Por IONATAN WAS.
Fotos: MICHELLE MAYER
La gente y en especial los más chicos lo esperaban con ansias: que llegara rápido el día del encendido público de la menorá. Y es que no hay duda que a nivel comunitario y saliendo un poco del ámbito protocolar del shil, es el evento con más onda. El año pasado, la pandemia que todavía hoy nos acecha, obligó a realizar un acto frío y reservado a unos pocos, mientras que la mayoría debió mirarla por la computadora o el celular. Y este año de 2021 – 5782, las fechas tempranas de las fiestas judías hicieron un poco más corta la espera de Jánuca.
Como suele ocurrir cada año de encendido, la tardecita del miércoles 1° también se presentó fresca (y el día anterior en Punta del Este), en especial por el viento fuerte que soplaba. De a poco, la gente se fue arrimando al escenario instalado en el medio de la plaza Trouville (o Daniel Muñoz), donde estaba instalada la típica y encantadora parafernalia de todos los años: un foodtruck donde vendían sufganyot y latkes y bebidas, el rincón de los niños donde podían dibujar y divertirse, el puesto de pop y algodón de azúcar, más el hombre prodigioso que retrataba a quien se lo pidiera. Y claro, también estaba la menorá pública; no era la típica menorá gigante que la gente imaginaba, sino una pieza más bien artística, conformada por un enramado de hierro forjado, armada especialmente para el evento.
Las sillas de plástico y la alfombra roja apuntaban al escenario en donde se podía ver una batería y unos tambores, señal de que algo iba a pasar, mientras la pantalla gigante explicaba algunas de las claves de Jánuca: luz, aceite, crecimiento, milagro, macabeos. De repente, Mendy Shemtov, la cara visible de Jabad, tomó la palabra y dio por comenzado el acto, recordando que estábamos en el cuarto día de Jánuca, justo la mitad. Y que la palabra jánuca viene de jinuj, educación, y de cómo esta educación nos lleva a una permanente reinauguración del alma, igual que como pasó con el Templo destruido y vuelto a hacer.
Cuando terminó Mendy, irrumpieron en escena los muchachos de la banda Tiembla el mohel, especialmente llegados de Buenos Aires, todos empilchados con sus trajes oscuros y las camisas claras. A las baterías y tambores se les sumaron guitarras y trompetas, más la voz del carismático líder. Empezaron tocando una versión alternativa de Mazel tov, y durante unos cuantos minutos y sin pausa, hicieron un largo recorrido por las oiras judías, siempre en hebreo.
Mientras tanto, unos robots de negro con luces titilantes habían invadido la alfombra roja, pero la gente todavía estaba tímida. Alcanzó que uno de la banda se bajara para invitar a bailar, y la pista se llenó de niños y adultos que, al flujo de otras canciones, se divirtieron con trencitos, círculos o simplemente moviendo las caderas.
Cuando se cansaron, otra vez Mendy tomó la palabra para reivindicar la importancia de tener una menorá en cada hogar judío, y también para recordar cómo fue que la tradición de la menorá pública iniciada en los años setenta, seguía hoy tan vigente. Recordó la figura del sabio Maimónides, quien decía que cada individuo debía verse a sí mismo como una mitad buena y una mitad mala, y así cada palabra, cada acción y cada pensamiento positivo, podía volcarse hacia la mitad buena.
Las palabras fueron seguidas de un video explicativo de Jabad Argentina, y luego el propio Mendy repartió a los niños el Jánuca guelt, los regalos infaltables. La banda volvió con más temas, hubo otros bailes, pero faltaba lo más importante: el encendido de las cuatro velas y el shamash. Por ahí se rumoreaba que el presidente podía llegar en cualquier momento, incluso Mendy fue retrasando la cosa, porque al parecer se venía “un invitado muy especial”. Pero ese invitado nunca llegó, o sí, no lo sabemos; tal vez haya sido uno de los que encendieron la menorá. Lo cierto es que en un momento se procedió al encendido, claro que sin el presidente. Pasaron entre otros Rafa y Simón Fremd —dos generaciones de la querida familia—, el representante de la embajada de Israel David Atar, y Max Godet, rabino de la Kehilá. Quedó una mitad oscura, y la otra llena de luz, muy simbólico todo.
La noche terminó a todas luces, con fuegos artificiales y con los sorteos de las rifas para los más pequeños. ¡Será hasta el 2022!
Gran celebración de #januka @jabaduy en #montevideo #uruguay.felicitaciones! #lamplighters @janetrudman @UrielLander @pinchegorro @ARaurich @JanaBeris1 @shebreojai pic.twitter.com/ZyozTaOV9u
— sylvia ascher (@syl26) December 2, 2021
Un significativo agregado, en base al relato del propio Mendy a este portal, ya terminado el evento:
Para encender el shamash, Mendy invitó invitó al Encargado de Negocios a.i. (ad interim) de la Embajada de Israel David Atar , quien destacó que “un poquito de luz disipa mucha oscuridad, y cada uno de nosotros es una pequeña luz que puede erradicar la oscuridad que lo rodea y si cada uno de nosotros hace su parte, iluminaremos juntos al mundo entero”. Y eso es precisamente lo que dijo el Rebe de Lubavitch, tal cual recordó oportunamente Mendy.
Las justas palabras de Mendy Shemtov en el encendido de la Menorá pública en Montevideo. Janucá ya está terminando, pero este significado perdura y debemos recordarlo siempre.@jabaduy @EliezerShemtov @rafafremd @ARaurich pic.twitter.com/ospQYK7AOB
— Jana Beris (@JanaBeris1) December 5, 2021
Mendy se sintió especialmente emocionado por la participación en el evento de Rafa Fremd quien fue invitado junto a su esposa y su hijito recién nacido Simón a encender una de las velas. Sin necesidad de explicar siquiera el trasfondo de las palabras dichas en ese contexto, todos dijeron que “la luz vence a la oscuridad”. Cabe recordar que en aquel terrible marzo del 2016 en el que fue asesinado su padre David Fremd en Paysandú por un antisemita sanducero radicalizado en el Islam, Rafa escribió: “el odio se combate con luz”.
Otros momentos de emoción fueron cuando se invitó a encender una vela a Felipe Abt, cuyo padre Andrés, Alcalde del Municipio B, falleció trágicamente meses atrás por Coronavirus.