En el Día del Periodista, compartimos nuevamente esta entrevista con una querida colega y amiga personal
Aunque Blanca Rodríguez no precisa realmente presentación en Uruguay, contaremos que además de ser la conductora de la Edición Central del Noticiero “Subrayado” en Canal 10-lo cual todo el mundo sabe-, conduce dirige el programa periodístico “Más temprano que tarde” en radio El Espectador 810 am.
Realizó varios ciclos periodísticos de entrevistas en Canal 10. Publicó los libros: “Confidencias” (2000), “El Correo del General” (2004), “Ministras” (2010), “Memorias de piel”( 2018). Y es Profesora de Literatura egresada del IPA.
P: Blanca, aunque esta entrevista es sobre tu vida como periodista, sobre el camino que has recorrido, sin precedentes en algunos aspectos, no puedo dejar de recordar que la publicamos en el marco del Día Internacional de la Mujer. Tú has participado como periodista y como ciudadana en marchas dedicadas a la fecha y sé que este día es para ti muy importante. ¿Qué quisiera comentar al respecto?
R: Cada año, frente a la conmemoración del Día internacional de la Mujer, las mujeres pensamos enmil maneras de hacer sentir la desigualdad que se da en todos los ámbitos. En el familiar, ya que las mujeres son en general las que se hacen cargo de los cuidados. En el académico , en el que mueres que son brillantes profesionales se estancan en los grados medios porque hay cuellos de botella que les impiden llegar a los más alto. En el laboral, por diferencias salariales, por un castigo disfrazado a la maternidad, y mucho más. Pero cada vz que tengo que dar la noticia de un “femicidio”, casi me parece una sofisticación pedir igualdad. Cuando hay que pedir que no maten a las mujeres porque son propiedad de nadie. Es un primitivismo esta situación que te hace sentir una sensación de fracaso imponente. Te hace notar el doble discurso de la sociedad que condena lo que permite. Y que hay que empezar mucho más atrás y mucho más abajo, sin perder todo lo obtenido.
Un camino de constante avance
P: Sos la primera mujer en Uruguay que condujo sola un informativo, concretamente Subrayado en el Canal 10.¿De dónde viene el amor por el periodismo? ¿Qué había en la casa de los Rodríguez para hacer pensar que de ahí saldría una periodista destacada?
R: Había muchas inquietudes, mucha discusión política, mis padres siempre estuvieron muy informados. Mi padre siempre tuvo vocación por el conocimiento, por saber, por leer, porque sus hijas tuvieran formación terciaria. En mi casa ése era un tema innegociable: el tema de tener que estudiar y terminar en los plazos que estaban establecidos. Yo tengo una hermana que me lleva 11 años y me acuerdo de las conversaciones de mi padre y ella de política -yo era chica-, tanto nacional como internacional. Yo jugaba a ser periodista y recuerdo que cuando tenía unos 10 años me fabricaba unos auriculares y decía “Adelante fulanito”, imitando a un noticiero de la época que miraba en a veces en la casa de una vecina, cuando presentaban al corresponsal.
P: ¿Qué lugar ocupaba la televisión en tu casa?
R: La verdad es que durante mucho tiempo no tuvimos televisión. Yo tenía compañeros que hablaban de cosas de las que yo no tenía ni la más mínima idea y después supe que eran teleteatros, dibujitos… Cuando a veces pienso el espacio que ocupan hoy los aparatos en la vida de las personas: la computadora, la televisión… pienso el mundo de libertad que nosotros teníamos, porque era salir a la vereda a lo que te deparaba la vida, a encontrarte con tus amigos cada noche, un juego cada tarde. Digo noche porque, no sé por qué pero me acuerdo que nosotras jugábamos hasta tardísimo afuera con mi hermana sin ningún riesgo ni temor. Vivía en la calle Carlos Nery en Jardines de Hipódromo. A veces nos llamaban a cenar y estábamos corriendo, jugando en el barrio, en un barrio donde había gallegos, italianos, polacos, gente de distintas religiones… y me acuerdo de visitar casas donde hablaban lenguas diferentes. Y yo me entendía con todas las abuelas.
P: Y se podía disfrutar , sin necesidad de una pantalla.
R: Sin duda.Cuando no teníamos televisión, nuestro mundo estuvo más bien poblado por muchas historias que venían del otro lado del Atlántico. . Era automático que a la nochecita, a la hora de la cena o en las reuniones familiares, siempre llegaban los cuentos del pueblo, de las aldeas, de donde provenían mi padre y mi madre, de La Coruña. Era tan fuerte eso que cuando fui a España y fui a la aldea de mi madre pude recorrer casa por casa identificando, para sorpresa e impacto de mi familia y de mis tíos y primos que viven allá, quién vivía en cada casa a raíz de los cuentos y las historias que había escuchado desde niña en mi hogar.
Esfuerzo y oportunidades en el camino
P: Además de la capacidad¿te parece que hay que tener suerte para llegar a un lugar destacado?
R: Hubo oportunidades y estuve en los lugares donde esas oportunidades surgieron y sí tuve claro la forma de no dejarlas pasar. Creo que siempre me propuse objetivos para lograr crecer y lograr cosas desde el punto de vista profesional. Es aquello de que las oportunidades estuvieron, pero yo no decaí un instante en el esfuerzo. Creo que realmente sin esfuerzo es muy difícil pero yo todo lo que he logrado se lo debo a mis padres y a esa convicción de que lo mejor que uno puede hacer es mejorar cada día, es estudiar, es trabajar. Papá siempre decía: “Todo sale de nuestra espalda”, entonces el trabajo, el esfuerzo y la disciplina creo que son un poco la base de mis logros. Y también la familia, que es como el trampolín del cual vos saltás y al cual vos volvés cada día, eso también creo que ha sido clave. Después en el mundo de la comunicación recuerdo haber entrado como productora en la televisión integrando equipos de investigación para Ángel María Luna, que hacía un programa que se llamaba “Testimonios”…
Participé en ese ciclo maravilloso en los años 1986 y 1987, ingresando con una investigación sobre una imagen nueva de la ciudad de Montevideo a la salida de la dictadura, que eran los carritos de recolectores de residuos. Hice una investigación sobre ese tema aprovechando un poco mis contactos con el Padre Cacho, que era un sacerdote que vivía en la zona de los cantegriles. Yo tengo formación cristiana católica, me vinculé en el colegio con él que era catequista. Y bueno, a raíz de ese contacto le propuse que me dejara indagar un poco en esa realidad dramática y ahí salió una serie de programas. Después en 1988 es que me proponen hacer una suplencia de 10 días en el noticiero,pero yo daba clases de noche y a su vez estaba tomando clases en unos posgrados. Pero al final acepté. Y esa suplencia de 10 días se han convertido en ya más de 30 años.
P: ¿Y ahora pensás cómo en algún momento pensaste que esto no era para ti?
R: Claro, y me acuerdo de haberlo hablado con mi papá y con amigos y decía: “Ojalá no me lo hubieran ofrecido, yo no quiero tener que decidir”, y mi papá me decía: “Lo que pasa es que decidir es crecer, ¿vos no querés crecer?”, y le contestaba: “¿Cómo no voy a querer crecer?, lo que pasa es que esto es demasiado, me parece demasiada responsabilidad”. Ingresé en el noticiero primero en el staff de informativistas, como una más de la gente que hacía de todo, y después en 1989 se perfila la idea de las autoridades del canal, supongo, de generar la pareja de conductores, que era un poco lo que estaba pasando en el resto del mundo, que haya dos personas que conduzcan.
P: ¿En Uruguay era único el formato?
R: Sí, en Uruguay no existía ese formato. Existía el formato con un conductor varón y varios periodistas y eventualmente alguna mujer que pudiera presentar algo. Generalmente las mujeres daban la lotería, el pronóstico del tiempo y la cotización de la moneda, eso era todo tuyo seguro, pero la mujer no existía en información política, entrevistas en vivo, móviles en vivo, información económica…
La mujer en los medios
P: Sin que nadie lo dijera explícitamente vos sentías claramente que la mujer era discriminada en los informativos.
R: Totalmente. Me parece que también para las mujeres ese lugar era visto como imposible, ¿no? Y la verdad que yo tampoco me tomé eso como una batalla personal, yo fui haciendo las cosas que había que hacer y cuando nos proponen desde la dirección del canal la construcción de una pareja, yo ya estaba en el noticiero y me proponen que con Jorge Traverso hagamos las conducción. Ellos hicieron primero un experimento con la transmisión de las elecciones de 1989 a ver cómo funcionábamos juntos. No nos conocíamos con Jorge, él hacía un programa que se llamaba “Hablemos” los sábados al mediodía, pero personalmente nunca habíamos coincidido. Nos conocimos unos días antes de hacer esa transmisión en noviembre de 1989 que creo que fue donde nos probaron. Incluso fue el año en el que gana la elección el doctor Luis Alberto Lacalle y que gana por primera vez la Intendencia (de Montevideo) el Frente Amplio (FA), y logramos que en el estudio se encontraran Tabaré Vázquez y Lacalle. Fue una transmisión que funcionó muy bien. Luego nos proponen ser la pareja que conduce el noticiero a partir de febrero o marzo de 1990.
P: ¿Te sentías pionera?
R: No me daba cuenta en ese momento. Lo viví con mucha responsabilidad y poco a poco todo el mundo me empezó a decir: “Realmente es la primera vez que ocurre algo así”. Yo debo reconocer que las autoridades del canal tomaron un gran riesgo en una sociedad en la que eso no era costumbre, pero también debo decir que mi compañero, Jorge Traverso, fue siempre muy solidario con cada conquista mía. Jorge jamás planteó temas de espacio o de lugar, yo sí los planteaba, yo decía: “¿Cómo es esto que al principio saluda él solo y yo no saludo? Yo quiero saludar a todo el mundo”. ¿Cómo es que hubo una ausencia de mi compañero y yo tuve que hacer todo, móviles en vivo?, lo que no puede pasar ahora es que cuando él retorne retroceda en estas conquistas. Pero es un tema de sentido común eso, es la forma en que los pasos se dan, explicando.
P: ¿Jorge te avalaba todo?
R: Absolutamente, te diría que fue un compañero maravilloso y que yo en buena medida le debo muchos de los logros personales y profesionales porque él también me abrió ese espacio por el que yo peleaba. Peleaba en términos de trabajo, yo lo que hacía era trabajar para que las cosas salieran bien y demostrar, como tenemos que demostrar siempre las mujeres, que somos capaces de todo.
P: Y llegó el momento en que Jorge Traverso plantea su alejamiento del noticiero.
R: Así es. Y ahí el canal me propone que yo haga la conducción. Creo que con eso tomaron un riesgo grande, porque tampoco existía en el Uruguay.
P: El tema no es sólo cómo tú logres hacerlo sino cómo la sociedad lo ve.
R: Exacto, así como en 1990 no existía una mujer en igualdad de condiciones y el canal lo termina proponiendo. Era realmente una co-conducción, donde teníamos los dos el mismo acceso a todo, cuando me proponen a mí les digo: “A ver, yo valoro mucho esto y acepto este riesgo pero tengamos claro que del otro lado también puede haber una sociedad que no esté acostumbrada a que una mujer sea…”, de hecho, no existía así, en ese formato. Y bueno, la verdad también valoro el gesto de mis compañeros y de mis compañeras que ayudan todos los días a que esto salga de esta manera. Creo que también en ese sentido, en el noticiero de Canal 10 sí podemos decir que estamos en un pie de igualdad, porque además a nadie se le ocurre que tenga que estar un hombre en el lugar de… Está el que está, si yo me voy de vacaciones queda una compañera, y si no puede una compañera queda un compañero, no estamos con esos cálculos complicados porque se vivió mucho más naturalmente todo. Entonces yo ahora sí siento una gran responsabilidad desde que estoy sola, realmente, también un gran agradecimiento con el canal, con sus autoridades, con mis compañeros que son el soporte y con la gente que es la que cada día te recibe en su casa, te saluda, te acepta y también además te diría que este es un mundo con muchos más desafíos para los periodistas porque hoy la gente se informa por muchos lados, por las plataformas de las redes sociales y hay que preguntarse cuán creíbles son. Así que creo que . la intermediación de los periodistas va a ser siempre requerida y necesaria, porque es la que le da a la fuente credibilidad y veracidad.
Tener el norte bien claro
P:Cuando librabas esas luchas por los diferentes espacios, ¿sentías sí que estabas librando una lucha que podía ser simbólica para otros?
R: Nunca lo viví en términos de que fuera representativa de otras sino ás bien en términos de una cosa lógica -yo era bastante racional-, profesional. No existe que si vos sos una cirujana mujer no puedas operar sin un cirujano hombre, bueno, eso tiene que correr para todas las profesiones. Creo que también en este caso, a diferencia de otras profesiones, vos te sometés y te exponés a diario al juicio de la gente, que no estaba acostumbrada a eso, por eso también había que demostrarle a esa gente, no solo a tus jefes, a la gente que es la que te aprueba día a día, es a la que había que demostrarle de que una era capaz de hacer con un desempeño razonable esa tarea. Creo que ahí es fundamental no marearse, tener claro la altísima responsabilidad que significa tener un micrófono abierto adelante. Si vos lo usás mal es muy difícil revertir eso. Yo siempre digo que el único capital que tenemos los periodistas, el único capital que yo tengo como profesional es mi credibilidad. A mí me costó mucho construirla, fueron años de trabajo para construirla, de disciplina y de discernimientos éticos permanentes, pero la perdés en un instante también. Entonces, si será clave reflexionar a propósito de lo que se dice o se hace. A mí me decía uno de los dueños del canal que él tenía todos mis “No” guardados en un cajón y que algún día me los iba a poner adelante. Y yo pensaba, de alguna manera, que esos “no” construyeron mi carrera, porque cuando vos estás en un lugar de visibilidad y te va más o menos bien a la gente se le ocurre que vos podés hacer cualquier cosa y que la vas a hacer bien, entonces te ofrecen conducir un show, ir a todos los programas, hacer publicidad, trabajar en una película y a la gente le parece que hay que decir a todo que sí. No, no, todo eso no son oportunidades.
P: ¿Cuáles fueron tus “no”, Blanca?
R: Yo le dije que no a conducir programas o a estar en programas de televisión en los que yo creía que no podía tener un buen desempeño y que iban a conspirar contra la construcción de mi proyecto periodístico, que era trabajar vinculada a las noticias.
P: ¿Programas no informativos o también light que podían socavar tu imagen seria?
R: Programas no informativos… prefiero no calificarlos, pero eran programas que no tenían nada que ver con mi proyecto periodístico personal, y programas en los que yo además no me siento cómoda. Me parece que es fundamental hacer lo que uno sabe hacer y de la mejor manera, yo soy respetuosa de las cosas que hace la gente, ahora, también pido respeto para mis “no” y para lo que yo no quiero hacer. La gente tiene derecho a decirte que no quiere una nota, que no quiere una entrevista, que no quiere ir a tu programa, que no quiere estar, la gente tiene derecho. Yo tengo derecho. Entonces muchas veces dije que no a cosas con las que sentía que no tenía nada que ver y porque además no es cierto que vos hacés bien todo, seguramente si hubiese hecho algunas de esas cosas las hubiera hecho muy mal. Fui siempre muy cuidadosa en eso, creo que hay una cantidad de tentaciones cuando estás en esto, tentaciones en una buena, de ofrecimientos de estar en lugares de visibilidad. Creo que es fundamental no marearse.
Creo que de alguna manera el balance que yo hago de todo este tiempo en ese sentido es que he sido una afortunada, he tenido muchas posibilidades de crecimiento y las he aprovechado todas.
Maquillaje, sólo en pantalla
P: Una pregunta sobre algo que evidentemente no es lo profundo ni central, pero que creo interesante mencionar. El televidente te ve en la pantalla bien arreglada siempre, pero en la vida diaria raramente estás maquillada.
R: Sí, es cierto. No me maquillo nunca. Solo me maquillan para salir en la televisión y la verdad es que todavía no aprendí a maquillarme, puedo hacer un desastre si me maquillo yo. Te cuento que cuando entré a esta mundo del periodismo en televisión, me preguntaba cómo haré para estar todos los días impecable. Yo era medio hippie… Entonces el tema de tener el pelo arreglado, de usar tacos, esas cosas no estaban en mi horizonte, ni están, entonces yo ando por la vida así como me ves y cuando llega el momento hay que hacer lo que hay que hacer. El horario de maquillarse y de peinarse integra el horario laboral, porque tiene que ver con ese trabajo, y yo le agregaría al horario laboral algo que sufro cada noche de mi vida: quitarme el maquillaje. Pero eso también ayuda un poco al anonimato, creo que hay también un tema de actitud: cuando vas por la calle mirando para que te miren es fija que te van a ver; si vos vas por la calle haciendo la tuya pasás mucho más desapercibida y además es cierto que de alguna manera la televisión te transforma un poco. Yo trato de que no, incluso con mis hijos cuando salimos, para que tampoco para ellos esto sea vivido como una carga porque no les gusta demasiado que sean identificados como los “hijos de”. De hecho, ellos quieren ganarse lo que se ganan, su espacio, su lugar, su universo por quienes son ellos, entonces no lo viven bien cuando les dicen: “Ah, pero vos sos hijo de…”. Por suerte mi apellido es bastante común y es el segundo porque tienen el apellido del papá. A ellos les gusta lo que yo hago, lo aprecian, me lo comentan, lo celebran, les da orgullo muchas veces, a veces me cuestionan, pero no quieren verse ellos involucrados en eso, entonces también hasta por eso yo trato de parecer una mamá bastante normal cuando ando por la vida con ellos, ¿no?
El hogar , la familia
P: Blanca, me gustaría ir un poco hacia atrás, porque en definitiva, así como ocurrió en muchos hogares judíos, también el tuyo fue un hogar de inmigrantes.
R: Sí, de hecho mis padres llegan a este país con mi hermana, que tenía cuatro años, desde una España totalmente empobrecida, amordazada y muerta de miedo. Llegaron a nuestro país y no es que fueran fáciles las cosas. Una vez, hablando de los malos momentos que viven los uruguayos cuando llegan a España, mamá me dijo “Bueno, nosotros para venir teníamos que tener un contrato de trabajo de tu papá, teníamos que tener a alguien que nos reclamara de acá y que se hiciera cargo de dónde íbamos a vivir y de nuestra vivienda, y de determinada cantidad de dinero. No es que llegamos y entramos”. Creo que la condición socio económica no es determinante de que la gente acceda a lugares de visibilidad pública, creo que la condición determinante es el nivel de formación. Por eso me parece importante que todos tengan acceso a la formación, porque eso es lo que va a determinar las diferencias entre las personas, pero este país ha sido en ese sentido una cuna de oportunidades para muchísima gente.
Toda mi generación prácticamente somos hijos de familias que son hijas o nietos de gente que vino del exterior y encontramos un espacio en la escuela pública o en la privada, el liceo público o privado, todos encontramos un espacio y un lugar para estar. O sea que desde ese punto de vista creo que Uruguay sigue siendo en ese sentido muy especial… ¿Y sabés lo que pasa?, los uruguayos somos hipercríticos y tenemos cierta cuota de canibalismo con nosotros mismos. Cuando vos viajás por el mundo y confrontás ciertas cosas te das cuenta cuán maravilloso sigue siendo nuestro país.
Mis padres siempre estuvieron muy agradecidos con este país que les dio tantas oportunidades. No dejaron de trabajar ni un solo día, y en más de un trabajo, los dos, también es cierto. Nada llovió del cielo y costó mucho, todo costó mucho y yo lo recuerdo eso, por eso mismo creo que también tenemos una matriz muy vinculada al tema del esfuerzo y del ahorro y del trabajo. Los hijos de los inmigrantes.
El Dalai Lama y su cepillo de dientes…y mucho más
P: ¿Qué personajes, de los muchos que has entrevistado que te has topado casualmente a lo largo de tu carrera periodística, te han dejado una enseñanza especial?
R: Varios, pero creo que la entrevista al Dalái Lama me marcó mucho por su mensaje vinculado al apego afectivo que tenemos que tener los seres humanos y la solidaridad. Me marcó mucho.
P: ¿Cómo fue la entrevista con alguien como él, que es todo un símbolo?
R: Lo fui a entrevistar a Argentina porque el ofrecimiento vino desde allá y lo fui a hacer allá, a la Feria del Libro en la Rural del Prado de Argentina, y la verdad que fue un descubrimiento muy grato porque en estos personajunes a veces los entornos son mucho más complicados que el propio personaje. O sea, viste que eso pasa, que vas a entrevistar a una figura importante del mundo de la música, de la literatura, de la política, y el entorno se la cree mucho más que el propio personaje, y tenés que negociar, y te filtran. En este caso el personaje resultó de una sencillez impresionante… Yo estaba esperando para entrevistarlo en una salita que estaba acondicionada especialmente, porque hay una serie de elementos que nos plantearon como necesarios en cuanto a la distancia que yo tenía que mantener con él, en cuanto a mi atuendo razonablemente cubierta, en cuanto a los fondos, los colores, qué sé yo, y bueno, todo bien, todo eso lo acepto, lo respeto, me parece razonable que sea así, y me decían: “Bueno, hay que ver cuando venga su santidad cómo hacemos…”. En eso pasa por un corredor cepillándose los dientes, con el cepillo en la boca me sonrió y me dijo “I’m coming” (“Ya vengo”) y ahí se desarmó todo, ¡qué me vienen con historias!, ¿no? Después la conversación fue muy agradable, un individuo con una cabeza muy moderna, porque hay una serie de leyendas vinculadas a cómo se eligió el Dalái Lama, una serie de designios y de visiones, se mezcla lo racional que tiene el budismo tibetano con todo ese mundo onírico. Un individuo que le gusta muchísimo el cine, que le gusta sacar fotografías, que le gusta filmar y después cortar y pegar, o sea, le gusta manipular el tiempo. Le encantan los relojes… De hecho, yo le llevé un reloj de Uruguay en un cuarzo. Y fue una entrevista muy agradable para ser un individuo que está fuera de su país, que ha vivido de todo y sobre todo la sencillez y ese mensaje de que lo principal es el apego afectivo en los primeros años de vida, que nada puede sustituir el vínculo afectivo del niño con la mamá, que él me transmitió.
Entonces fue realmente un descubrimiento porque fue encontrarme con un individuo que venía del techo del mundo, como dice él, del lugar más alto donde está el Tibet, hasta América del Sur y fue realmente muy agradable.
Yo siento que cada entrevista es un descubrimiento y un mundo.
P: ¿Hay alguna figura, no me refiero necesariamente a dar nombre o apellido, a la que no estarías dispuesta a entrevistar?
R: Te diría que la reflexión que hago en ese caso, porque esto se me ha planteado algunas veces, es… yo creo en la necesidad de entrevistar a aquellas personas que tengan para decir cosas que sean importantes para la sociedad, para la humanidad. El micrófono se merece, Ana, de alguna manera el micrófono se gana. Estoy pensando en cosas de envergadura, claro, vos salís a hacer un noticiero y tenés que entrevistar el hecho que ocurre, pero estoy pensando en las entrevistas que tú podés programar. Creo que hay gente que por lo que ha sido su gestión en la historia no tiene derecho al micrófono, pero eso es una visión personal.
P: ¿Si te dieran la oportunidad de entrevistar a Hitler no la tomarías?
R: Eso es distinto, desde otro lugar, que es el lugar desde el cual uno se debe posicionar que es el del cuestionamiento, puede ser interesante porque en realidad el nivel y el volumen de su acción destructora no lo hace ganador de un micrófono, lo hace ganador de un juicio, que nunca tuvo y que tal vez a través de la entrevista pueda tener.
P: Contabas del Dalái Lama pero tú entrevistaste también a muchas figuras nacionales. De hecho has escrito libros sobre las ministras y “El correo del general”. ¿Del ámbito nacional hay alguien que te haya marcado en especial?
R: Sin duda, las entrevistas al general Líber Seregni para el libro.
P: Y la amistad con Lily Lerena, su esposa.
R: Y sí, sin duda. Creo que hay seres entrañables. Lily Lerena era uno de ellos, Susana Sienra era uno de ellos, con experiencias de vida interesantísimas y que me gustó muchísimo entrevistar, Mario Benedetti, un individuo totalmente entrañable a la hora de la entrevista, Enrique Iglesias, este uruguayo universal que tan bien nos representa por el mundo. Creo que hay muchísimos uruguayos que me han colmado en la entrevista y que me ha gustado entrevistar porque son personas inteligentes e interesantes. Hay personajes que para mí son entrañables en este país y uno de ellos fue Luisa Cuesta, por lo que significó, por el símbolo que ella entraña.
P: Luchadora por su hijo desaparecido. Recuerdo que siempre me contabas de ella y cuando yo logré entrevistarla, le miré las manos de las que tú me habías hablado….una gran mujer.
R: Así es. Yo siempre digo que la noticia que me tocó dar que me resultó más impactante, que me resultó más fuerte, fue cuando las máquinas excavadoras entraron a los cuarteles en búsqueda de restos de desaparecidos, y ojalá me toque dar la noticia de que finalmente ese tema le permita a los familiares encontrarse con los restos. Eso que parece tan difícil… pero yo creo que la memoria es fundamental en la construcción de la ética de los pueblos, y tú lo sabés muy bien. Cuando estuve en Israel fue de una de las cosas que me impactó más, la presencia de la memoria. Uno ya sabía eso, uno sabía que si hay un pueblo con memoria… Cada vez que vos mencionás a tu papá decís: “De bendita memoria”, “Mi papá, que en paz descanse, de bendita memoria”. Eso que para ustedes, los judíos, es un dicho que casi lo pegan a la desaparición física es tan fuerte, Ana. Creo que la memoria, eso que se alienta tanto en el hogar, eso que alientan más, generalmente, las mujeres, porque no hace falta ser historiador para alentar la memoria, es la que permite también construir futuro sano. Las heridas que no se cierran están siempre ahí, y eso no está bien, pero pasa en el plano personal, en el plano de los vínculos, en el plano de las relaciones. No hay nada mejor que la frontalidad, que la transparencia, que la claridad para explicar, para decir, para reconocer, para asumir. Entonces creo que hay en ese sentido mucho que aprender del pueblo judío. Y cuando estuve en ese periplo que significó Israel, Polonia, Alemania, en momentos distintos pero totalmente casuales pero causales, mi convicción se reafirmó absolutamente de que ese es un tema pendiente serio y grave.
Satisfecha con el camino, aún con sueños por lograr
P: ¿Tenés algún sueño periodístico todavía por cumplir?
R: Bueno, hay algunas entrevistas que me hubiera gustado hacer que ya no van a ser posibles, ya no va a ser posible (Gabriel) García Márquez. A mí me gustaría mucho trabajar en un proyecto con con libros y con historias.
Pero te diría que lo que yo hago a diario a mí me fascina, o sea, yo nunca tengo la sensación de cosas pendientes, nunca. Nunca tengo la sensación de: “Ah, qué lástima que no pude ser…”. Yo me levanto todos los días con la alegría de que voy a hacer lo que más me gusta hacer en la vida En eso soy una afortunada, creo que la vida conmigo ha sido muy buena, no he dejado pasar oportunidades, pero la vida ha sido buena, me ha dejado hacer lo que quiero, me ha dejado elegir, me ha dejado crecer. Te diría que además tengo la familia que quiero tener, estoy con las personas que quiero estar, la única pérdida física ha sido la de mi papá y la siento cada día, lo siento cada día presente en miles de cosas. Pero bueno, eso es la vida misma. Entonces realmente yo realmente soy una agradecida de la vida.