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No. 149
Metzorá
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Horario de velas en Montevideo, Jueves 21/03 17;55
Viernes 17;54
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EL SÍNDROME DEL FARAÓN
Por Tzvi Freeman
Hay algunos aspectos importantes de la historia del Éxodo que podrían entenderse mejor si usásemos la terminología psicológica. Tomemos el evento de la partida del Mar Rojo que ocurrió en el séptimo día de Pesaj. Es fácil burlarse del Faraón cuando consideramos los hechos superficialmente. Él ve a un pueblo conducido por un pilar de fuego, caminando sobre el fondo seco del mar, entre dos pilares de agua, inmovilizados como paredes de piedra (incluso Indiana Jones lo habría pensado dos veces) y como un loco corre hacia adentro con todo su ejército. Y no es que no tuviera algún precedente del cual aprender.
Podríamos pensar que al Faraón "le faltaba un tornillo". El Faraón era, sin embargo, intelectualmente cuerdo. Sólo que sufría de un "Síndrome de déficit de Monoteísmo".
Para ser más específico, el Faraón pertenecía a un subconjunto de cuestionadores del monoteísmo que poseen una fijación con el orden natural percibido ("Ma'at" en el egipcio Antiguo. Similar al concepto budista de Karma. En idioma moderno, "Física"). Cuando aparece un conflicto entre el orden natural y la realidad percibida (es decir, un milagro), el sujeto experimenta ansiedad. Esta ansiedad podría resolverse fácilmente, a través de la aceptación de una Fuerza Omnipotente y más allá de la naturaleza, pero onuestro sujeto prefiere ignorar la realidad obvia que se halla ante sus ojos en favor del concepto del mundo del orden natural que ya ha integrado previamente en su personalidad. Esto podría resultar finalmente, en ahogarse bajo las olas del Mar Rojo.
Ahora que he proporcionado una visión más simpática de las dificultades personales del Faraón, se hace más fácil entenderlo. Después de todo, hacemos lo mismo que él todo el tiempo. Se trata de la "Angustia".
La angustia es un estado en el que ignoramos la realidad obvia y percibida, en favor de la pervertida, improbable visión de cómo imaginamos que debe ser el orden natural. Nos figuramos nuestra vida como un forcejeo entre nuestra propia competencia y las leyes de la física, comercio y aceptación social. Eso significa que tenemos mucho de qué preocuparnos.
La realidad obvia es que nuestra vida diaria está llena de milagros que vienen desde Arriba. Tenemos muy poco control sobre dónde terminamos y lo que tenemos que hacer ahí. La física no tiene mucho que decir. Podemos hacer lo mejor que podemos con cualquier cosa que se nos ha dado y tener confianza en el Director de Todo, que Él sabe lo que está haciendo. Pero en cambio, nos preocupamos.
¿Por qué nos preocupamos? Porque no percibimos los milagros. ¿Por qué no percibimos los milagros? Porque vemos la marcha del orden natural a nuestro alrededor, y si hay un orden natural, los milagros no pueden suceder, ¿verdad? ¡Después de todo, los milagros significan que las leyes de naturaleza se han eliminado temporalmente, y que la vida se pone totalmente anómala, y la voz de D-os brama: "¡toma nota! "¡Esto es un milagro!".
Error. Ése es el Faraón otra vez. Quizás un poco más sutil, pero no obstante Faraón. Monoteísmo significa que el orden natural no es un juego absolutas de reglas para jugar o para romper. Creer que hay Una Fuerza Infinita detrás de todas las cosas, significa reconocer que Él puede encontrarse haciendo Sus cosas en cualquier parte, de acuerdo a las reglas o no. Nada lo detiene en conseguir Su camino, ningún comité supervisor, ninguna junta de apelación, ningún accionista, ninguna suegra. Ni siquiera el Orden Natural.
¿La prognosis? Según los profetas, estamos muy preparados para esto. Como leemos en la Haftará en el último día de Pesaj: "Como en los días en que salimos de Egipto, te haré ver milagros" (Isaías 10:32). El "Tzemaj Tzedek" explicó: "Como en los días cuando ustedes apuntaron al Mar Rojo que se abría y dijeron, '¡Éste es mi D-os que hace esto! Como entonces, en estos tiempos, les permitiré ver milagros más maravillosos aún, de los que suceden diariamente en vuestras vidas."
Abramos nuestras mentes e intentemos de nuevo.
LOS NIÑOS TRANSFORMAN EL MAR EN UNA MURALLA
Likutei Sijot Tomo 2, pag 523
El milagro de la partición del Iam Suf ocurrió luego de que los judíos se vieron aprisionados, con el mar frente a ellos y los egipcios persiguiéndolos desde atrás. Entonces ocurrió el gran milagro: el mar se partió frente a ellos, y las aguas se erigieron en "una muralla a su derecha y a su izquierda". El propio obstáculo, el mar, se transformó en una muralla protectora del pueblo de Israel.
¿En mérito a qué se hizo acreedor Israel de este milagro? Fue por los niños. Nuestros Sabios Z"L relatan sobre los niños que estuvieron presentes al salir de Egipto que "ellos Lo reconocieron (a D-os) primero que todos". Es verdad, se encontraban ahí Moshé, Yeoshua y todos los Grandes y los Ancianos de Israel, pero quienes reconocieron antes que todos a Hashem fueron específicamente los niños. Esos niños, que nacieron y crecieron en plena esclavitud de Egipto, pero recibieron la educación que corresponde - ellos fueron los primeros en identificar al Altísimo y apuntaron con el dedo diciendo: "¡Este es mi D-os y he de embellecerlo!".
Estos niños que se desarrollaron en el seno del exilio de Egipto, experimentaron con intensidad su condición de "pocos entre todos los pueblos". Sintieron cómo el estilo de vida egipcio se opone a una vida judaica, y a pesar de ello fueron leales a su judaísmo y estaban orgullosos del mismo.
Motivados por esta educación no dudaron en abandonar "la cacerola de la carne" y salir al gran y temible desierto, incluso carentes de provisiones suficientes, en un espíritu de absoluta confianza- bitajón- en el Altísimo. A eso se debe que se hicieran meritorios de ser los primeros en reconocer a D-os y que en aras de ellos se parta el mar.
Cuando hay niños como éstos, no hay motivo para alterarse porque "Egipto viaja atrás de ellos" y del hecho que los hijos de Israel estén rodeados por todos lados, por el mar y el desierto. Con niños como estos se puede avanzar dentro del mar hasta que el propio mar se parta ante ellos.
Cuando se partió el mar Iam Suf ocurrió algo singular: no sólo fue removido el obstáculo (el mar), sino que el mismo se transformó en una muralla protectora del pueblo de Israel "y las aguas fueron para ellos una muralla a su derecha y a su izquierda". Éste es el nivel más perfecto de la anulación de las perturbaciones, y también ello tuvo lugar en mérito de los niños. Cuando se educa a niños para que sean los primeros en proclamar "Este es mi D-os y Lo embelleceré" entonces las propias trabas y estorbos se transforman en elementos protectores de Israel.
Cuando el niño judío sabe que la única existencia verdadera es la santidad, y asume naturalmente y en forma tácita que nada puede molestarlo e impedirle cumplir con la Voluntad Divina, que se expresa en los mandatos de la Torá, entonces se hace meritorio de que todos los obstáculos caigan y desaparezcan, y más aún, que se conviertan en colaboradores que contribuyen en su servicio a D-os.
No sólo para salir de Egipto necesitó el pueblo judío de un milagro sobrenatural de esta magnitud. En cada generación precisamos de milagros. El pueblo judío siempre se asemeja a la ovejita que está entre setenta lobos, y su misma existencia está basada en lo sobrenatural, es un milagro continuo, como el de la partición del Iam Suf. Para hacerse acreedor permanente de este milagro que asegura la continuidad del pueblo judío, debe educarse a los niños a estudiar la Torá Escrita y la Torá Oral, así como también a observar la conducta sagrada del pueblo judío. ¡Entonces tendremos el privilegio de verlos proclamar por propia iniciativa: "Éste es mi D-os y Lo embelleceré", incluso antes que sus padres y abuelos!
UN PUEBLO BAJO FUEGO
Por Abraham J. Twerski
De joven, conocí a Zélig Chepovetsky, entonces un hombre de casi ochenta años. Zélig era nativo de Ivankov, un pequeño pueblo en Ucrania, cerca de Kiev. Mi bisabuelo, el Rebe de Hornostipol, también cerca de Kiev, era reconocido como la autoridad absoluta en cuestiones religiosas en los pueblos cercanos.
El padre de Zélig era conocido como "Moshé, el Profesor". Esto se debía a que Moshé, que no sabía cómo ganarse la vida, fue cierta vez a plantearle al Rebe su problema, y éste le respondió: "Ve, y hazte médico".
Para Moshé, la palabra del Rebe era ley. Como el aprendizaje formal de la medicina no le era viable, Moshé se hizo aprendiz del médico local. Llevaba el maletín del médico, observaba los síntomas de cada paciente, y tomaba nota de lo que el médico recetaba en cada caso. Al tiempo, comenzó a tratar pacientes por sí mismo, y ¡oh milagro! los tratamientos de Moshé parecían infalibles: todos sus pacientes se recuperaban. Su fama cundió, y los médicos más destacados de Kiev se referían orgullosamente a Moshé como "nuestro estimado colega".
La principal industria de Ivankov era la fabricación de levadura, y varias de las fábricas de levadura eran de propiedad judía. Como en Pesaj está prohibido que los judíos posean levadura, los propietarios firmaban un contrato por el que transmitían la propiedad de sus fábricas a no judíos, y luego continuaban explotando las fábricas durante Pesaj
El Rebe condenaba enérgicamente esta práctica pues consideraba que el contrato era un engaño. Sin embargo, la práctica continuaba año tras a año. Cierta vez, el Shabat anterior a Pesaj, cuando, los residentes de los pueblos circundantes se reunieron en la casa del Rebe, éste amonestó a los ivancovitas por desobedecer sus deseos, y les dijo: "Recuerden, la halajá dice que el jametz que se guarda durante Pesaj deberá ser destruido por el fuego".
Moshé el Profesor, que también era ivancovita y se encontraba entre los presentes, exclamó: "Pero, Rebe, yo no tengo la culpa. No tenga nada que ver con la manufactura de levadura". A lo cual el Rebe respondió: "No estaba pensando en ti, Moshé".
Zélig me contó que en la tarde de la víspera de Pesaj, se desató un terrible incendio en la ciudad que se extendió muy rápidamente. Los habitantes de la ciudad trataron de salvar algunos de sus bienes cruzando el río que dividía la ciudad, pero el incendio cruzó el río, destruyó todas las casas de la ciudad, con excepción de una: la de Moshé.
Abuelo me contó que esa víspera de Pesaj, su padre, el Rebe, parecía muy agitado y demoró la celebración del Seder. En medio del Seder, se abrieron las puertas y una delegación de Ivankov, entre ellos Zélig, informaron al Rebe de que habían perdido todos sus bienes en el incendio.
El Rebe mandó decir a toda su comunidad que guardaran raciones mínimas de comida para ellos y que enviaran toda la comida que pudieran a Ivankov. Se organizó una caravana de carros para llevar provisiones, artículos de vestir y ropa de cama a la ciudad asolada por el fuego.
Unos sesenta años más tarde, Zélig me relató esta historia, con los ojos bañados en lágrimas. "Sí", dijo, "el Rebe destruyó nuestro pueblo. Pero también lo reconstruyó".
LOS ÚLTIMOS DÍAS DE PÉSAJ
Habían pasado seis días desde que dejamos a nuestros capataces egipcios, pero nuestra liberación aún no estaba completa. No lo estuvo hasta la séptima noche, en que el Mar de Juncos se dividió ante nosotros y luego volvió a cerrarse en forma súbita para aniquilar totalmente a nuestros perseguidores egipcios. Recién entonces, nos libramos por siempre de nuestras cadenas.
Ese sabor de libertad total es lo que revivimos la séptima y la octava noche de Pesaj.
Observancias de la Festividad
Se encienden velas festivas ambas noches y hacemos kidush y celebramos con comidas festivas ambas noches y ambos días[i]. No vamos al trabajo, no conducimos, escribimos ni encendemos o apagamos artefactos eléctricos. Está permitido cocinar y transportar objetos afuera (excepto en Shabat).
La división del mar no fue solamente una escena espectacular, fue una visión clara de un orden cósmico mucho más profundo.
Primera noche:
La división del mar no fue solamente una escena espectacular, fue una visión clara de un orden cósmico mucho más profundo. Muchos reviven esta experiencia quedándose despiertos toda la noche con amigos, estudiando la Torá y absorbiendo la santidad de esta fecha tan especial.
Primer día:
Leemos la historia del Mar de Juncos en la Torá y la canción de alabanza, que entonamos después. Cuando se lee la canción, todos se ponen de pie.
Segunda noche:
Aquellos que tienen un padre fallecido encienden una vela de iortzait de 24 horas de duración antes de que oscurezca. (Si el primer día es Shabat, entonces se la enciende después de que oscurezca). Se la enciende a partir de una llama ya existente.
Segundo día:
Se recita Izkor en el servicio de la mañana.
El último día de Pesaj, se pone especial hincapié en el tema de la liberación final, la que todavía tiene que llegar (hasta el momento de la publicación de este artículo). La haftará es una clásica profecía de aquella era. Para celebrar, el Baal Shem Tov hacía una comida festiva a la que llamaba El Banquete del Mashíaj. Puedes estar seguro de que el Beit Jabad de tu zona va a organizar este banquete con abundante matzá y cuatro copas de vino. Por lo general, suele comenzar poco antes de la puesta del sol.
Lleva un poco de tiempo volver a adquirir el jametz que se vendió para Pesaj. Espera una hora más después de la salida de las estrellas para consumir jametz.
MiSinaí es una publicación de Jabad Uruguay. Pereira de la luz 1130, Montevideo.
Artículos extraídos de www.Jabad.org.uy y www.Chabad.org, publicados con permiso.
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