Por Jaime Apoj
Fuente: Comité Central
El poder de las palabras, el daño que pueden causar en la convivencia, se vio reflejado en los ataques antisemitas que se difundieron en las redes cuando se disputaban las finales entre Nacional y Hebraica y que provocaron la condena por parte de la justicia de nuestro país.
Se difundió en estos días por parte de la prensa, una sentencia dictada por el Juzgado Letrado de 1er Turno de Young, a raíz de publicaciones de muy fuerte contenido antisemita, por el que se condenó a un joven de 18 años a una pena alternativa a la de prisión, consistente en la obligación de cumplir un programa de tratamiento y abordaje psicológico del tema de la violencia, además de someterse a otras medidas de control por parte del sistema judicial.
El delito se cometió utilizando twitter durante las finales del básquetbol, disputadas entre Nacional y Hebraica Macabi, mediante referencias varias al holocausto, a los hornos crematorios, al mismísimo Hitler, al pueblo judío en general, retroalimentadas con respuestas similares.
Más allá de este caso concreto, podemos reflexionar, aunque sea brevemente, sobre el poder de las palabras, sobre el daño, la violencia moral y sicológica que ellas pueden causar, sobre cómo ellas afectan la convivencia social, sobre los prejuicios que todos tenemos incorporados (aunque no seamos conscientes de ello) respecto del “diferente”, el distinto en su color de piel, su religión u origen étnico, o su opción sexual.
El autor de este ilícito, un joven estudiante, interrogado en Fiscalía, manifestó cosas contradictorias: por un lado que su fanatismo por Nacional lo llevó a expresarse de esa manera, pero por otro lado, que en realidad desconocía la magnitud de la tragedia del pueblo judío.
Una primerísima conclusión es que, para evitar males mayores, no existe mejor herramienta que la Educación, así, con mayúscula. La historia nos enseñó que cuando falla la educación, podemos encontrar lo peor de nuestra humanidad.
Porque las expresiones antisemitas no afectan únicamente al colectivo judío, sino a todos los seres humanos, a todos los demócratas; al igual que cualquier otra forma de racismo afecta a toda la humanidad.
La educación debe enseñarnos que el lenguaje hace daño, y debe instruirnos sobre los prejuicios que inconscientemente tenemos incorporados; debe hacernos tomar conciencia sobre los efectos que causan nuestras palabras, a veces sin querer: “trabajar como un negro, hacer judiadas”, como sinónimos de algo negativo, por ejemplo.
En tiempos en que se está instalando el negacionismo, no sólo de la Shoah, para evitar repetir la historia, deben funcionar coordinadamente el sistema legal y la enseñanza.
Se está intentando implementar en el sistema educativo de nuestro país, la enseñanza sistemática de la Shoah. Por otro lado, se estudia a nivel parlamentario, un agregado al Código Penal, que prohíba y castigue la negación de los Holocaustos y genocidios, cualquiera sea.
Cada tanto, surgen noticias reconfortantes que refuerzan nuestra confianza en el ser humano.
Una de ellas, es la actuación tanto de la Sección de Delitos Informáticos de la Policía Nacional, como la de la Fiscalía de la Nación, en el caso concreto que nos ocupa, de la Dra. Cecilia Legnani, de la Fiscalía de Young.
En conclusión, estos operadores del sistema de Justicia, han hecho un importantísimo aporte a la convivencia y a la paz social, que debemos valorar como corresponde.