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Métodos para perder el tiempo

Por Ruben Kurin

Escuché esta frase recién en un programa de radio. Esto me retrotrajo a la época en que yo estaba en actividad laboral me hizo pensar en la “riqueza” que te puede aportar el tener “métodos para perder tu tiempo”. (Aclaro que alguien muy sabio definió al “hombre rico” como aquel que es feliz con lo que tiene).

Sería por la necesidad, la ambición, el querer llegar (¿me pregunto adonde?) o quizás se debió la juventud misma, para mí, pensar, leer, escuchando música, me parecía estar perdiendo el tiempo. Todo en mi persona durante las veinticuatro horas del día debían estar “produciendo”. ¡Que error atroz!

Perder el tiempo ¿Qué es esto?.¿Quién lo decide? ¿Cuándo se decreta y por qué?

Un día sentado en una mesa de café, tomé una servilleta de papel y escribí varias palabras sin ton ni son. 

Quise profesionalizar la escritura y comencé por comprar un cuaderno y una birome. Ahí me di cuenta que para escribir necesitaba leer, estudiar o sea perder más el tiempo todavía, y lo hice pero bajo la presión de que mi conciencia continuamente me lo seguía  echando en cara

Ahora ¿Cómo me organizo, que estudio, por donde comienzo, busco ayuda? ¿Que es lo que me gusta, para quien lo hago ya alguien acaso le importa?...

Miles de preguntas para un par de simples respuestas que lo resolvían todo…¡como yo quiera y cuando yo quiera!

Esto que suena egoísta es lo que cambió mi forma de pensar y antes de que terminara el milenio, una situación límite, bajo una lluvia de balazos sobre mi cabeza decidió  el resto, había nacido de vuelta y tenía otra oportunidad que sería ridículo desperdiciarla.

Ya para entonces, ,había leído a Cervantes, Shakespeare, Tomas Mann, Faulkner, Hemingway (mi ídolo), Isabel Allende (genial), Isaac Bashevis Singer, Sholem Aleijem, Víctor Hugo. Incursioné en la filosofía con Sartre, Schopenhauer, Hesse, Nietzsche, Sócrates, Platón, Aristóteles, Marcos Aguinis. Me entreveré con novelas policiales, Sherlok Holmes, Agatha Christie y otros… me metí con la Biblia, la Tora, Confucio, el Corán, Dalai Lama, la Madre Teresa, las Cruzadas, la Inquisición y profundicé en el holocausto.  Tanta lectura me obligó a meterme en internet adonde la geografía y la historia tuvieron que estar presentes.  Aprendí a los golpes y con la ayuda del traductor virtual a leer en ingles como para defenderme e investigar.

Mientras me nutría de todo esto, escribía y escribía… lo que sea, poemas, cuentos cortos, anécdotas, divagues en papelitos, cuadernos, cientos de archivos en la computadora…

Hasta que llegó mi momento escribí  un par de novelas completas…y  ¿saben una cosa? no me salieron tan mal yo diría que al contrario, están muy buenas Mis amigos me dicen que publique lo que escribo pero yo les contesto con una frase de Woody Allen que “el mundo no me merece” 

Allá por 1993 comencé a frecuentar, en mi descanso del medio día, un boliche en el que aprovechaba para leer libros de historia y a sacar apuntes de los mismos. Lo único que se me ocurrió fue ordenar la lectura cronológicamente pero entreverando historia, política, geografía, filosofía, economía y hasta alguno que otro librito de auto ayuda. Aunque “todo tiene que ver con todo” un método de estudio es esencial y yo lo intuía pero persistía en adquirir conocimientos a toda costa. Cuando quería acordar el tiempo libre había pasado y debía volver al trabajo.

Así pasó cerca de un año cuando sentí una voz que me preguntó que estaba yo leyendo.

Allí, en esa mesa de café se armó una tertulia que duró cerca de una década adonde aprendí a estudiar a escribir y descubrí otro mundo, el del conocimiento debido a la magnífica calidad intelectual de los contertulios.

¿A qué voy con todo esto?

1)    Que siempre estamos a tiempo

2)    Si ya tenemos 30, 40, 50 y hasta los 100 años, si tenemos salud, si estamos rodeados de gente que nos quiere y a la que amamos, a la que debemos proteger, estamos obligados a seguir adelante

3)    El trabajo, el dinero, la posición económica y social es importante, no lo niego, pero más importante es sentirse bien con uno mismo para ser útil a todo ese mundo que creamos nosotros que son nuestros hijos, los hijos de sus hijos, sus parejas, sus amigos, el entorno que los rodea. Festejarles sus logros, apoyarlos en sus tropiezos enseñándole de nuestros propios fracasos y explicarles como siempre salimos adelante. Asegurarles que luego de situaciones límites viene el repechaje y que toda caída es una enseñanza de la que debemos aprender.

4)    El éxito, las fortunas y hasta la misma alegría son fugaces van y vienen,  nunca se instalan para quedarse para siempre porque “nada” es para siempre. Esto último sí que es una ventaja. Como nada es para siempre, la tristeza, los fracasos y los “malos tiempos” tampoco  Hay una frase genial de una canción que dice: “Tras la noche más larga y oscura sale el sol”    

5)    Buscar siempre nuevos caminos sin descuidar “el presente”… Alguien dijo: No viví el hoy porque estuve muy ocupado trabajando duro para mañana

6)    Hay que tener en cuenta que lo que hoy estás viviendo no es tan grave. Que lo que yo viví aquel día bajo la lluvia de balas sobre mi cabeza tampoco lo fue porque tuve “otra oportunidad” en la que fui participe de grandes cosas que pasaron. Por ejemplo; de disfrutar del crecimiento de mis nietos, del nacimiento de otros nuevos, de verlos crecer, de hacerse personitas. Tener la esperanza de llegar a participar también de sus logros y aunque sea de lejos, no importa, uno no precisa estar encima de otro para amar, no hay un manual o una ley especifica que te explica cómo se debe querer al otro. Cada uno da cariño a la manera que sabe, el otro lo toma o lo deja, no hay condicionamientos ni reglas escritas ni estrictas al respecto y eso también es bueno.

Podría seguir y seguir escribiendo muchísimos motivos por lo que invento y re invento estos Métodos para perder el tiempo pero prefiero cortar acá porque creo que la intención no es la de justificarme por perder “mi tiempo” sino de aportar un granito de arena para ayudar a todo aquel que se preocupa de lo que hacen o no hacen “los otros” y trate de disfrutar de la vida, del día a día.

Cito a Shakespeare en “El Mercader de Venecia” en su personaje del Judío Shylock

Se ha reído de mis pérdidas y burlado de mis ganancias, ha afrentado a mi nación, ha desalentado a mis amigos y azuzado a mis enemigos. ¿Y cuál es su motivo? Que soy judío. ¿El judío no tiene ojos? ¿El judío no tiene manos, órganos, dimensiones, sentidos, afectos, pasiones? ¿No es alimentado con la misma comida y herido por las mismas armas, víctima de las mismas enfermedades y curado por los mismos medios, no tiene calor en verano y frío en invierno, como el cristiano? ¿Si lo pican, no sangra? ¿No se ríe si le hacen cosquillas? ¿Si nos envenenáis no morimos? ¿Si nos hacéis daño, no nos vengaremos?

Me refiero a este segmento para explicar de que no soy, como dice Shylock, distinto a otro, no soy mejor que nadie pero tampoco peor,  solo soy mayor en edad por lo tanto pude ver bastante en el recorrido y si puedo ayudar a alguien, principalmente a mis seres queridos a correr las piedras del camino para que no tropiecen como yo lo hice alguna vez, lo haré sin dudarlo ni un instante

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(Texto y fotos: Lily Dayton, cristiana israelí residente en Haifa)

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