¿Por qué leer a Tamara Tenembaum?
Por el título del libro. Me parece que tiene la misma fuerza que las maldiciones en el idioma idish.
Porque ella se considera una abandonadora del judaísmo, al igual que Eduardo Halfon. Como símbolo de abandono, escribe un libro plagado de referencias judías.
Es joven, feminista y escribe de temas incómodos.
Pequeña bio
Fue criada en un hogar judío ortodoxo, comunidad de la cual se alejó Su infancia transcurrió mayormente en el barrio porteño de Once, donde todavía vive su madre médica pediatra. Su padre era abogado y falleció en el atentado de la AMIA, cuando ella tenía 5 años,
Su libro El fin del amor, una colección de ensayos sobre las relaciones sexoafectivas publicada en el 2019, es un bestseller que va a ser adaptado como serie por Amazon Prime Video.
“Lo que sé de mi papá es más lo que me contaron que lo que yo vi”, dijo hace poco en una entrevista, en la que también señaló, a propósito de su nuevo libro, que le interesaba “contar cómo es crecer con una muerte que uno no presenció y todos los demás sí”
Todas nuestras maldiciones se cumplieron
Escrito en primera persona. Es autorreferencial y ficción a la vez. Toma elementos de la realidad y los dramatiza.
Son historias familiares escritas con humor e ironía.
Es una exponente del feminismo argentino de la cuarta ola y habla aquí de la fortaleza de las mujeres en las familias judías, sobre todo en las ashkenazim.
¿Es una contradicción que funcionen muy bien las casas sin hombres y sin embargo el casamiento es primordial y puede cambiar el destino de una mujer?
En el caso de Tamara, en sus historias los hombres son personajes tangenciales, el abuelo, los novios de la madre. Esto la acompaña en su vida como un dato de la realidad. Yo vengo de una familia de mujeres, aunque mi papá era el que mantenía la casa, pero sobre los temas del hogar no opinaba.
El atentado de la AMIA para Tamara
Llama mucho la atención los pocos recuerdos que tiene del atentado de AMIA, ni en ese momento ni después y cómo ella lo dice no se quiso vincular con los familiares de AMIA. Es una forma de rechazar formar parte de ese colectivo.
“Nunca fui a un acto de AMIA desde que no me obligan a ir con el colegio. De esto último no estoy orgullosa.”
“Vuelvo a una casa con un hombre, y las casas en las que hay un hombre son distintas de las casas donde no las hay. No son mejores (en mis días malos diría que son peores), pero son distintas”
La lectura y la escritura como salvación
“No escribo desde siempre ni desde chica. Siempre escribí diarios, pero no tenían pretensiones literarias; viste que hay gente que desde chiquita jugaba a publicar libros o algo así, que fue a talleres de escritura en la adolescencia, yo jamás. Supongo que porque no vengo de un entorno vinculado al arte y la cultura, no es que sabía que existía dedicarse a esto. Pero sí la lectura me hizo quién soy; por años yo vivía en un mundo muy recluido y todo lo que sabía lo aprendía en la lectura y en la televisión, pero sobre todo en la lectura, porque la tele estaba en la cocina y era algo que yo no podía ver sola. Los libros eran mi forma de investigar, en la soledad de mi cuarto. Eso me sostuvo y me sostiene, más incluso que escribir. Pocas cosas me han hecho más feliz que leer” dice.
El mar no se le desea a nadie
Esta serie de relatos que la autora llama novela comienza así:
“La única vez que mi mamá vio a un piojo nacer fue sobre mi cabeza. Eso cuenta siempre cuando trata de explicar que todos los nenes tienen piojos pero lo mío era de otro planeta. En mi casa éramos tres nenas y mi mamá es pediatra: ha visto su buena cantidad de cabezas colonizadas. Pero solo en la mía, dice, pudo presenciar su nacimiento”
El tema de los piojos es un tema del que no se habla porque es incómodo. No es políticamente correcto. Recuerdo el drama que significaban para mi mamá, era avergonzante tenerlos. Sin embargo, yo como mamá lo viví como un problema del cual ocuparse, solo eso.
“Sacarnos los piojos a mí y a mis hermanas fue de las pocas tareas que mi mamá jamás delegó ni en las empleadas, ni en mi tía, ni en mis abuelos. Algunas madres les cuentan cuentos a sus hijos todas las noches, o piensan que cocinarles es sagrado, pero no tiene que ver con eso: hace más de veinte años, desde que se murió mi papá, que mi mamá no tiene tiempo para asuntos sagrados Nos despiojaba personalmente porque cree-igual que yo- que la única manera de asegurarte de que algo se haga bien es hacerlo una misma. Quizás nuestra religión verdadera sea esa, la mía y la de ella. Todas las demás cosas podían hacerse un poco mal-mamá no es una obsesiva- pero lo de los piojos tenía que hacerse bien, especialmente conmigo”
Identidad judía
Está presente en muchos textos
“Todas las puertas tienen mezuzot, esos palitos que los judíos ponemos en las puertas: me da bronca, me da confianza y me da bronca que me dé confianza.
… La chica que trabajaba en casa, mi mamá, Eliahu Hanavi, que es un profeta que nos visita en Pesaj y hay que dejarte una copa de vino y cuando te despertés se la tomó, más o menos como los Reyes y el pastito de los camellos”
…"Ya sé lo que pasa, yo trabajo en el barrio hace muchos años», dijo. “Tienen el sistema ese, el que usan los sábados, para apagar y prender luces sin tocarlas. Es eso lo que hizo cortocircuito”. Mis abuelos tenían instalado, como también hay en la casa de mi mamá, lo que se llama un «reloj de shabat». Para no prender ni apagar luces desde la tarde del viernes hasta la del sábado. El electricista todavía se muere de risa cuando le recuerda a mi mamá la cantidad de barrabasadas antisemitas que dije cuando me explicó el problema. Que el único templo que ilumina es el que arde. Que voy a llamar a Al Qaeda y preguntar si reciben donaciones”
La ida a Israel como solución a todos los males
“Entonces lo mandaron a Israel, como es la costumbre, nuestra costumbre. No sé si se manda a Israel todo que no funciona (las hijas que no se casan, los hijos que no tramitan los infiernos) porque ahí lo arreglan o para que se note menos, porque a la distancia se pueden inventar versiones mejores para los vecinos; debe ser algo de las dos cosas, la esperanza de lo primero”…
...”De entre las tres soy la que más se peleó con todo lo que era nuestra familia y con lo que quedaba de mi papá. No voy templo ni en Kippur. Cuando cumple años un tío un primo casi que ya no me invitan, sabiendo que voy a ir. Crece la mitología sobre mí: es como si os me tuvieran miedo. Cuando mi tío de Canadá a Buenos Aires toca el timbre sin avisar odas las casas, menos en la mía”
Relación con abuelos
Mis abuelos tienen una carpeta de recortes con las cosas que escribo en diarios y revistas. No voy a verlos casi nunca. Me da culpa, muchísima, pero no sé qué hacer cuando voy. Es el tipo de cosa de la que se encargaban mis hermanas, de los viejos y las relaciones en las que no se sabe qué decir. Lo que más culpa me da es que me la paso escribiendo sobre ellos, sobre sus casas y sus cosas. Lo de la carpeta de recortes también me da un poco de culpa, pero más me da risa: cuando me fui a vivir al departamento que había sido de ellos sobre Corrientes les tiré infinitas carpetas por el estilo que habían dejado al mudarse. Les dije que las había guardado en la baulera pero en la baulera solo alcancé a poner la mitad de los papeles que encontré. ¿Llegaré a tirar esta carpeta también? ¿O lo harán mis hijes?”
Palabras políticamente incorrectas
Tamara Tenembaum se vanagloria de su feminismo y hace uso del lenguje inclusivo al hablar de sus “hijes”. Este es un tema del cual prefiero no opinar. Sin embargo, utiliza palabras poco felices como shikse y goym. Puede obviarlas, pero no lo hace. Hay un especial cuidado en la selección de las palabras porque tienen que ver con sus recuerdos de infancia.
¿Por qué se siente hermanada con los hijos de desaparecidos? Porque ella no recuerda a su padre, y por los motivos que sea no ha querido vincularse a las asociaciones de familiares en AMIA. Mi teoría es que un tema que la acerca a la corrección política de la que se hace alarde siempre que puede.
Comparación entre “My unorthodox life” y nuestro libro
¿Se puede comparar con “My unorthodox life”? En algún punto, se trata de dos mujeres que abandonaron la ortodoxia.
La primera diferencia es que la serie de Netflix es un reality y en este libro la autora cuenta su historia sin moraleja. Son sus vivencias, sus recuerdos que le dan sustento a una serie de textos que forman esta novela, que no tiene una historia lineal.
La serie de Netflix intenta decir que si dejas la ortodoxia, el mundo te ofrecerá satisfacción sexual garantizada y una vida con glamour.