En el momento de escribir estas líneas, miércoles 21 de abril al mediodía en Israel, aún no se sabe cuándo parten en camino a Uruguay los equipos de CTI donados por el Centro Médico Sheba. Pero nos recalcan desde el hospital que no se trata de ningún tipo de obstáculo que esté reteniendo la donación, sino solamente una cuestión de tiempos de vuelos y turno disponible para enviar el cargamento, que hace ya días fue entregado pronto por el Sheba. Cabe recordar que actualmente, a pesar de la mejora en la pandemia, la cantidad de vuelos es mucho menor que en tiempos normales.
Una de las particularidades de la donación en cuestión-de equipos para Cuidados Intensivos en hospitales uruguayos- es la forma en que se gestó. Una persona que justamente no viene de la medicina, Enrique Cadenas, fue quien al parecer tuvo la idea original de averiguar si dado que Israel está desarmando los CTIs por la mejora de los números de la pandemia en el país, podrá ayudar en algo a Uruguay. Se comunicó con el Dr. Roberto Canessa, quien desde ese momento jugó un rol protagónico, comunicándose con unas personas de la colectividad judía uruguaya que tienen buenos contactos en Israel y más que nada, muchas ganas de ayudar a Uruguay.
Desde Montevideo se contactaron directamente con Amit Gutkind, Director de Seguridad y Calidad en el Sheba y dentro de muy poco también miembro formal de su Directorio, quien además de su experiencia profesional, es hijo de uruguayos, por lo cual también por allí se agregó corazón.
Claro está que fueron claves también el Embajador de Israel en Uruguay Yoed Magen, el Embajador de Uruguay en Israel Bernardo Greiver, el Ministro de Salud Pública Dr. Daniel Salinas-que envió una solicitud formal al Sheba- y la autorización final del Ministerio de Salud Pública de Israel, sin la cual no se puede sacar equipos médicos delicados del país, por más que se trate de un proyecto independiente del Sheba.
Nos comunicamos con quienes, desde la colectividad, pusieron a disposición no sólo sus contactos y energía, sino especialmente su buena voluntad, así como su disposición a correr con los gastos del flete del equipo, aún sin saber originalmente a cuánto ascendería. En la financiación del flete apoyaron también otros uruguayos, no de la colectividad.
Ninguna de estas personas quiere ser citada con nombre y apellido. Nos permiten sólo mencionar que se trata de personas que estudiaron y vivieron en Israel y que ahora, aprovechando los contactos que tienen desde entonces, tienen buenas herramientas para tratar de impulsar iniciativas concretas que puedan aportar. Está claro que tienen más ideas en la cabeza e intención de ver cómo traducirlas en iniciativas concretas.
”La mitzvá (precepto, obra de bien) vale el doble si es en forma anónima”, nos dijo uno de ellos en respuesta a nuestra solicitud de publicar sus nombres. Y cada uno alegaba que los otros habían hecho más, con típica y auténtica modestia. Estos uruguayos miembros de la colectividad judía fueron una pieza central en el esfuerzo por concretar la donación, coordinando los contactos tanto con el ya mencionado Amit Gutkind como con Yosef Bar-Magen, Director del Sheba para América Latina, en una continua ida y venida de llamadas, mensajes y correos electrónicos, que ya entraban en detalles concretos sobre qué sería de especial ayuda en estos momentos para Uruguay.
“Básicamente nuestro rol fue empujar para que las cosas pasen y sacar cualquier obstáculo de camino”, nos comentó uno de ellos. Sobre las múltiples piezas del rompecabezas, agregó: “Cuando se tiene un objetivo fuerte en común, que en este caso era ayudar en la crisis sanitaria, es fácil trabajar en equipo”.
Lo principal, su resumen: “Esto fue super lindo y emocionante, poder ayudar al Uruguay en un momento difícil. Que esa ayuda venga de Israel nos llena de orgullo y si podemos desde nuestro lugar reforzar los lazos de amistad desde siempre entre los dos países, ¡mejor!. Es de lo más lindo que me ha pasado”.