Por la Escr. Esther Mostovich de Cukierman
Desde el 2018, IWO Buenos Aires está dando clases de idish para la Kehila de Montevideo y desde el año pasado ¡son por zoom! Las clases 2021 comienzan en Abril , con el Prof. Lucas Fiszman. Pueden informarse en la Kehila o en el e.mail davisc11300@yahoo.com
Hablan los alumnos
De la Prof. Rita Vinocur
Directora - Museo de la Shoá de Uruguay
Comencé las clases de idish del IWO en Montevideo en abril del 2020, de manera inocente, sin pensar en todo lo que surgiría después.
Inimaginable.
Se iban a llevar a cabo en un horario que me servía ( había posibilidades en la mañana y en la tarde) y por zoom -lo cual también me era muy útil, porque hacerlas con la facilidad de estar en mi hogar es fantástico. No pierdo tiempo en trasladarme ni en volver. Además poder grabar las clases desde el zoom es una gran herramienta educativa que muchos utilizaron escuchando las clases nuevamente cuando lo deseaban. Desde ya muy agradecida a Esther Cukierman quien es la artífice principal de este proyecto maravilloso
Era una oportunidad. Tenía que lanzarme. Veía que por mi trabajo no iba a poder apoyar al curso con tarea domiciliaria ni con estudio, pero me lancé igual. Y oh, sorpresa, todo lo que ocurrió, solo por asistir a clase fue totalmente maravilloso.
Y lo que me ocurrió seguro le puede pasar a mucha gente.
Comenzaron los recuerdos de las palabras que decían mis padres a aflorar y ¡empecé a hablar! Muchas dificultades para leer y escribir porque no fui a escuela judía, salvo dos años ya de grande donde estudié algo de hebreo.
Las clases de idish me transportaron al mundo de mi niñez, de mi adolescencia, de mi juventud porque mis padres Álberto Vinocur (Z"L) y Ana Benkel de Vinocur (Z"L) hablaban idish muchas veces entre ellos y en español también por supuesto. Idish con expresiones jocosas, un idish simple con significados imposibles de traducir, el idish de la ciudad de Lodz de mi madre. También escuchaba a mi tío Enrique Benkel (Z"L). Yo respondía inexorablemente en español en esos tiempos. Entonces encontrarme a mí misma hablando en idish, con errores y dificultades pero comunicándome, es algo ¡increíble! Me sorprende tanto, no sabía que todo lo que había escuchado estaba durmiendo en mí, esperando brotar, teñido de colores, de sonrisas, de alegrías, de tristezas, de sabores, de expresiones, de miradas, es un mundo entero, una vida que se despertó y que estaba dormida en mí, aguardando un incentivo. Es un gran homenaje a mi familia y eso me emociona inmensamente.
Es imposible sentirlo si el docente no es motivador, si no ama lo que hace, si no se la juega por sus alumnos. Puesto que todo esto no puede nacer solo. Como una semilla que necesita de sol, de agua y cuidados así es Lucas nuestro Lerer, nuestro maestro y es absolutamente unánime el cariño que todos le tenemos, y el respeto, por el increíble docente que es. Lo digo con conocimiento de causa porque soy docente y veo como ama su profesión, anhela que cada uno aprenda, nos incentiva y se dedica con amor.
Es una experiencia mágica.
De Mónica Barszcz Warzaguer
Las clases son ágiles, llenas de contenido, reglas gramaticales, vocabulario, no dejando de lado el humor. Lucas está muy atento a nuestras inquietudes, al punto que nos mira las caras “Tenés cara de estar trancado/a, te lo explico de nuevo”. Y así, entre risas y conversaciones sin palabras, compartimos el espacio de los martes aprendiendo idish.
En lo estrictamente personal ,escuchar y leer idish me despertó imágenes, escenas de mi vida de pequeña, aromas a comida, conversaciones de mi mamá con los abuelos. Me di cuenta que el idish no es solamente un idioma, para mi familia y para mi. Es una cultura, una forma de vida.
La experiencia de aprender Idish en grupos zoom fue para mi como estar en un salón, no noté la diferencia con la presencialidad, Lucas lo hizo super ameno. Además, el hecho de tener después las clases grabadas en YouTube, me facilitó a la hora de repasar y hacer la tarea para el siguiente encuentro. Aprendí, me reí, conocí a hablantes de idish, y gratamente me cercioré que el idish sigue más vivo que nunca.