se pusieron en marcha, ayudando a toda la familia que resultó realmente en un cambio de vida. Se apoyó a los chicos para que puedan insertarse en la red educativa y se acompañó al padre en su formación profesional, para que pueda finalizar sus estudios de medicina. Hoy, esta familia ya no necesita la ayuda de la Fundación, este papá puede sostener a su familia con su trabajo y los chicos siguen su trayecto educativo. Esto, sin dudas, nos llena de orgullo y nos inspira a seguir día a día trabajando en nuestra misión solidaria.
P: ¿Qué importancia tiene aquí el apoyo emocional? Me consta que es parte del trabajo de Tzedaká.
R: Uno de los principales apoyos, además del económico, es el de orientación y contención emocional justamente, por parte de nuestro equipo profesional. Esto es fundamental, ya que hay muchísima gente sola, que llega angustiada, sin nadie más a quien recurrir. Mamás solas a cargo de sus hijos, adultos mayores sin redes familiares, personas con problemas de salud, entre muchas otras situaciones que hacen que la escucha y contención sean esenciales para poder ayudar a la persona de forma integral.
Bien pensado
P: ¿Qué criterios se toma en cuenta para ayudar a una persona?
R: Cuando alguien se acerca a la Fundación, lo primero es ver su pertenencia a la Comunidad desde el criterio de la Ley de Retorno. Si eso se cumple, siempre brindamos una primera entrevista de evaluación donde se analiza la situación socio-económica de la familia. Se trabaja con la línea de pobreza según el Instituto Nacional de Estadística, contemplado de forma más amplia las particularidades de cada familia y las realidades comunitarias.
P: ¿Cómo se maniobra entre la necesidad de no regalar ayuda a quien no la precisa y por otro lado no exigir pruebas de una forma que pueda resultar humillante?
R: Lo que nos permite trabajar como lo hacemos es nuestro equipo profesional interdisciplinario, donde trabajadores sociales y psicólogos, acompañan a cada familia desde un vínculo de confidencialidad y confianza. Antes de brindar cualquier tipo de ayuda, se generan múltiples instancias donde se conoce en profundidad a las familias y sus necesidades. Obviamente, que, en casos de urgencia, este proceso se hace en paralelo y se brinda la ayuda necesaria. Por cada transferencia económica que se brinda, se solicita los comprobantes de pago correspondientes y también se realizan revisiones periódicas, que nos permiten asegurarnos que la ayuda realmente llega a quienes lo necesitan. Recordamos también, que la Fundación está auditada desde sus inicios y que para nosotros la transparencia económica es un pilar fundamental de nuestra tarea.
Un fuerte vínculo comunitario
P: ¿La ayuda de Tzedaká influye en la cercanía a la colectividad? Se me ocurre que quizás una persona que se siente más fuerte, que ordena su vida porque le ayudaron a hallar trabajo, que no pasa carencias básicas, se anima más a participar en actividades comunitarias, en ser públicamente parte de un grupo .¿Estoy en lo cierto?
R: Creo que la inserción comunitaria está en el ADN judío. En la actualidad se dice que los jóvenes ya no sienten la msima predisposición a involucrarse en temas comunitarios. Puede ser también que, fuera de Israel, a los miembros de la colectividad no les va la vida en participar (en sus instituciones) porque sus vidas no corren los mismos peligros que corrían las de nuestros abuelos. Nosotros anhelamos establecer los cimientos de lo que llamamos “Tzedaká Joven”. Y no solo con miras a la renovación de autoridades en el día de mañana, sino a concientizar a los jóvenes de la importancia de la Tzedaká.
A seguir
P: ¿Cuáles son los planes para el próximo año? Y ni que hablar de los 20…imagino que lo ideal sería que Tzedaká ya no tuviese razón de existir.
R: Escuchamos a menudo esta frase, que ojalá la Fundación no tuviera que existir. Si bien es una utopía compartida, creemos que la existencia de nuestra organización es un motivo de orgullo. Que en nuestra comunidad, haya una organización que brinda ayuda profesional a cientos de familias, es una señal de esperanza, no solo para nosotros sino también para las futuras generaciones. Cuando otras puertas ya se han cerrado, la puerta de la Fundación está abierta para recibir a quienes lo necesitan.
P: ¿Algo más que quieras agregar?
R: Estamos cerrando la campaña 2023. Es una campaña muy especial, en el marco de nuestro 20 aniversario. Además de nuestro desafío del día a día, de cubrir las necesidades básicas en alimentación, salud y orientación, asumimos el desafío de focalizarnos en el área de vivienda. A partir del censo realizado por el equipo profesional de la Fundación, con la dirección técnica del sociólogo Rafael Porzecanski, encontramos grandes dificultades en las viviendas por su estado de deterioro y a su vez, mucha dificultad para poder afrontar todos los costos asociados al hábitat. Sabemos que, SIN VIVIENDA DIGNA, NO HAY VIDA DIGNA. Por eso, aprovecho para apelar a todos aquellos lectores del Semanario Hebreo, que puedan sumar su esfuerzo y ser parte de nuestra campaña:
Tzedaton 2023- 6 y 7 de agosto.
Tu ayuda no tiene techo.
Sumate. Apretando aquí, podés entrar a la página de la fundación.:
P: Que sea con gran éxito Mauricio. En el Tzedaton y en toda vuestra actividad.
R: Muchas gracias Ana.