Primera de dos partes
La historia y la vida de la colectividad judía uruguaya se nutre de los aportes de sus distintas comunidades e instituciones. Un lugar destacado lo ocupa por cierto la Comunidad Sefaradí. Y mirando desde el plano interno a la sociedad toda, está-entre otros- el valioso trabajo de la Confraternidad Judeo Cristiana del Uruguay. Es precisamente a estos dos marcos que asociamos siempre en nuestra memoria comunitaria a Rafael Hodara.
Fue un placer conversar con él.
P: Rafael, te asocio siempre con la Comunidad Sefaradí y con la Confraternidad Judeo- Cristiana del Uruguay, aunque tengo claro que esos marcos no fueron los únicos en los que has activado, pero me gustaría comenzar esta entrevista preguntándote ¿cuándo y dónde naciste, y cómo era tu hogar en la niñez?
R: No he nacido en cuna de oro, ni siquiera en un sanatorio. Mi madre me trajo al mundo el día 13 de febrero de 1944, ayudada por una conocida partera del vecindario. Fue en el dormitorio de una modesta casa ubicada en la parte trasera de un pequeño salón, donde mi padre tenía una tienda de barrio, en la esquina de las calles Comodoro Coe y Chacabuco, (Parque Batlle cerca de Buceo), barrio en el que sólo había dos o tres familias judías. Lo gracioso era que estas familias también tenían el mismo tipo de negocio, así que no teníamos relación alguna. (risas)
P: Cada uno tenía que cuidar sus intereses…
R: Así es. Te diré que debido a la situación económica familiar, era impensable que me enviaran a un colegio privado judío, por lo tanto no pude aprender tradición judía, el idioma hebreo y ni siquiera pude hacer mi Bar Mitzvah.
Mi única relación con el judaísmo fue el ver a mi padre con un Sidur, rezando y cantando las berajots (oraciones). Él tenía una voz excelente, y una atrayente tonada sefardí, pero salvo la narración de Pesaj, no nos supo explicar sobre el significado de las demás festividades, ni todo lo relativo a la tradición judía.
Mi niñez transcurrió entonces con muy poco judaísmo. Sin embargo no puedo dejar de recordar el ayuno obligatorio de Iom Kipur, el interminable Seder de Pesaj, y la solemnidad de mi padre para recibir el Shabat. Los viernes a primeras horas de la tarde se afeitaba y luego de bañarse, vestía con camisa blanca de manga larga. Recién volvía a afeitarse pasado el Shabat. En casa no se comía nada que tuviera algo de cerdo, y si había pollo debía ser casher.
Esa fue toda mi relación con el judaísmo en mi niñez. …., no en vano se dice, lo importante que es el ejemplo en el hogar para que se mantenga la tradición.
P: Yo no diría que era poco lo que recibiste…esa descripción de la llegada del Shabat , es hermosa. Rafa, ¿de dónde llegaron tus padres?
R: Mi padre -Jaime Hodara Abulafia – nació en Esmirna y fue el único de los 7 hermanos que emigró de Turquía. Cuando llegó a Uruguay, ya estaban sus 5 primos de apellido materno quienes muy afectivamente lo integraron como un hermano más. Entonces, junto a los cónyuges e hijos de cada uno de ellos, formábamos un tremendo familión con muchas ganas de estar juntos y pasar momentos muy agradables.
Mi madre- Julia Masliah Israel - era de nacionalidad argentina, pero de padres sefaraditas. Siendo una niña quedó huérfana de madre y no pudo terminar primaria, igual que mi padre, por quedar huérfano de padre en su niñez.
P: ¿Cómo te fuiste acercando a la vida judía en el sentido de contactos comunitarios o sociales con correligionarios? Lo de la tradición en casa, ya quedó muy claro.
R: Para llegar a ello te cuento primero que cursé hasta tercer año en la escuela pública Manuel Belgrano Nº 120, a una cuadra de donde nací. El nivel era tan bajo, que cuando cambié de escuela, solo me aceptaban si repetía ese año.
El cambio de escuela fue gracias a una tía abuela llamada Sara Masliah de Cuenca (Z”L), quién fue una gran ayuda para nuestra familia en todo sentido. Ella permitió darnos la dirección de su domicilio en Pocitos para poder ingresar a la escuela Brasil o Barón de Rio Branco. Los que iban a esa escuela pasaban directamente al liceo Joaquín Suarez, y allí hice mis primeros amigos judíos, amigos que siguen siendo hasta el día de hoy.
En ese entonces, tenía entre 12 y 13 años, y estos nuevos amigos me invitaron a ser parte de un Grupo Juvenil de la B´nai B´rith en la calle Canelones. No olvidemos que esta institución fue fundada por integrantes de la Comunidad Sefaradí del Uruguay, por lo tanto la mayoría de los jóvenes eran de origen sefaradí. El grupo tenía como finalidad la formación de parejas jóvenes y futuros matrimonios judíos, por lo tanto primaba la relación social. Había poco compromiso con la religión o con el sionismo, muy diferente a otras instituciones de la época, donde primaba lo intelectual, la política, la información sobre el flamante Estado de Israel y su conflicto con los países árabes vecinos. Aún así, los mayores se ocuparon que recibiéramos excelentes exposiciones del Profesor Nelson Pilosof, del Dr. Jacobo Hazán, (ellos, de bendita memoria) y algunos otros intelectuales de la época. Pero lo más importante fue, que de ese grupo nacieron cantidad de matrimonios judíos.
P: Y ese mismo marco, fue evolucionando…
R: Años más tarde el grupo llegó a ser muy numeroso y creamos por primera vez un Capítulo Juvenil llamado “Uruguay “ con todo el Ritual correspondiente, y del cual fui el segundo Presidente. Por tener ese cargo formé parte de la Comisión Directiva de la B´nai Brith junto a los demás presidentes adultos de las otras filiales, y la presidenta del muy activo Capítulo Femenino. Liderando ese grupo, organicé mi primera experiencia en ayuda social.
P: Una dimensión clara de la actividad de B´nai B´rith.
R: Así es. Esa primera experiencia fue en el Hospital Pereira Rossell , donde pudimos ingresar y hablar con cada una de las madres internadas. . Le regalábamos un ajuar para el recién nacido o para el que iba a nacer, y le explicábamos la misión y visión de la Institución judía que representábamos. Fue una época maravillosa. Yo tenía entonces 17 años.
La familia
P: ¿Y qué me podés contar sobre la familia que formaste?
R: En ese grupo tuve muchas noviecitas, pero no podía pensar en nada serio porque estudiaba y trabajaba con un sueldo que solo me daba para comprar alguna “pilcha”. Cuando abandoné la carrera de Ciencias Económicas y me puse a trabajar en forma independiente, recién allí me llegó la hora. Fue en Punta del Este en el verano de 1971 donde conocí a Susi, mi actual y única esposa; Susana Friedmann , argentina, de padres judíos húngaros. Nos casamos al verano siguiente de conocernos, yo cumplía 28 años y ella 18. O sea que el año próximo cumpliremos 50 años de casados.
P: ¡Qué lindo Rafael! ¡Enhorabuena!
R: Muchas gracias. TE cuento que tenemos 3 hijos: Diego(48), Roberto(46) y Paola(45) , quienes después de estudiar en el colegio ARIEL, todos llegaron a tener títulos universitarios. Diego (arquitecto), Roberto (cardiólogo), y Paola (licenciada en diseño gráfico). Diego y Roberto emigraron a USA hace unos 18 años . Éstos tres hermosos hijos nos regalaron 5 nietos maravillosos: Sebastián (15), Verónica (13), Yael (12), Alan (10) y Olivia (5). Sin duda estoy muy satisfecho de haber agregado mas eslabones a esta gran cadena que han construido nuestros ancestros, porque tanto mis hijos como mis nietos están muy orgullosos de su judaísmo y lo llevan dentro en forma muy responsable, ya sea en lo espiritual como en lo sionista.
El activismo comunitario
P: En base a lo que me has contado, no puedo dejar de preguntar si tu condición de dirigente comunitario nace en la B´nai B´rith, o ya vino de la generación de tus mayores?
R: Confieso que de joven he motivado a otros al trabajo voluntario, y a abrazar los ideales de la Organización. Me sentía muy orgulloso de ser un B´nai B´rith. Pero pienso que la condición de dirigente nació por admirar el trabajo comunitario de los padres de mis amigos que a diferencia del mío, solo era un excelente jazán voluntario. Por ejemplo, he vivido días enteros, en casa de la familia Erdman. Yo estudiaba con Michel (Miki) Erdman (Z”L), (uno de los tres hermanos de Shimshon, el médico, que vive en Israel, al que entrevistaste hace poco) . Éramos compañeros de estudios pero amigos y vecinos. Su padre Iche Erdman , fue para mí, marco de imitación por su trabajo en la Kehilá, lo mismo que Ricardo Sassón en la Comunidad Sefaradí, y el Dr. Jacobo Hazán en la Confraternidad Judeo-Cristiana, todos ellos de bendita memoria.
Don Isaac (Iche) Erdman tenía muchas vinculaciones y se preocupó por conseguirme trabajo. Primero en una empresa que se llamó SABRA S.A. y luego en el Banco Panamericano , donde hace 57 años atrás conocí a dos de tus entrevistados, Saúl Givich, y Chiche Zivov, a quienes admiro y aprecio.
La entrevista a Shimshon Erdman como te supondrás, me conmovió profundamente, porque he vivido de cerca, todo lo bueno y todo lo triste de esa familia.
P: Y hubo allí realmente una gran tragedia cuando el hijo murió en aquel barco. Iche y su esposa se encargaron de sus nietos.
R: Así es.
Estudios y trabajo
P: ¿Qué estudiaste Rafa?
R: La verdad, nunca fui un buen estudiante, y salvo en dibujo, nunca tuve notas excelentes. Me costaba mucho estudiar. Pensé que era falta de capacidad y abandoné los estudios antes de ingresar a tercer año de Facultad. Con el tiempo me vine a enterar que la causa de mi dificultad era, (y es actualmente), el tener una dislexia galopante. La dislexia es una mochila que cargo desde la niñez y produce trastornos en el aprendizaje ya que no me permite leer con facilidad y menos aún aprender idiomas. Por supuesto que me vine a enterar de esto cuando a mi hijo Diego le diagnosticaron “ Dislexia”. A Diego lo tratamos muy jovencito y lo superó rápidamente.. Yo no tuve esa suerte…, cuando me enteré, ya no tenía nada de jovencito . Me sigue costando leer, invierto las palabras y tengo que ir para atrás para entender lo leído. Aún así, con mucho esfuerzo y dedicación, he escrito yo mismo todos mis discursos. Isaac Gliksberg no me deja mentir. Siempre tuvo la delicadeza de llamarme por teléfono para felicitarme, y publicar gran parte de mis discursos en Semanario Hebreo, en la edición impresa.
P: Así es. Y se publica sólo lo que vale la pena.
R: Muchas gracias Ana.
Liderazgo comunitario
P: Comenzaste de hecho con actividad comunitaria, entonces, de joven. ¿Pero seguiste de corrido?
R: La verdad que no. Interrumpí durante 15 años. Después de casado trabajé mucho para consolidar mi familia, por lo tanto estuve totalmente alejado de la actividad comunitaria. Pero cuando mi hijo mayor cumplió su Bar Mitzvah , me di cuenta que él, con 13 años, sabía más que yo sobre judaísmo , entonces tomé clases con su moré Aaron Ribco en la sinagoga de la calle Alarcón. Allí conocí a Rita Vinocur y otros, que sabían mucho más que yo.
En ese entonces yo ya había llegado a los 40 años y fui invitado junto a mi esposa Susi a formar parte de la Filial MonteScopus de la B´nai B´rith. En esa Filial pasamos muy bien a nivel social y también aprendí mucho. En especial aprendí mucho de mi querido amigo Mauricio Zolkwer (Z”L) quien sin ser fanático religioso, sabía más de Torá que muchos Rabinos. Al tiempo fui Presidente de esa Filial y además a nivel de B´nai B´rith Uruguay me honraron con un reconocimiento por trabajar en el crecimiento de la Institución. Gracias a las viejas amistades de aquel grupo juvenil y otras, pude hacer ingresar nuevos hermanos y crear 3 filiales en poco tiempo: Las filiales Shalom y Massada que llegaron a ser de las más activas. También, otra Filial de jóvenes que se llamó Edgard, pero duró apenas unos cuatro años.
De a poco me fui involucrando y en la Presidencia de Jacobo Wolkowicz, me nombraron Vice. Fue así que fui sumando experiencias de liderazgo.
Más tarde el Dr. Jacobo Hazán insistió que formara parte de una comisión que él había creado, y la lideraba con mucha vitalidad. Era la Comisión de Asuntos Inter-religiosos de BBU, comisión que de alguna manera trataba de formarnos para derribar mitos y tender puentes con nuestros hermanos cristianos. Después de su fallecimiento, terminé siendo Presidente de esa comisión.
Un trabajo voluntario, en pro de la comunidad
P: El trabajo comunitario lleva tiempo y evidentemente, es voluntario. De fondo, tiene que haber ganas de aportar. ¿Cómo lo viviste tú?
R: Sucedió que en mayo de 1999, habiendo cumplido los 55 años, pasé por una situación límite (derrame intestinal y posterior neumonía) que me llevó a pensar la vida en forma diferente. Sentí la necesidad hacer “mitzvotzh”, de agradecer y devolver todo lo que había recibido y así fue que dediqué menos tiempo a la parte laboral y casi “full time“ a la actividad comunitaria la cual duró en forma continua por más de 16 años.
P: Más de tres lustros…así que tendrás mucho para contar.
R: Muchísimo . En estos tiempos de pandemia estuve revolviendo mis carpetas y es impresionante la cantidad de material, fotos, discursos, documentos, entrevistas con fechas exactas que me llevan a recordar jugosas anécdotas que dan para escribir páginas enteras sobre estos años de actividad comunitaria, ya sea en Comunidad Sefaradí, en Fesela, B´nai B´rith o Confraternidad Judeo Cristiana.

P: ¿Y en cuál de estos distintos marcos ubicarías tu principal hogar comunitario?
R: No puedo decir que una me importe más que otra. Es como querer más, a un hijo que a otro. A todas las llevo por igual en mi corazón. Las actividades sí, pueden diferenciarse en importancia, aunque resumirlas es algo que se me hace muy difícil.
Orgullo Sefaradí
P: ¿Que es ser sefaradí? ¿Tradiciones, memorias sabores, aromas?
R: Lo último que preguntas es cierto. Los Sefaraditas somos muy sensibles al aroma, y al sabor de nuestras comidas, a nuestro lenguaje, (el yudesmo o Judeo- español), a nuestros refranes, dichos y bendiciones.
Nos conmueve el canto de nuestro Jazan Santos Sabah, y nos moviliza hasta lo más profundo de nuestro ser, cuando escuchamos a su hija Sarita, cantar las coplas, las cantigas, y los romanceros. También nos conmueve profundamente cuando miramos nuestro Templo que nos asocia a un sinfín de recuerdos.
P: Mucho orgullo de por medio.
R: Claro. Lo que decía antes, es sólo un sentimiento . El orgullo viene de mucho más atrás. Son valores que nos unen, y a su vez nos diferencia del resto de otras comunidades e instituciones judías.
Nosotros somos orgullosos de nuestra condición sefaradí, porque llevamos el recuerdo de esos maravillosos 14 Siglos de historia en España.
Allí fuimos grandes comerciantes médicos, filósofos, astrónomos, financistas, talmudistas, cabalistas…. Allí nacieron Maimónides, Najmanides, Ibn Gabirol, Yehuda Halevy, Isaac Abrabanel y muchos otros. Toda esta historia es la que nos llena de orgullo y tan importante es esta historia, que hoy, el gobierno español además de reconocer nuestra nacionalidad, ha dispuesto recursos especiales para reflotar la cultura sefaradí.
Pero a mi entender, ser sefaradi es ante todo, compromiso con nuestros ancestros, ya que antes de ser aplicado el Edicto de Expulsión se les dio 4 meses para que puedan optar: quedarse allí con todos sus logros, con todos sus bienes siempre y cuando se bautizaran y aceptaran el cristianismo, o de lo contrario, dejar todo e ir al exilio. Y de allí nuestra responsabilidad, nuestro compromiso. Nosotros estamos aquí hoy, porque ellos, heroicamente optaron por seguir siendo judíos.
(Publicaremos por separado la segunda parte: Anecdotario comunitario de Rafael Hodara)