Fuente: cci.org.uy
Ana, la entrevistadora de siempre, aceptó ser entrevistada por Janet Rudman en esta nota en la que afirma su orgullo por los 75 años del Estado de Israel. Nacida en Uruguay, Ana Jerozolimski hace 43 años que vive en Israel. Hija del histórico fundador del Semanario Hebreo, José Jerozolimski, los lazos de Ana con su Uruguay natal siguen tan firmes como siempre.
¿Qué significan para vos los 75 años de Israel?
Un gran orgullo, pero no sólo como ciudadana israelí desde hace 43 años sino como hija del pueblo judío. No hay otro pueblo que tras dos mil años de exilio impuesto haya vuelto a su tierra ancestral habiendo perdido en pocos años a la tercera parte de sus hijos, asesinados, y que haya dedicado todas las fuerzas que le quedaban para aferrarse a la vida sin odio, con esperanza y afán por avanzar y construir. Yo amaba a Israel antes de conocerlo personalmente y poder celebrar ahora su 75 ° cumpleaños-sin olvidar los problemas por cierto- y teniendo tres hijos y dos nietos por ahora nacidos en Israel, me hace sentir un gran orgullo.
¿Cómo se combinan las dos nacionalidades en tu vida? ¿En Uruguay sos israelí y en Israel sos uruguaya?
No, en ambos lados soy ambas cosas. Claro que puede que una de las partes de mi identidad combinada sea más notoria en una circunstancia determinada, pero llevo a ambas muy claramente unidas en mi corazón. Nunca dejaré de ser uruguaya, y no me refiero a lo circunstancial de haber nacido en Uruguay sino al sentimiento que eso me inspiró siempre y me sigue inspirando, y estoy al mismo tiempo feliz de mi decisión de unir mi destino al del hogar nacional del pueblo judío radicándome en Israel cuando tenía 18 años.
Si entramos a tu casa, ¿qué tiene de uruguaya y qué le transmitiste a tus hijos de tu herencia latina?
En lo físico, palpable, tengo muchas artesanías uruguayas, gauchitos, cuadros con motivos uruguayos, casitas del mercado de los artesanos y por supuesto muchos libros de historia, política y literatura nacionales. Bueno, no sé si muchos, pero varios estantes. Pero la segunda parte es lo que más cuenta, el amor a Uruguay que transmití a mis hijos, creo que una forma de ser, de cercanía a la gente, de cordialidad y calidez en la relación humana. Mi nietito mayor, Avishai, que acaba de cumplir 4 divinos añitos, conoce dos banderas en el mundo.: la de Israel y la de Uruguay.
¿En qué idioma soñás?
La verdad, no estoy segura. Me imagino que en español y hebreo, según el sueño. Pero siento que me desenvuelvo prácticamente con la misma soltura y libertad en ambos idiomas. Y tengo claro que hay expresiones que siempre sonarán mejor en un idioma que en otro, que no son realmente traducibles en forma plena.
¿Cuándo decidiste ser periodista y recordas la primera vez que saliste al aire en tv o radio en Uruguay?
No podría responder con un momento puntual . Yo estudié Relaciones Internacionales en la Universidad Hebrea de Jerusalem y aunque pensaba que eso supuestamente debe conducir a la diplomacia, nunca me vi en esa posición. Y el periodismo lo vivía en casa a través de la pasión de papá, de bendita memoria, que amaba lo que hacía con todo el corazón, entregado al esclarecimiento sobre Israel y el mundo judío. Siento que lo mío es un poco distinto, pero por un camino muy similar.
En cuanto a la primera transmisión, es un desastre pero no la recuerdo. O sea, no puntualmente la primera. Pero sí recuerdo que la primera radio a la que transmití fue Radio Montecarlo, con Nisan Sarkisian, cuando la guerra en el Golfo. Después transmití mucho tiempo en Sarandí y fui corresponsal durante años de En Perspectiva con Emiliano Cotelo. Y siempre tiene una fuerza especial transmitir por radio. Y para mí es muy especial hacerlo sabiendo que me escuchan en Uruguay. Siento que me acercan a casa, es muy fuerte para mí. Es como sentir que estoy hablando a mi familia, no a un público desconocido y extraño. Y televisión, claro, se agrega la dimensión especial del contacto visual, de saber que me ven, lo cual me obliga, claro, a maquillarme un poquito antes de salir.
Han sido muchos los contactos radiales con Uruguay, en variados puntos del dial.
¿En qué ocasiones te reíste o lloraste en la cara del entrevistado? Digamos que no pudiste aguantar ni el llanto ni la risa.
La risa, nunca…que yo recuerde. El llanto, varias veces. Creo que no llanto abierto descontrolado, pero sí lágrimas que corrían por mis mejillas , sin dudas, y la voz entrecortada que me obligaba a detenerme y respirar hondo porque no podía seguir hablando. Siempre en entrevistas con padres que perdieron hijos en atentados terroristas o en el campo de batalla. O con sobrevivientes de la Shoá.
¿En qué ocasiones, como periodista tuviste miedo en una entrevista?
No a la entrevista misma sino a la situación en la que se iba a realizar, que podía atentar contra mi seguridad personal. Miedo tuve varias veces. Cuando fui a entrevistar al Sheij Ahmed Yassin fundador de Hamas, en Gaza. La verdad, no por él sino por el miedo que Israel tratara de matarlo cuando yo estaba con él. Estaba ya frente a su casa y se oía el ruido de helicópteros .Los palestinos con los que yo estaba se pusieron nerviososos y cancelaron la entrevista, lo cual en el momento pensé que era ilógico, que no les cambiaba nada a ellos si su jefe moría solo o con una periodista.
Hubo varias así. Una vez, también en Gaza, entrevisté a un requerido de Los Halcones de Al Fatah, un grupo que ya no existe, y él hablaba todo el tiempo con el revólver en la mano y la mesa llena de balas.
Y tuve miedo muchas veces cuando en épocas de tensión y escalada me movilizaba en el sur, en la zona adyacente a Gaza, con la ventana abierta para oir la alarma indicando que un cohete está en camino y mirando todo el tiempo dónde paro si suena, y dónde me tiro al piso. Y enseguida pensaba qué derecho tengo yo de tener miedo si voy a una cobertura y la gente allí vive eso todos los días.
En lo profesional, ¿qué tenes en el debe?
Ah, muchísimo. Me encantaría entrevistar a todos los referentes de la política y la cultura de Israel, pero es interminable.Y sin duda, publicar algunos libros. Pero no sé de dónde sacar más tiempo. Para poder hacerlo, tengo que dejar prácticamente mi trabajo de rutina, que siento que es bastante constante. En algún momento tendré que organizarme para hacerlo. Ganar el Pulitzer no estaría mal ¿no?
Si eligieras una entrevista a alguien vivo o que ya falleció, ¿quién sería?
De los vivos, quisiera entrevistar en Israel a Netanyahu-tengo varias preguntas duras para hacerle-, al Comandante en Jefe del Ejército Herzi Halevi, al cantante Shlomo Artzi y muchos más. En Uruguay, al Presidente Luis Lacalle Pou, al que entrevisté varias veces antes de ser Presidente y siempre me inspiró admiración. También me encantaría entrevistar a Luis Suárez. Habría querido entrevistar al General Liber Seregni y a Wilson Ferreira Aldunate. Y a Juana de Ibarbouru cuya pluma siempre me emocionó. A David Ben Gurion y a Mordejai Anielewicz, comandante del levantamiento del ghetto de Varsovia. Y a papá, que el año próximo hará 20 años que se fue. Y quisiera que me cuente cómo es allí en el mundo de los Justos en el que seguramente está, si realmente puede vernos y sentirnos desde allí, captar cuánto lo extrañamos. Nunca haré plenamente paz con la idea que no está.
¿Qué es el éxito para Ana Jerozolimski?
Hacer lo que me apasiona y sentir que en algo aporta a esclarecer una causa justa. Pero más allá de la parte ideológica y la defensa de Israel, está el dedicarme a algo que siento es exacto para mi . No me pasa jamás que me levanto sin ganas de escribir. Debo ser sincera que también la repercusión y el reconocimiento público son importantes. Mentiría si dijera que eso no importa. Sí importa si uno siente que lo que hace no cae en saco roto. Me gustaría saber que hay uruguayos judíos y no judíos, que consideran que aporto a las buenas relaciones entre ambos países.
Y cuando en una entrevista el entrevistado elogia mis preguntas, me significa mucho. Lo sentí especialmente años atrás cuando entrevisté al celebre escritor israelí David Grossman y no sólo elogió mis preguntas sino también mi hebreo. Suena a poco modesto contarlo pero la verdad es que me sentí en las nubes.
¿Tenés alguna costumbre especial al llegar a Montevideo?
La gente, el encuentro con la gente siempre es lo principal. La familia, los amigos, que por suerte son muchos. Y es increíble poder decir que tras 43 años viviendo en Israel, tengo más afectos aún que antes en Uruguay, más gente con la que verme. Dentro y fuera de la colectividad. Eso, claramente, deriva del trabajo , de la facilidad para entablar un vínculo personal a raíz de una entrevista .
Además de los emocionantes encuentros con mis primos adorados, están las reuniones de mi generación de la Escuela Integral, las caminatas por la rambla, algún paseo por la Plaza Matriz, reuniones con amigos cercanos…la gente es el centro indudablemente.
Nombra un libro disfrutado, una película o serie y un lugar en el mundo visitado.
Libro, La Niña que miraba los trenes partir, de Ruperto Long. Me emocionó profundamente. Ser amiga del autor no pudo menos que agregar un vínculo emocional. Y por cierto, conocer a la gigantesca Charlotte Grunberg, esa niña convertida en una mujer admirable.
También Bereshit, de Meir Shalev, el gran escritor israelí fallecido días atrás. No era religioso pero sabía mucho Tanaj, Biblia. Y Bereshit, que significa Génesis, el primer libro de la Torá, también significa Y al comienzo Y ése libro maravilloso cuenta sobre la primera vez en la que aparecen en el Tanaj los distintos sentimientos. Impresionante.
No soy tanto de series y hace mucho que no voy al cine, pero nunca olvidaré La novicia rebelde,viejaza por cierto.
Un lugar…he estado en no pocos lados, pero la verdad, aunque suene un poco ignorante sin horizonte, nunca me muero por viajar a ningún lado. Claro que cuando viajo, disfruto mucho. Pero el único lugar al que siempre quiero viajar es a Uruguay. Lamentablemente hace más de 3 años y medio que no puedo ir. Leo yo misma lo que escribo y me parece una locura. Espero poder ir pronto. Extraño.
¿De dónde sacas ese espíritu positivo que te habita? ¿Fue una construcción o lo heredaste? Gracias por tanto.
Gracias en serio Janet. Es cierto, tengo espíritu positivo. No me engaño ni olvido que hay cosas malas y no ando viendo pajaritos donde hay monstruos, pero trato de encontrar la parte buena en cada situación. Estimo que es mi temperamento, combinado con algo que viene de la casa por supuesto. Seguro no una construcción, aunque hay situaciones, eso sí, en las que uno tiene que decidir aferrarse a lo bueno.
¿Qué te enseño el cáncer?
Tengo claro que cuando uno pasa una enfermedad que en principio puede ser mortal, debe andar después por la vida consciente de qué es lo importante y qué lo superfluo. Pero no sé si acá puedo decir que me lo enseñó el cáncer porque estoy segura que siempre tuve claro cuáles son mis prioridades, siempre con la escala de valores bien puesta. Mi familia. mis seres queridos, están absolutamente siempre en el primer lugar. De eso nunca tuve duda. No precisaba el cáncer para saberlo. Pero cuando te recuerdan que también una que se siente fuerte y va para adelante es vulnerable, todas las clavijas se ajustan más todavía.
Janet, muchas gracias por esta entrevista.