Rabino Yerahmiel Barylka
Se dice que rabí Akiva (c. 40-135 d.e.c.) compuso los versos básicos de la querida súplica Avinu Malkenu de la letanía en un día de ayuno, para invocar por lluvias que pudieran aliviar una desastrosa sequía que se produjo en su tiempo. Desde entonces, la oración forma parte de la liturgia de los días de ayuno (excepto el noveno día de Av). Ahora, Avinu Malkenu, que son las palabras iniciales de cada verso se recita con especial devoción también durante los Diez Días de Penitencia (excepto shabat), que marcan el comienzo del nuevo año religioso.
Implorando como una unidad, la congregación reconoce a Dios como "Padre nuestro, Rey nuestro", pide perdón por los pecados cometidos y suplica a Dios que conceda sus bendiciones.
Una de las frases que forman parte de la oración, dice: "¡Padre nuestro, ¡Rey nuestro, escríbenos en el libro del mérito!"
¿Qué significa esta invocación?
Si tenemos méritos, no es necesario suplicar al Creador que nos dé crédito por nuestras buenas acciones. Y si, por el contrario, no tenemos cualidades, ¿cómo podemos pedirle a Dios que nos dé reconocimiento por obras que no hemos realizado?
Según el Rav Daniel Movshovitz, de bendita memoria, Rosh de la Yeshivá de Kelm, que fuera trágicamente asesinado por los nazis junto con sus estudiantes, colegas y la gente del pueblo de su ciudad, la respuesta es que estamos haciendo una petición futura: estamos implorando a Dios que nos conceda el mérito de ser los intermediarios a través de los cuales se realizarán las buenas acciones en el futuro. La regla es que "precipitamos el mérito a través de personas laudables". Pedimos ser los transmisores y ayuda de las acciones positivas para el futuro.
Al rezar a Dios para que nos inscriba en el "libro de los méritos", le demandamos que nos dé "el mérito de acumular méritos". Como si le dijéramos: "¡Si hay alguna misión que cumplir, danos la oportunidad de ser designados para llevarla a cabo!". "Danos la posibilidad de unirnos a la gente
para ayudarle a encontrar el camino del bien".
Así que esta pequeña frase contiene potencialmente todo nuestro futuro. Puede permitirnos entrar en ese formidable círculo virtuoso, en el que cada mérito lleva a su paso a otro en una cadena interminable. Por eso imploramos a Dios que nos incluya en este libro de oportunidades, que decide la división del trabajo de todas las buenas acciones que hay que hacer.
Y ello es muy importante que suceda en Tishre, el mes en el que regresamos a las Nubes de Gloria. Inmediatamente después de salir de Yom Kipur, entramos en la fiesta de Sucot, el "período de nuestro regocijo".
¿Por qué nuestros Sabios designaron esta fiesta como símbolo de alegría? No hay ninguna razón para que Sucot sea un tiempo específicamente dedicado a la alegría, ya que, por lo que sabemos, a diferencia de las otras festividades de peregrinación, no tuvo lugar ningún acontecimiento especialmente alegre.
¿Por qué celebramos Sucot precisamente en el mes de Tishre?
Dado que esta fiesta conmemora las Nubes de Gloria que rodearon el campamento de Israel durante los cuarenta años de vagabundeo por el
desierto, habría sido más lógico celebrar Sucot en el mes de Nisán, cuando estas Nubes aparecieron por primera vez. Pero… el Gaón de Vilna escribiendo acerca de Shir Hashirim (1:4), responde explicando que, tras el Becerro de Oro, esas nubes se retiraron del campamento de Israel. Y sólo después de Yom Kipur, a continuación de que Moshé diera la orden de construir el Tabernáculo y el trabajo comenzara el 14 de Tishre, volvieron las nubes.
Esta explicación sugiere que Sucot no conmemora simplemente el milagro de las Nubes de Gloria: esta fiesta celebra el regreso de las nubes después del pecado del Becerro de Oro, cuando se ratificó el perdón de Yom Kipur. Y si Sucot es un símbolo de alegría, es porque este periodo es testigo del regreso de la Shejiná - presencia e inspiración divina al campamento tras la expiación de sus pecados.
La alegría de Sucot, deviene de la alegría por el anuncio del perdón después de Yom Kipur.
Si fuera así, Sucot es la continuación lógica de Yom Kipur. No sólo porque celebra el perdón de Yom Kipur, sino también -haciéndonos eco de la idea del Rav Movshovitz- porque es un tremendo tanque de reserva de mitzvot.
Después de pedir al Creador que nos "inscriba en el libro de los méritos" -es decir, en una "espiral de méritos"- nos vemos impulsados a alegrarnos en esta fiesta, que nos ofrece muchas oportunidades de entrar en este círculo virtuoso y ejemplar.
Por lo tanto, son estas dos tremendas circunstancias -la de tener todas nuestras faltas expiadas y la de tener inmediatamente la oportunidad de cumplir muchas mitzvot- las que deberían darnos una profunda y encantadora alegría en Sucot.
Cierro estos renglones con una poesía traducida muy libremente del rav Abraham Itzjak Hacohen Kuk, de bendita memoria:
Mi alma desea las anchuras, las anchuras,
las amplitudes de Dios.
No me encierres en ninguna jaula,
ni física ni espiritual.
Mi alma se eleva en las anchuras del cielo.
Las paredes del corazón no pueden contenerla...
Mi alma se eleva más allá de todo esto y vuela hacia arriba,
Más allá de cualquier cosa a la que se le pueda poner una etiqueta,
Más alto que cualquier placer,
Más alto que cualquier placer y belleza....
Estoy enfermo de amor.
Que Tishre nos enferme de amor, que nuestra alma se eleve hacia las alturas, para que podamos ser inscritos activamente en el libro de los méritos.