En una canción de la colombiana Marta Gómez, a la que entrevisté años atrás tras presentarse ella en Herzlia junto al gran cantautor israelí Idan Raichel, hay una frase que nunca olvidé. Toda la letra de “Cada día”, dedicada a un amor que ya no está, es especialmente emotiva. Pero me impactó en especial “cuando yo despierte, tu ausencia vendrá”. El ser amado, presente en los sueños y recuerdos de quien ya no lo tiene físicamente cerca, sigue marcando fuertemente su lugar justamente a través del vacío que deja su ausencia. El ya no estar, ocupa mucho lugar.
Cuando este miércoles se dio el último adiós al querido Marcelo Blaj (z”l) en el cementerio de Hod Hasharon, cuando su familia, amigos , conocidos y vecinos lo despidieron, me acordé de esa canción. Y pensé: Marcelo dejó tanto por lo que hizo en vida y por cómo actuó con el prójimo, que siempre estará. Nunca terminará realmente de morir, aunque eso, claro está, no pueda ser consuelo para quienes tanto lo querían, ante todo su familia y también sus entrañables amigos.
Estas líneas las escribimos con permiso de Kari, la esposa de Marcelo. Grabamos las palabras de despedida dichas junto al cuerpo de Marce cubierto con el talit, sabiendo que según la tradición judía, su alma aún estaba junto a nosotros, para poder compartir algunos mensajes centrales. Pero dado que se trata de momentos muy personales y difíciles, decidimos preguntar primero a Kari si está de acuerdo con que plasmemos en estas líneas lo vivido en ese último adiós. Kari no sólo aceptó sino que agradeció.
Vayan pues estas líneas como un homenaje a la bendita memoria de Marcelo.
Y el tema aquí no es simplemente citar y contar, sino rendirle homenaje. Y tomar su forma de andar por este mundo-que acaba de dejar sólo físicamente- como un ejemplo y aliciente. Tal como dijo su querido amigo Richard Kaufman , el mejor homenaje que podemos rendirle es tratar de actuar como él, cada uno en la medida de sus posibilidades. Al día siguiente, ya en la casa de la familia en la shivá, al comenzar la semana de duelo, hablamos con otro de sus amigos, Rafael Kaufman, quien compartió con nosotros un hermoso pensamiento. “Uno puede preguntarse qué falta para que llegue el Mesías, para que el mundo esté mejor. Y lo que falta es una mitzvá, el cumplimiento de un precepto. ¿Sólo uno? Sí, el que cada uno puede hacer. Un acto de bondad. Un acto de solidaridad y ayuda al prójimo. Ahora, cada uno desde su lugar. Y si cada uno actúa de acuerdo a ello, todo cambiará para bien”.
En medio de una profunda congoja, rodeada por sus hijos y el resto de la familia, Kari se dirigió a Marcelo y le aseguró que “dejaste tu marca, increíble, por ser como sos, un grande, lo cual seguirás siendo dentro mío y de nuestros hijos , de tus hermanos, tu mamá y todos los que te conocieron”. Kari combina el dolor con el agradecimiento por haberlo tenido. “Andá en paz, gordo, andá en paz porque tu conciencia está más que limpia, transparente. Ayudaste a muchísima gente, toda tu vida fue ayudar, toda tu vida fue mirar al otro más que a vos mismo. Así que podés perfectamente descansar en paz y nosotros vamos a estar bien porque vos nos enseñaste a ser muy fuertes. Te amo, te voy a amar siempre”.
Nos disculpamos por no poder identificar a todos los que hablaron y por el hecho que algunas de las palabras no quedaron bien grabadas, como las de la mamá Miriam y Clarisa, una de sus dos hermanas, por lo cual no podemos citarlas. Pero el hilo que conectaba a todos era fuerte y claro: agradecimiento, y dolor combinado con sonrisas por los buenos recuerdos. Citas de Marcelo con su típico “vamo arriba”, y “tranqui” para calmar a otros que lo querían alentar a él. Siempre pasando al “ataque”, optando por preguntar “¿y cómo estás vos?” en lugar de ponerse a detallar cuántos dolores sentía él.
Marcelo se enfermó hace 14 años , tuvo altibajos y en el último mes sufrió el gran deterioro por un cúmulo de cosas que confluyeron y agravaron el problema inicial, el más serio. Pero eso no lo desvió del camino. No dejó de preocuparse por los demás, de apoyar a quien lo necesitaba.
Richard Kaufman, destacó ante todo la “bondad absoluta” de Marcelo (z”l). Contó , arrancando sonrisas a todos, lo que se enteró días atrás por Kari, sobre aquel peluquero del barrio al que Marce le preguntó en pandemia como está y decidió, dado que no tenía más remedio que cerrar su peluquería, pagarle de antemano por 10 cortes de cabello, que él iría recibiendo cuando todo se vuelva a abrir.
Una vecina del barrio de Marce y Kari en Hod Hasharon-casi la única que habló en hebreo- contó sobre todas aquellas veces que Marce, en silencio y discreción, preguntaba si alguien en el barrio precisa algo, si algo le falta a algún niño en la escuela. Otra historia de las muchas que seguramente irán conociéndose.
Richard Kaufman lo complementó en sus palabras: “La verdad es que Marce no solamente vino con su familia a la tierra de Israel sino que ayudó a muchas familias que lo hicieron. Ayudó a alquilar casas, compró muebles, llevaba comida…no vaya a ser que llegue y no haya comida, le llenaba la heladera y los estantes de comida para que tengan para poder vivir con tranquilidad y sin preocupaciones el primer tiempo que estaban acá. Pendiente de cada cosa y cada detalle”.
Sus proyectos empresariales nunca eran simplemente negocios sino un medio para hacer actos de bondad.” Fuiste socio de amigos, no porque buscabas ser socio, porque querías demostrarles que vos confiabas en ellos, que vayan para adelante. Todo el tiempo fuiste el motor de la gente, dándole fuerza todo el tiempo a las personas”, contó Richard. Y lo acompañó de una vivencia singular: “Yo estaba en el hospital hace una semana, me acerqué, lo miro, me reconoce, levanta la mano y me la aprieta fuerte. Estando en la cama, delicado, te aprieta fuerte la mano para darte fuerza a vos, porque lo ves mal a él pero te quiere dar fuerza a vos. Increíble”.
Y esto está conectado a lo que Richard presentó como una segunda carácterística singular de Marcelo: era un luchador. “Marce era un guerrero que peleó todo el tiempo, nunca se dio por vencido, guerreaba sin parar y no había para él desafío que no estuviera pronto para enfrentar por el bien de las personas”.
Uno sus más viejos amigos, Gabriel Kaszas, destacó el privilegio de la amistad con Marce durante ya 40 años, que se convirtió por cierto en hermandad de la vida, en familia . Recordó-nuevamente, haciendo sonreir a muchos- la facilidad con que se reunían 50 personas en su casa simplemente para compartir momentos juntos, porque siempre abría su corazón.
En las tristes despedidas fueron hilvanadas también historias con lindos y hasta cómicos recuerdos que dejaron en claro que ya de niño Marcelo era un protector que irradiaba luz. Como quien habló en nombre de la familia Fraiman, del lado de Miriam, la mamá de Marce, quien leyó un mensaje enviado desde Uruguay por Avital Taube, recordando lo vivido desde que su familia se mudó a Uruguay décadas atrás. “Desde entonces pasaron más de 37 años de hermandad y una amistad hermosa que espero que trascienda a nuestros hijos. Empezó el día que te conocí, con esa enorme sonrisa, brazos abiertos y ojos brillosos. Me recibiste con muchísimo amor y, a pesar de ser más chico que yo, a diario me decías: “Vos tranqui, porque el que se meta contigo se las va a tener que ver conmigo”. Fuiste mi guardaespaldas personal, mi compañero, mi profesor de español, mi primer primo, mi primer amigo y un gran compinche a lo largo de todos estos años”.
Y no podía faltar la promesa, bien planteada por Richard: “Marce querido, que sepas que todos nosotros nunca te vamos a olvidar, siempre vas a ser para nosotros un ser de luz, ese modelo de persona de bien, y vas a seguir vivo en nosotros. Él se fue y nosotros tenemos que continuar lo que él empezó, lo que él hizo, todos los actos de bondad asociémoslo a Marcelo, este acto lo hago con Marcelo, voy a ayudar a la gente con Marcelo, porque Marcelo vive a través nuestro”.
Al final de las palabras de despedida, fue Gabi, la hija de Marce y Kari , quien habló. Su hermano menor Rafa ya había dicho el Kadish, desgarrando el corazón de todos, y ahora le tocaba a ella hablarle públicamente a su padre. Habló de su lucha, de esa cuerda de la que se aferró para seguir viviendo,esa cuerda que nunca soltó hasta el último instante, hasta que ella se rompió sola,porque él nunca la soltó. “Mi padre luchó hasta el final, hasta el último instante, como lo hizo toda la vida. Nos transmitió a mamá, a Rafa y a mí que hay que seguir luchando y eso lo vamos a hacer, porque es lo que él hubiese querido”.
Les deseamos que sean todas luchas por crecimientos y éxitos en la vida, siempre con salud, y siempre con la imponente presencia de Marcelo a su lado, por más ausente físicamente que esté.