Por Ionatan Was/Fotos: Natan Vareika
Ya se está haciendo una tradición de cada 25 de agosto, porque van tres años seguidos. Entre la nostalgia y la independencia, asoma el Jidón Nelly y Nahum Bergstein (o Concurso Bergstein), que va por sus ocho ediciones ininterrumpidas, como un referente no solo de conocimientos sino de la preservación de la memoria.
Claro que a los concursantes poco les importaba este detalle. De entre ellos, 16 pasaron a la ronda final; días antes habían superado la instancia previa, múltiple opción y a distancia. Todos ellos —entre los catorce y los dieciocho años—, pertenecientes a colegios no judíos.
La locación elegida para esta edición fue la universidad ORT, que tomó la posta luego de dos ediciones en el Colegio Alemán (curiosamente ambas en pandemia). El auditorio se vistió de gala para recibir a concursantes, allegados y curiosos. En la mesa quedaban los tres jurados, Ramiro Rodríguez Villamil, Roberto Cyjon-ambos siempre presentes, el alma del jidón, al igual que Gabriel Goldman- y Silvia Facal, que participó por segunda vez, en lugar de la historiadora Ana Ribeiro, desde que asumió como Subsecretaria de Educación y Cultura. Hablando del jurado, en todo momento fueron muy complacientes, como suele ocurrir. Empezando por el ingeniero Cyjon, quien, salvo un error grande, casi nunca daba una respuesta por mala o no sabida, y entonces cada esbozo de los adolescentes terminaba en un sendero en busca de luz.
Pero antes, a las tres de la tarde se entonaron las estrofas del himno uruguayo, y luego sí dio inicio el certamen. Todavía con poca gente mirando, los participantes —acompañados de parientes y profesores— fueron pasando para intentar contestar correctamente las preguntas lanzadas por Gabriel, parado a lo alto del estrado.
Las preguntas en general tenían que ver con el nombre que este año tuvo asociado el Jidón: los 60 años del juicio a Eichmann en Jerusalem. Como siempre ocurre, un aniversario redondo de algún acontecimiento relevante. Por otro lado, se contaba con una bibliografía específica que incluyó por ejemplo una entrevista de Semanario Hebreo a Mijael Gilad, quien fuera no solo sobreviviente sino participante activo en los juicios, y que luego viviera un tiempo en nuestro país. Otra fuente de relevancia fue la obra de Anna Arendt, Eichmann en Jerusalem, testimonio imprescindible para conocer los hechos.
La primera ronda duró casi dos horas. A las cinco el jurado anunció el primer corte y los concurrentes se sirvieron de los entremeses en los pasillos de la universidad. Quedarían siete concursantes, para responder dos preguntas de similar calibre. Aunque también hay que decir que el cuestionario voló por cuestiones de lo más diversas. Empezando claro por todo el derrotero de Eichmann, desde su juventud, hasta su paso por la Alemania nazi, el periplo por Europa, la huida a Argentina con la complicidad del gobierno, hasta la extradición a Israel, siendo que los servicios secretos y los gobernantes de entonces habían impulsado la búsqueda. Pero también cuestiones muy variopintas como la suerte de los judíos en Europa, la liberación de París, un curioso Yom Kipur del año 23, y otros detalles que hasta hicieron que alguno en el jurado recordara la experiencia propia, según como decía la memoria.
La expectativa iba creciendo, mientras al auditorio llegaban distintas autoridades, en general del ámbito educativo. Como el actual director del Colegio Alemán Ingo Straub, quien en un breve y emotivo discurso mencionó la deuda perenne de su pueblo para con el Holocausto, recordando además sus días de profesor en Hamburgo.
También hubo una tercera ronda, para definir las posiciones, una pregunta y a esperar. Y aunque los puntajes se acumulaban de rondas anteriores, hubo final reñido, tanto que se debió recurrir a la instancia previo en algún caso.
El concurso terminó antes de las siete con sala colmada, y con varios ganadores de ediciones anteriores marcando presencia.
Hubo diplomas para todos, y también invitados especiales para los primeros puestos. Como la viuda del recordado profesor Enrique Mena Segarra, la señora Mabel, quien entregó el premio a Cecilia Pérez del Liceo de San Ramón, por el tercer puesto. Micaela Fontán, segundo puesto, del colegio Elbio Fernández, lo recibió de manos de Felicia, en nombre de ese gran activista de la comunidad que fuera Elías Saps. Solo quedaba la señora Borojovich, la viuda del recordado Isaac; fue ella quien entregó el primer premio: Joaquín Mognoni, del Liceo 28.