Hace pocas semanas se cumplió, según el calendario gregoriano, el primer año del fallecimiento de la muy querida Jana Levin, recordada siempre como “la morá Jana”, la maestra, docente, educadora que dejó impronta. Se fue prematuramente, cuando tenía aún mucho que dar de sí a su familia, a la comunidad y la educación judía en general.
En su memoria, volvemos a publicar parte de la nota que escribimos cuando su desaparición física:
Aún nos parece ilógico escribir esto, poner en una misma frase el concepto de la muerte y el recuerdo de Jana, siempre con aquella sonrisa amplia, con su calidez humana y su cercanía. Si parecía enamorada de la vida --¿cómo puede ser que ya no esté? . Pero no todo es justo en este mundo.
Para su familia, va la peor parte en esta situación, como es natural. A su esposo Abraham, a sus hijos, nietos y el resto de sus seres queridos, vaya nuestro sincero pésame y deseo que no sepan más de dolor.
La pérdida es también de la colectividad judía uruguaya toda, y nos atrevemos a decir, del pueblo judío. La sapiencia de Jana en temas judaicos, lo vasto de sus conocimientos de Tanaj y su capacidad de transmitir y enseñar con dedicación, dejaron impronta tanto en la Escuela Integral como en el Yavne, en WIZO y distintos marcos en los que dirigió cursos de Biblia de los cuales sus alumnos, así nos cuentan, no sólo recibían información, sino amor por el tema.
Engalanó repetidamente las páginas de Semanario Hebreo con sus interesantes y variados artículos. Afortunadamente se lo agradecimos en viva. Volvemos a hacerlo ahora, cuando físicamente ya no está.
En su memoria, iremos reproduciendo artículos con los que nos enriqueció.